Los extranjeros copan la mitad de los nuevos empleos creados en Tarragona
El colectivo de foráneos tira del mercado laboral. El ritmo de generación de puestos quintuplica al de los autóctonos. Influye el afloramiento de economía sumergida
Los extranjeros tiran del mercado laboral en Tarragona. Ellos copan la mitad del empleo que se ha generado en la provincia en el último año. De los 5.760 nuevos afiliados desde octubre de 2022, la mitad, 2.800, eran foráneos, un colectivo cuya incorporación a la Seguridad Social aumenta mucho más en comparación con los españoles. Si el número de afiliados españoles ha crecido un 1,1% en el último año, el de los extranjeros se ha disparado al 5,4%.
Otras estadísticas desagregadas muestran igualmente esta dinámica laboral. Por ciudades, en Tarragona capital, de los 1.070 puestos generados, el 63% han sido de extranjeros. En Reus, el porcentaje se ubica en el 57% y en El Vendrell en el 39%, todo ello según los datos de la Seguridad Social extraídos del Idescat.
Conseguir un trabajo suele ser una tarea ardua también para los extranjeros pero el mercado laboral ofrece algunas oportunidades. La deriva también se desprende del estudio ‘La inmigración en el mercado laboral español’, del Observatorio Demográfico CEU.
El informe relativiza la idea de que los extranjeros vienen a cubrir los puestos que los nacionales no quieren. «Aunque los inmigrantes predominan en ciertos empleos, y en algunos oficios de forma amplísima, también hay bastante solapamiento laboral con españoles», expone el estudio.
Peso en agricultura y ladrillo
La situación ha cambiado en la última década. En Tarragona, los extranjeros eran solo el 12% de los afiliados al mercado laboral hace diez años. Ahora el dato sobrepasa el 16%, y sigue al alza.
El citado informe agrega que «la inmigración tiene un peso relevante y creciente entre la fuerza laboral (20% de los empleos en el primer trimestre de 2023 estaban ocupados por inmigrantes), y en especial en ciertos tipos de trabajos y sectores de actividad, como la agricultura o la construcción».
El estudio del Observatorio Demográfico apunta que «los no europeos, que son la inmensa mayoría de los extranjeros que han venido a España en la última década, ocupan empleos de menor cualificación, en mucha mayor medida que los españoles y resto de europeos».
Según datos de la Encuesta de Población Activa, una amplia mayoría de extranjeros tarda un año o menos en encontrar trabajo en España, y en torno a la mitad, solo seis meses o menos. Pero más de un quinto necesitan dos, tres o más años para colocarse, y algunos no lo consiguen nunca, o no lo han logrado hasta ahora.
A pesar de ese buen momento laboral para el empleo, la brecha entre nacionalidades continúa existiendo. «En consonancia con la menor cualificación profesional y con su mayor juventud, la ganancia media por trabajador inmigrante es apreciablemente menor que la de un español», indica, asimismo, el informe.
El último trabajo del Servicio Público de Empleo Estatal en Tarragona indica que «el número de afiliados extranjeros en diciembre de 2022 era de 49.518 (46.461 en 2021), lo que supone un 15,5% del total provincial. Respecto al año anterior la afiliación del colectivo se incrementa en un 6,6%, siendo superior este aumento entre los no pertenecientes a la Unión Europea (8,51 %) que entre los pertenecientes (2,93 %)».
La desagregación por sexos indica una mayor afiliación de hombres (60,29%) que de mujeres (39,71%). Esta radiografía se enmarca con el incremento de la inmigración pospandemia que se está dando en Tarragona.
Según los últimos balances, la provincia está alcanzando su récord de población gracias a los recién llegados. En ese sentido, también en la evolución social puede haber una oportunidad para la nueva inmigración.
Los extranjeros copan los nuevos servicios asistenciales de personas mayores ante el envejecimiento y la mayor longevidad. Los datos de la EPA destacados por ese trabajo resaltan que las extranjeras trabajan «en su abrumadora mayoría» en los servicios mientras que los hombres mucho más en agricultura y construcción que los españoles, y «bastante menos en el sector industrial».
El estudio también dibuja, en clave nacionalidades y de emprendimiento, que «la proporción de empresarios y autónomos es mucho más alta entre los extranjeros procedentes de la Europa rica o de Asia, y es superior a la observada entre los españoles» y agrega que «esa proporción cae por debajo del 10% entre los africanos y los iberoamericanos».
Regularización en el hogar
En el aumento de afiliados puede tener que ver la regularización de algunos colectivos que se ha llevado a cabo durante los últimos tiempos. «En el ámbito de los cuidados y los servicios a la persona, en la atención domiciliaria, el trabajador es mujer e inmigrante. Toda esta ocupación se está regularizando y es un mercado de trabajo importante», explica Mercè Puig, secretaria general de CCOO en Tarragona.
El afloramiento de empleo sumergido es una de las claves de ese incremento en la contratación foránea. «Había mucho trabajo en negro y casos de semiesclavitud, con condiciones muy precarias. Todo eso está cambiando, aunque queda mucho por hacer. También lo vemos en el sector agrario, donde antes costaba mucho y ahora están mejorando las condiciones», describe Puig.
Formación para los jóvenes
Joan Llort, secretario general de UGT en las comarcas tarraconenses, apunta: «Hay dos vertientes, la de extranjeros que tienen papeles, pueden entrar de forma legal, se agarran a lo que pueden y les da igual que sea el sector servicios la construcción. Tienen necesidad económica y a veces están a media jornada». Llort apunta después a «aquellos que están trabajando sin contrato» y reclama que «no sea tan largo legalizar a una persona».
