Los megayates encuentran su puerto de invierno en Tarragona
Los casi treinta yates y megayates suman una tripulación de 500 peronas que estos meses mantienen una intensa actividad. El impacto económico es de unos 1,5 millones al mes
La Marina Tarraco ofrece estos días una imagen inédita, que es la de la plena ocupación en el comienzo de una temporada de invierno en la que por primera vez ha registrado más demanda que capacidad. Casi una treintena de yates y megayates están amarrados en el enclave tarraconense, lo que genera un dinamismo con un importante impacto económico sobre la ciudad.
Tripulantes, personal de mantenimiento y reparaciones, además de las empresas del sector servicios generan un dinamismo que arrancaba a finales de septiembre, con el fin de la temporada estival en el Mediterráneo. Algunas de las embarcaciones tan solo permanecen en la ciudad dos o tres meses antes de poner rumbo al Caribe. No obstante, aproximadamente un 70% se mantendrá en aguas tarraconenses hasta el mes de abril.
Según datos de Port Tarraco, el conjunto de la flota suma unos 500 tripulantes, que durante este tiempo de descanso se encargarán de la puesta a punto de las embarcaciones. A estos hay que sumarle un centenar de trabajadores técnicos, de empresas especializadas o dársenas del norte de Europa que se encargan de trabajos muy específicos.
«Son visitantes con un impacto muy importante sobre el sector servicios ya que utilizan taxis, compran comida, acuden al médico o a los restaurantes, y durante los fines de semana hacen excursiones», asegura el general manager de Port Tarraco, Marc Colls. Las empresas especializadas en limpiezas, de certificaciones, ebanistería, interiorismo o mecánica son algunas de las que más trabajan estos días.
Con todo, Colls cifra en 1,5 millones de euros mensuales el impacto económico que genera esta actividad en los meses de más movimiento.
Las instalaciones tarraconenses han conseguido hacerse un hueco en el mapa internacional. «Tenemos muchos barcos top y esto genera un efecto llamada», dice este general manager. La Marina ha encontrado en los megayates de más de 35 metros de eslora su nicho de especialización. «Tenemos una dársena que es ideal. De hecho, somos el único puerto en el Mediterráneo especializado en este sector», argumenta Colls.
La mayoría de estos clientes proceden de Oriente Medio y no ha sido fácil «cambiar inercias» para convertir Tarragona en su puerto base de referencia. Sin embargo, desde 2017 se ha hecho una apuesta para este mercado que está dando sus resultados. «A partir de un cierto nivel de ocupación son conscientes que existes, por lo que este año por primera vez hemos tenido que cancelar peticiones por falta de espacio», afirma Colls.
Las inversiones realizadas en las instalaciones en los últimos años facilitan que hasta siete megayates de más de cien metros de eslora estén atracados de forma simultánea. «Teniendo en cuenta que a nivel mundial tan solo hay 130 barcos de estas dimensiones, que haya siete significa que estamos frente a una infraestructura potente», especifica Colls.
La proximidad con el aeropuerto internacional Barcelona- El Prat Josep Tarradellas, unas tasas más reducidas que las de los puertos de Barcelona, Marsella o Ibiza y el hecho que en Tarragona la flota no esté sometida al nivel de exposición de las grandes ciudades juega a favor de unas instalaciones que son percibidas como «tranquilas». «Es un puerto muy seguro sin una masificación, lo que nos permite trabajar duro para tener el puerto lleno de barcos con los mejores clientes posible», justifica Colls.
Uno de los principales objetivos es que alrededor de estos megabarcos haya una actividad, sin que esto se convierta en un aparcamiento. Para ello, en los últimos dos años se han invertido más de dos millones de euros en la mejora de las instalaciones.
La infraestructura permite que todos los barcos estén conectados a la red eléctrica, de forma que está prohibido estar parado quemando combustible. Asimismo, se ha instalado –junto a la Autoritat Portuària– una barrera de burbujas submarina, que oxigena el agua, facilitando la biodiversidad.
Entre las cosas pendientes está la mejora de un pantalán y la reubicación de las oficinas, que se está previsto que ocupen el edificio de la Aduanilla en un futuro.
Los vientos favorables de la Marina Tarraco no tan solo pueden percibirse aguas adentro, sino que también puede constatarse en la zona de los locales comerciales y oficinas. En el último año los 12.000 metros cuadrados de superficie disponible están 100% ocupados. En total albergan una setentena de empresas, la mayoría de las cuales vinculadas con el sector portuario, que ofrecen sus servicios a la flota amarrada.
Los buenos resultados llegan después que en 2020, una semana después de decretarse el confinamiento por la pandemia, se hacía efectivo el cambio de propiedad de las instalaciones. La empresa mallorquina Ocibar asumía su titularidad de manos del fondo Qatar Diar, especializado en el sector inmobiliario y sin ninguna experiencia en el sector.
Los establecimientos de restauración de la zona están contentos con el bullicio de las últimas semanas. «No tan solo es bueno para la Marina sino para toda Tarragona, porque estamos hablando de una gente súper educada y muy buena, que se nota que está acostumbrada a trabajar a otro nivel», dice la responsable del Harbour Club. La afluencia de estos días hace que los negocios de esta zona estén en temporada alta, mientras que a partir de la primavera bajarán su ritmo. «Son un cliente muy bueno, que consume», añade.