Las enfermeras escolares denuncian: «Nos faltan horas»

El papel de estas profesionales gana peso, pero todavía la mayoría debe compartir su tiempo en los CAP con su labor en escuelas e institutos

Gisela García es enfermera escolar a jornada completa. El suyo, no obstante, es un caso raro, porque la mayor parte de compañeras (casi todas son mujeres) que se dedican a esta labor, deben compartir su trabajo en los centros de atención primaria, CAP, con las funciones que tienen encomendadas en escuelas e institutos.

Y esas labores no son pocas, como recuerda Teresa Antich, enfermera escolar en el área básica de Montblanc y miembro del sindicato SATSE. Las enfermeras escolares son las encargadas, cuando hay un niño con una enfermedad crónica (como diabetes, epilepsia, alergias alimentarias...) de hacer un plan consensuado con los padres para que todas las personas, desde maestros a monitores que están en contacto con aquel alumno, sepan cómo actuar. Para ello, además de hacer las formaciones pertinentes, tienen que elaborar un documento para informar a todas las partes. Y, si hace falta, también se coordinan con Serveis Socials.

Además, explican las enfermeras, con el despliegue de la escuela inclusiva, en los últimos años ha aumentado la presencia de alumnos con necesidades importantes de atención sanitaria en las aulas ordinarias. «Ahora tenemos alumnos con respiradores, sondajes...» ejemplifica García, que trabaja en el Baix Penedès y es miembro del Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Tarragona, CODITA.

A estos planes individualizados para alumnos con enfermedades crónicas y otras necesidades de cuidados hay que sumar toda la labor de prevención en forma de charlas para las distintas edades así como la aplicación de las vacunas que se administran en los centros educativos. También ayudan a coordinar la asistencia de otros profesionales, como los odontólogos del programa de Salut Bucondental.

Todo este trabajo, señala Antich, tiene que hacerse, pero el tiempo con el que cuentan las enfermeras para llevarlo a cabo depende de la voluntad de la dirección de cada CAP.

Una puerta abierta en el instituto

En el caso de los institutos públicos de secundaria sí que hay un tiempo estipulado de Consulta Oberta. Se trata de dos horas y media a la semana, en las cuales la enfermera atiende a los alumnos que acuden de manera espontánea.

Pero este tiempo, como explica García, una vez más, se queda corto: «Nos faltan horas, tenemos visitas a días vista porque cada vez confían más en nosotros», señala.

El problema, añade Antich, es que muchas veces esas dos horas y media de consulta no coinciden con el momento en el que las y los alumnos necesitan hablar. Además, el tiempo a dedicar es el mismo independientemente del número de alumnos de cada centro «da igual si tiene 500 alumnos que 1.000».

Esta consulta, coinciden las enfermeras, es un recurso valioso en una edad en la que los adolescentes puede que no tengan el grado de autonomía o información suficiente para ir por su cuenta a un centro de salud. Todo, además, en un espacio confidencial. Cuenta García que cuando hace una charla de cualquier tema en un instituto sabe que el siguiente día de visita tendrá «alumnos esperando en la puerta».

También hay alumnos que son remitidos por los profesores «que pasan mucho tiempo con los chicos y los conocen bien».

Ambas enfermeras coinciden en que los temas relacionados con el bienestar emocional son los que generan más consultas, en especial después de la pandemia de Covid-19. Les consultan sobre ansiedad, depresión, adicción al móvil, sexualidad, autoestima, trastornos de la conducta alimentaria, acoso escolar, conflictos con los padres, problemas de sueño...

En función del problema pueden ofrecer consejo, orientar o coordinarse con otros profesionales. «Si hace falta hablar también con los padres, buscamos la manera de hacerlos ir al CAP con alguna excusa como la falta de vacunas para investigar más», cuenta Antich.

Reivindicación de los docentes

Los docentes, por su parte, advierten de que la situación también les afecta. Enric Armengol, portavoz de USTEC-STEs en Tarragona, señala que «desde el sindicato hace mucho tiempo que decimos que entre nuestras tareas docentes no figuran las de atención a la salud o asistencia médica. Cada vez es más frecuente encontrar centros donde se pretende que los docentes asuman estas funciones, para las cuales no estamos formados ni son funciones propias de nuestro puesto de trabajo. Esto supone un intrusismo laboral inaceptable».

Considera que lo que tiene que hacer la administración es poner personal específico en los centros educativos. «Es un elemento más donde la Administración intenta ahorrar dinero en detrimento de la calidad y, en este caso, poniendo en riesgo la salud de las personas y haciendo asumir responsabilidades que no corresponden a los docentes», señala.

Salut: aumentará la dedicación

Fuentes del Departament de Salut apuntan que «actualmente se está trabajando el despliegue del programa (que se desarrolla en institutos) en el resto de etapas educativas como educación primaria, escuelas especiales y formación profesional. Por tanto, el tiempo de dedicación a los centros educativos de la figura de las enfermeras y otros profesionales de salud irá en aumento».

En lo que se refiere al tiempo que deben dedicar las enfermeras de los CAP a su trabajo en las escuelas, las fuentes aseguran que, en el caso de los alumnos con necesidades de salud, «los cuidados se tienen que planificar al inicio de curso, según las necesidades a través del Plan consensuado de atención a la salud en el entorno educativo. Así, las enfermeras planifican el tiempo de dedicación a la gestión del caso y el cuidado en las escuelas».

Temas: