Las comparsas se lucen en la Rua de l’Artesania de Tarragona
Multitudinaria Rua de l’Artesania que llenó las calles del centro de la ciudad con miles de espectadores a lo largo de toda la tarde. Más de treinta comparsas salieron a darlo todo en el recorrido más normal y habitual
Uno de los grandes días. Carnaval es sinónimo de fiesta, música y jolgorio, y ayer per la tarde las calles del centro de Tarragona se volvieron a llenar de todos estos ingredientes carnavalescos para celebrar la Rua de l’Artesania, enmarcada dentro de una completa normalidad tan esperada por muchos tarraconenses y visitantes de fuera.
Más de treinta comparsas, con sus respectivas carrozas, salieron a bailar y a darlo todo en un sábado de Carnaval como los de hacía tiempo, donde la pluma, la samba y las danzas fueron las grandes protagonistas ante miles de espectadores de todas las edades y disfraces. Un quilómetro y medio de recorrido y casi cuatro horas de festival sirvieron para certificar la vuelta de la normalidad al Carnaval tarraconense.
Las comparsas llegaban ayer después de una edición en 2022 a medias. Puntuales como de costumbre los más fiesteros salieron de la avenida Ramón y Cajal, ante la Necrópolis, a las seis de la tarde. Ante ellos, la perspectiva de una larga tarde como preludio de los días más multitudinarios del Carnaval. Esta vez fue la comparsa de Todos en azul la encargada de abrir la veda, con un mensaje que inundó de solidaridad la rúa.
Sátira y crítico social
Tras ellos, la sátira y la crítica social se hicieron bien presentes gracias a la Colla La Bóta y a La Murga Matutina, como era habitual antaño, en los orígenes tarraconenses de esta fiesta. El juez gigante de la Bóta juzgaba con la mirada a los presentes pero parecía ignorar la comparsa de guardias civiles y animales ‘monárquicos’, si se me permite el juego, que le seguían. Detrás, el sorprendente trenecito de la Murga parecía más oportuno que nunca, con la reivindicación en contra de los trenes con mercancías peligrosas que pasan por nuestra ciudad.
La rúa completaba la avenida de entrada a Tarragona dirección a la Font del Centenari, con miles de personas inmortalizando cada instante con los móviles. El Club Vaixell y el Club Maginet se inspiraron en el musical de Grease y en la figura de la Medusa, respectivamente, con bailes hipnóticos.
A partir de aquí llegaba el turno de la monumentalidad tan esperada y gráfica propia de muchas comparsas, con música estridente y bailes grandilocuentes. La Colours Fantasy, con su comparsa Petada i Peripatètics trajeron el universo Dragon Ball, con un Piccolo blandiendo con elegancia el penón. Seguida de La Ballaruga y sus impresionantes disfraces de Cazadores de leyendas y las comparsas de La Floresta y Màgic Dansa, que optaron por China.
A medida que pasaba la tarde se oscurecía el cielo y se encendían los focos de las carrozas, dándole así sentido a tanta purpurina de maquillaje. Mary Poppins apareció interpretada por L’Albada Carpe Diem, seguidas por Carmelites y Nou ritme, con su esencia sevillana.
A ritmo sambero
Amics de la Part Alta tampoco defraudó al más puro estilo sambero de Brasil, y de ningún otro país, y a ritmo de batucada. Impresionantes fueron las largas plumas (de las más largas de la tarde) y el inmenso guacamayo del final. Detrás, un ejército de cartas de Cayo Largo, la Llegenda de Sant Jordi con unos disfraces espectaculares de caballero, rosa y dragón, y los nórdicos Ragnarok y Valhalla de Platinum. Para llegar a más de treinta comparsas quedaban Spectrum, el Grup Aerodance y Residencial Palau - Torres Jordi, con apuestas que daban la vuelta al mundo.
Las comparsas ganadoras de la Disfressa d’Or cerraron la rúa y llegaron al calle d’Antoni Rovira i Virgili casi a las nueve de la tarde. Los piratas caribeños de Som i Serem y el homenaje al fondo marino de Sinhus, además de ser las más multitudinarias, mantenían la emoción y la expectativa hasta el final. La Rua de l’Artesania terminó hacia las diez de la noche ante el Campus Catalunya de la URV.
Entre el público, Adrià la veía por primera vez y reconocía quedar «alucinado» ante el despliegue de colores y disfraces, con una factura «mucho más cuidada» que el Carnaval de Reus. Comparsas «muy curradas» y algunas «espectaculares». Con esta opinión coincidían Ana y Silvia, hermanas que volvían a la fiesta después de unos años. «Tenemos que reivindicar nuestro Carnaval porque tenemos una cosa muy guay, que a veces la gente de la cultura popular folclórica se mira a mucha distancia», reivindicaban.
Sin embargo, al final, casi cuatro horas de una Rua que se alargó por culpa de los largos espacios que se formaban entre comparsa y comparsa. Así lo veían Margarita y sus amigas que, sin embargo, se quedaban hasta el final «por el espectáculo».