La temperatura del agua del mar en Tarragona asciende a cifras récord

Crónica

Los investigadores de la URV Jaume Folch y Javier Sigró protagonizaron una conferencia sobre la afectación del aumento de la temperatura en los océanos, en el marco de la Nit Europea de la Recerca

La boya del Port de Tarragona registró este verano una temperatura del agua en superficie de 29,5ºC. Si bien a las personas frioleras esto incluso puede parecerles un hecho apetecible, este incremento de la temperatura no tan solo tiene una incidencia directa en la virulencia de los ciclones tropicales –como la tormenta Daniel que primero azotó Grecia y después Líbia– sino también sobre la biodiversidad y la salud de las personas. «Si tenemos que adaptarnos al cambio climático, el 98% de la humanidad va a morir. Habrá una selección natural», afirmaba el doctor en Ciències Biològiques de la URV, Jaume Folch.

Folch, junto con Javier Sigró, protagonizaron ayer una conferencia divulgativa en el Museu del Port, en el marco de la Nit Europea de la Recerca impulsada por la URV. Bajo el título ‘La mar s’escalfa. Com ens afecta?’ ambos investigadores analizaron desde los puntos de vista de un geógrafo y de un especialista en biología molecular las consecuencias de este incremento de temperaturas, que el pasado mes de marzo propició un gran acuerdo mundial, liderado por la ONU, para proteger el 30% de la superficie.

La situación es preocupante. «El calor contenido en los océanos desde la Revolución Industrial hasta nuestros días se ha incrementado como mil millones de bombas de Hiroshima», decía Sigró. Y los mares no demasiado profundos y cerrados, como el Mediterráneo, son los que están sufriendo en mayor medida sus consecuencias.

Al incremento de la salinidad y de los niveles del pH, que especialmente afectan a las comunidades que los habitan, hay que sumarle el hecho que cada vez más se generan fenómenos meteorológicos de carácter más virulento. Las consecuencias las hemos visto. Las inundaciones del Delta, los Dana y la borrasca Gloria son un ejemplo. «No son sucesos nuevos, pero cada vez se producen en una frecuencia más corta y aumenta su intensidad por culpa del incremento de la temperatura del mar», decía Javier Sigró.

Pero, más allá, cómo nos afecta en nuestro día a día. La respuesta la daba Jaume Folch quien aseguraba que «el desarrollo de muchas especies depende de esta temperatura, lo que significa que a veces tenemos sardinas y otras no».

Folch fue rotundo. «Los 21 municipios de Tarragona que durante más de 40 años han dedicado su actividad económica explotando el ecosistema ahora están viendo que esto está cambiando de una forma que no les favorecerá». Por este motivo, pedía una «revisión» del modelo turístico, que controle la pesca deportiva y la presencia de barcos recreativos en la costa.

¿Está todo perdido? El mismo Folch daba la respuesta. «Debemos pensar de otra forma. Ya no nos sirve el desarrollismo de los años 60, porque estamos en otro escenario». La economía azul, con nuevos modelos de empresa más sostenible, puede aportar soluciones. Y es que, de lo contrario, el cambio climático todavía abrirá más la brecha social existente. «Algunos vivirán infinitamente y el resto de los mortales deberemos espabilar», concluía.