Las consecuencias que tendrá la mala cosecha en el precio del aceite de oliva
En el Tarragonès, podría producirse hasta un 60% menos que en una campaña normal, mientras que en el Alt Camp, la Ribera d’Ebre y la Terra Alta, las pérdidas llegarían al 90%
El conjunto de la demarcación de Tarragona podría perder un 70% de la producción total de aceite de oliva que habría en una campaña normal. Después de un 2022 en el que la sequía perjudicó de manera notable, la persistencia de la falta de lluvias se acumula y provocará que los datos de este 2023 sean aún peores y damnifiquen especialmente a las comarcas con cultivos de secano, como pueden ser el Alt Camp, la Ribera d’Ebre y la Terra Alta, que podrían llegar a perder hasta el 90% de una producción normal. En los cultivos de regadío, como el Baix Camp y el Tarragonès, las pérdidas podrían ir desde el 30% hasta el 60%. Las previsiones no indican que el precio vaya a aumentar más, mientras que podría descender en el supuesto de que la producción final fuera mayor que la esperada.
«En Tarragona, hay cultivos de secano y de regadío: en la parte de regadío, hay bastante producción en el área de Riudoms. No obstante, los rendimientos son bajos: aunque se haya podido regar, la olivera no ha podido desarrollarse correctamente y las aceitunas son pequeñas, de cada cien kilos se extraen doce litros de aceite, que es bastante poco. En los cultivos de secano, se producirán problemas graves por la disminución de hasta un 80% y 90% de la producción», valora el responsable nacional del sector del aceite de Unió de Pagesos, Jordi Pascual. «En el Baix Penedès, además, ha habido temperaturas de clima desértico», añade.
Martí Macias, de la sectorial del aceite de Unió de Pagesos, puntualiza que los resultados irán en función de la zona: «Hay cultivos en el Tarragonès que no han tenido tantos problemas de sequía, pero las fincas que dependen de Riudecanyes han perdido mucha cosecha». Josep Maria Barenys es presidente de la cooperativa de Maspujols y comenta que su previsión es la de producir un 30% de lo que sería una campaña normal: «Calculo que será un 10% más que en 2022, pero sigue siendo un resultado ruinoso; este año igual hacemos 300.000 kilos y en un año bueno llegamos al millón». Por otra parte, Josep Z. Ferré, también de la sectorial de Unió de Pagesos, indica que su producción se quedará en un 15%.
En el Ebre, el sector del aceite es uno de los más importantes y sin duda el de mayor arraigo en el territorio. La del Baix Ebre y el Montsià es la principal zona productora de aceite de oliva de Catalunya y, a pesar de que la sequía también ha afectado gravemente, tendrá una mejor temporada que otros territorios del país.
El presidente de la Cooperativa Agrícola del Camp Santa Bàrbara y también del Consell Regulador de la DOP Baix Ebre-Montsià, Josep Lluís Cardona, explica al Diari que habrá un claro descenso en la producción, pero será menor que en 2022: «Si el año pasado la pérdida se situó en un 70% u 80%, este año será del 30% o 40%, siempre comparando respecto a una campaña normal y buena», detalla. El presidente apunta que el consumo ha descendido un poco en general, pero que el descenso en la producción volverá a significar precios muy altos.
«El año pasado fue una campaña muy, muy mala, y este año se prevé media, pero mejor en el Ebre que en otros territorios. Las condiciones nos han favorecido. Las lluvias de final de verano nos beneficiaron», coincide también Pere Albacar, director de Olivite Export, empresa nacida de la unión de cinco cooperativas agrarias del sector del aceite de las Terres de l’Ebre para adquirir la unidad de negocio de la empresa tortosina Juan Ballester, con más de 150 años de historia.
La cooperativa Soldebre tiene una participación del 80%, mientras que las demás se reparten el 20% restante (son las cooperativas de la Sénia, Mas de Barberans, la Galera y Sant Gregori de Santa Bàrbara). En la zona del Baix Ebre y Montsià, ahora se están recogiendo las variedades que darán el aceite de mejor calidad: la Farga, sevillenca, morruda y arbequina. «Su calidad organoléptica es muy buena», apunta Albacar. La campaña durará hasta enero.
Las últimas lluvias han permitido aliviar muy ligeramente la previsión. Si, a principios de octubre, se creía que la producción de toda Catalunya iba a superar las 7.000 toneladas, ahora se piensa que quizá pueda ser algo superior. No obstante, hay que tener en cuenta que la cosecha del pasado 2022 fue de 16.000 toneladas y, en una campaña normal, suele ser de unas 33.000. Y, pese a que se llegara a producir lo mismo que en la campaña pasada, se acabaría el año con mucho menos aceite, ya que todas las reservas que quedaban, provenientes de la anterior cosecha, se han agotado.
Ya en 2022, la sequía fue especialmente perjudicial para los olivos de todo el territorio: «Es un árbol que produce según el crecimiento que ha tenido durante el año anterior, si el pasado año ya tuvo una falta de lluvias importante y no pudo crecer, la producción de este 2023 será aún peor», comenta Pascual.
En este sentido, cómo se desarrolle este año condicionará la manera en la que los payeses afronten la campaña del próximo 2024: «Yo diría que es posible que estén mejorando un poco, pero claro, el año es muy largo y ya veremos lo que pasa», confirma Pascual. Según Macias, «con el olivo no pueden hacerse muchas previsiones: influyen la floración, la zona...».
Con pocas alternativas
«Hemos perdido dinero y continuaremos perdiéndolo», asume Ferré. Durante estos meses de verano se plantearon dos medidas para regar: por un lado, la de vaciar el pantano de Riudecanyes para aprovechar las últimas reservas y, por el otro, reutilizar agua de la depuradora de Reus. Ambas obras mediante bombeo y, de entrada, a cargo de la Comunitat de Regants, pero financiadas por la Generalitat. No obstante, no se llegó a concretar ninguna de las dos y no parece que la infraestructura para la reutilización del agua de la depuradora vaya a ser una realidad a corto plazo.
«Fuimos a Madrid, al Ministerio de Agricultura, y nos dijeron que no había ninguna ayuda para los olivos, así que la única opción era negociar con cada autonomía, estamos hablando con la Generalitat, pero aún no hay nada real», apunta Pascual sobre las posibles prestaciones que el sector pueda recibir por las pérdidas acumuladas a causa de la sequía. «¿Cómo se supone que tenemos que aguantar un año más así? Los árboles están totalmente deshidratados, amarillos: se nos está yendo la cosecha del año que viene, a no ser que el invierno sea muy lluvioso», lamenta Ferré. La situación de muchos agricultores es dramática e incierta para la cosecha actual y las que estén por venir.
¿Qué pasará con el precio?
Pascual no cree que el coste siga subiendo excesivamente a partir de ahora: «Las cooperativas han acordado que el precio por litro de salida es de diez euros; lo que serían cincuenta euros por una garrafa de cinco litros, pero hay productores que llegarán a vender a setenta porque han tenido una disminución del 70% de la cosecha y necesitan pasar el año como sea».
También conviene analizar estos datos teniendo en cuenta que los costes de producción de los agricultores llevan meses incrementándose en grandes cantidades. Los payeses prevén que la pérdida de cosecha del aceite llegue a porcentajes muy elevados, lo que evidentemente seguiría sin hacer bajar el precio, ya que son unos ingresos que el sector necesita para poder subsistir.