A su vez, pide «formación para esos jóvenes de 18 o 19 años que han estado en centros tutelados para que aprendan un oficio, algo que necesitamos porque ahí nos están faltando electricistas o carpinteros. Tenemos que agilizar la legalización para tener un trabajo estable que, además, pueda contribuir al sistema».
Antoni Cunyat, profesor colaborador de los estudios de Economía y Empresa de la UOC, confirma que «en el último año la mayor parte de la ocupación creada ha sido por parte de los extranjeros y hemos pasado de que supusieran un 12% a que sean prácticamente uno de cada cinco».
«Bajo nivel de cualificación»
El experto detecta «una tendencia en aumento» pero, igual que los sindicatos, matiza: «Hay una cuestión estadística, y es que la reforma laboral ha hecho aflorar mucha economía sumergida. Las nuevas modalidades de trabajo, en particular los fijos-discontinuos, han hecho emerger determinada ocupación que era sumergida. Son trabajadores a los que hubo que dar de alta con la reforma laboral». Los cuidados del hogar o de personas dependientes son quizás los ejemplos más claros.
El docente de la UOC desgrana que «la mayor parte son empleos de bajo nivel de cualificación, sobre todo del sector servicios, y hablamos de camareros, de peones agrícolas o recolectores, o también de los cuidados personales». Cunyat señala varias tendencias en liza: «En todos los países desarrollados, llega un momento en que los autóctonos dejan de querer trabajar en determinadas ocupaciones más duras o peor pagadas, y ahí entran los extranjeros».
Asimismo, menciona una derivada en marcha: «Trabajo cualificado de extranjeros aún hay poco, excepto en el sector sanitario, y sobre todo a nivel privado. Cada vez vemos más médicos de fuera. En una segunda fase de los países desarrollados, la mano de obra cualificada va en aumento y es probable que vayamos hacia allí».
«Cuido a una persona dependiente y me siento muy satisfecho»
Pedro Rondinel lleva cuatro años en Tarragona a pesar de que vino para estar únicamente dos. «Me había jubilado en Perú. Allí acabé una etapa. Había estado 33 años al frente de una ferretería, como autónomo. Me divorcié, mi madre falleció, mis hijos eran mayores y en España tenía dos hermanas, así que decidí probar aquí», comenta Pedro, ya completamente asentado después de su drástico cambio de vida.
La pandemia irrumpió en su nueva estancia y eso le hizo cambiar los planes. Opté por seguir un tiempo más. «Me acabé quedando cuatro años y al tercero me salió la oportunidad de tener un empleo. Cuido a una persona dependiente. Se dio la oportunidad de trabajar, me gusta mi empleo y me va muy bien. Es una experiencia bonita».
Este peruano quiso aprovechar esa opción. A pesar de que había llegado con ahorros e ingresos, trabajar «era una comodidad, una experiencia y también un reto, un desafío para mí», además de una forma de acabar integrándose en la sociedad de forma completa. Ahora Rondinel prefiere no hacer planes. «Voy viendo sobre la marcha. Siempre he tratado de amoldarme a las circunstancias. Cada dos años me gusta hacer balance, revisar y entonces decidir, ver si ya he cumplido mi misión en un sitio». Ahora mismo se muestra «muy satisfecho por trabajar y muy agradecido a las personas que me han ayudado a salir adelante en Tarragona».
Entre ellas está, por ejemplo, la Asociación de Residentes Latinoamericanos en Tarragona (Arlet). Su presidenta, Luzmila Sejas, reconoce: «En los últimos tiempos ha venido mucha inmigración de Sudamérica. Una buena parte vienen con necesidades. Nosotros intentamos ayudar y orientar a todo el que llega, desde el punto de vista laboral pero también humano».
«En esta vida hay que luchar. En Tarragona he sentido la felicidad»
Gladis Álvarez, colombiana a punto de cumplir 50 años, siempre quiso conocer España. «Había sido mi sueño, hasta que se me presentó la oportunidad. Una amiga en Estados Unidos me facilitó el dinero y vine», explica esta madre soltera de tres hijos, dos en Colombia, y uno aquí, en España, en concreto en Logroño.
También influyó la situación socialmente convulsa que ha vivido su país. «Llegué en 2021 y pedí asilo político. En mi país hubo manifestaciones y mucha violencia en las calles». De hecho, Colombia es uno de los principales países emisores de inmigración a Tarragona en los últimos años.
Talleres y empleo en limpieza
Al llegar aquí Gladis se dejó ayudar por entidades como Creu Roja. «Con ellos hice talleres, asistí a clases de empoderamiento y eso me dio más fuerzas para seguir luchando. La vida hay que seguirla y no hay que desistir nunca de los sueños», admite.
Ella, que en su país trabajaba vendiendo catálogos de belleza, forma parte de ese segmento de extranjeros que ha encontrado un empleo en los últimos tiempos. «Trabajo en la limpieza del Club Natació Tarraco, a media jornada. Estoy muy contenta», reconoce. Confía en poder ampliar el horario en algún momento y se arma de entereza para seguir adelante: «Uno tiene que ser guerrero y luchador. Estoy acostumbrada a salir adelante. He criado a tres hijos. Aquí en Tarragona he sentido la felicidad. Me he integrado. Estoy agradecida, estudio español y también catalán».
Gladis, que también tiene dos nietos, pelea también con las dificultades que cualquier recién llegado se encuentra por el camino: «El alquiler está muy caro. Pago 350 euros por una habitación y gano poco más de 600. A veces me llaman desde Creu Roja para darme alimentos. Ellos también me orientan y me guían».