El patrimonio de Tarragona, en peligro por los excrementos de palomas
En algunos casos, el ácido que contiene las heces de estas aves ha provocado que acaben borrándose los rostros de figuras como las de la Catedral
El patrimonio monumental de Tarragona está en peligro. Las palomas y sus excrementos se están cargando los monumentos de la ciudad, y parece ser que la solución no será ni fácil ni rápida. Tanto expertos como Ayuntamiento alertan de esta situación y aseguran estar preocupados.
Un claro ejemplo de lo que está pasando se puede ver en las estatuas de los apóstoles que hay en la fachada de la Catedral de Tarragona. A algunas de las figuras ya no se les ve ni el rostro.
El motivo es que llevan años expuestas a los excrementos de las palomas. También se ven afectadas las Muralles y el Pretori. En el caso de este último, el Ayuntamiento ya actuó hace unos meses, llenando los huecos y así evitando que se instalen las palomas. De poco ha servido. Las aves ya han vuelto a hacer de las suyas. Vuelven a ser las reinas del lugar.
Los expertos aseguran que las palomas tienen un doble efecto dañino en los monumentos. Para empezar, sus excrementos. Según explica Gala Gómez, técnica de restauración del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-Cerca), «los excrementos de las palomas tienen un pH ácido que provoca una reacción química que acaba disolviendo la roca».
Es como cuando encuentras una caca de paloma en el coche. Si no la limpias rápido, el ácido deja mancha. «Imagina esto día tras día», dice la experta.
La mayor parte de monumentos romanos están hechos de una roca sedimentaria –lumaquela miocesina– que se forma en las costas de Tarragona, a partir de fósiles y de restos de moluscos –como almejas o mejillones–, que se precipitan al fondo del mar y se van acumulando. Esto hace que sea una piedra sensible y que, por tanto, los ácidos que contienen las heces de paloma no ayuden a su conservación.
«Además, si los excrementos no se limpian o no llueve a menudo, el monumento va acumulando suciedad, que acaba provocando la aparición de microorganismos, de moho y de otros hongos», explica Gómez, quien añade que estos elementos pueden acabar «cambiando los colores del monumento o provocando daños mecánicos, como la pérdida de cohesión de la roca».
Es lo que ocurre, por ejemplo, con las estatuas de mármol de la Catedral. Las palomas viven en la cabeza de estas figuras y hacen diariamente sus necesidades. Algunos de los rostros –como se puede ver en una de las imágenes que ilustran este artículo– ya no son visibles.
«Es urgente que se proteja la fachada de este templo, que se limpie y que se restauren las estatuas», pide Òscar Martín, secretario de la Reial Societat Arqueològica Tarraconense (RSAT).
El segundo problema –y no menos importante– que generan las palomas en el patrimonio de la ciudad tiene que ver con que las aves se instalan en los huecos que hay en los monumentos. El problema llega cuando las aves hacen nido entre algunos sillares hechos con un tipo de piedra más blanda, como por ejemplo el sauló.
«Las palomas hacen sus nidos y acaban haciendo el hueco más grade u otros de nuevos», asegura Martín, quien añade que «viven en las grietas y se acomodan». A parte de la agresión química, también hay otra física.
Justo esto es lo que pasaba en el Pretori. El Ayuntamiento, ante el peligro, acabó actuando en el monumento. Se rellenaron los orificios más importantes ara evitar que volvieran a hacer nido.
Durante unos meses, la solución parecía que funcionaba pero, desde hace unas semanas, ya se pueden volver a ver las aves.
La solución, según los expertos, es complicada, y pasaría por instalar algunas redes que dificulten la nidificación de las palomas en los monumentos. También destacan la importancia de conservar el patrimonio, y no solo de restaurarlo cuando ya está dañado.
¿Redes en los monumentos?
Por su parte, fuentes del Departament de Patrimoni del Ayuntamiento de Tarragona aseguran que se trata de «un problema grave que es necesario erradicar y que estamos trabajando para minimizar». Limpiar los excrementos de las palomas cuesta a los tarraconenses 400.000 euros al año. «La cifra ha ido aumentando en los últimos siete u ocho años», dicen desde el Ayuntamientos.
Los monumentos más afectados son los más antiguos y con las fachadas más irregulares, más imperfectas y más porosas. Como es el caso de las Muralles o la Torre del Pretori. Patrimoni asegura que los pinchos no sirven de nada «porque las mismas palomas los retiran».
El Ayuntamiento trabaja en otras medidas, como por ejemplo la colocación de redes en edificios con poca actividad, como ya se hizo en los módulos de la Tabacalera.
Para los expertos, la solución definitiva al problema sería regular la presencia de estas aves en la ciudad.
El gobierno municipal, por su parte, cuenta con un informe que determina que las palomas llegan a la ciudad de Tarragona atraídas por la comida que hay en los contenedores del Port de Tarragona. Port y Ayuntamiento celebran reuniones bilaterales para abordar la problemática.