La subida de tipos ya frena las hipotecas en Tarragona
En Tarragona se cerró el mes de marzo con 717 firmadas, menos de las 742 de febrero y con una gran diferencia respecto a las 1.029 de enero. 2.488 se han firmado en lo que va de año
«Nuestra idea era comprar este año nuestra primera vivienda, pero hemos decidido aparcar esta idea a corto plazo. Las hipotecas fijas y variables están por las nubes y tenemos un amigo que trabaja en el sector inmobiliario y nos ha dicho que lo mejor es que esperemos porque ahora mismo no sale a cuenta meternos en una hipoteca, así que seguiremos de alquiler como mínimo hasta el próximo año». Es el testimonio de una pareja reusense, Paula y Joan, que se encuentra en la misma situación que muchos jóvenes y familias en general que ven como el acceso a la vivienda está cada vez más blindado. Esto repercute de manera frontal en las hipotecas.
El mes de marzo solo ha terminado de constatar un nuevo escenario que parece que ha llegado para quedarse. Con el 2023 se ha entrado en una tendencia descendente que apunta a entrar en una etapa vertiginosa cuesta abajo si nada cambia en los próximos meses. En Tarragona se arrancó el año con 1.029 hipotecas de vivienda concedidas, se pasó a una cifra de 742 en el mes de febrero y se cerró marzo con una preocupante cifra de 717. Los datos recopilados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) no engañan, el primer trimestre del 2023 invita al pesimismo.
La tendencia negativa no es solo a nivel provincial. A nivel nacional esto solo hace que acrecentarse. En enero comenzó un descenso que apunta a ser vertiginoso si nada cambia en los próximos meses. 36.182 hipotecas para la compra de viviendas se firmaron el pasado mes de marzo a nivel nacional, un 15,7 % menos que en el mismo mes de 2022, el mayor descenso desde enero de 2021.
¿Por qué se está dibujando este nuevo contexto hipotecario? La realidad es que hay un factor que resulta determinante y que explica casi de manera total porque se están pidiendo menos hipotecas. No es otro que la subida de los tipos de interés. Este hecho está expulsando la demanda, aunque por desgracia no reduce el precio de la oferta inmobiliaria.
Manel Sosa, experto Inmobiliario diplomado en la Universidad y abogado con 40 años de ejercicio, explica el panorama actual de las hipotecas de manera concisa: «Las hipotecas se conceden principalmente a través de dos modalidades: con interés fijo y con interés variable. El 71’4% de las que se conceden son a tipo fijo y el 28’6% restante es a tipo variable. Como se ha encarecido el precio del tipo de interés de la financiación para la compra de la vivienda, pues lógicamente se ha enfriado el mercado de las hipotecas».
Suben los dos tipos de interés
Tanto el tipo fijo como el tipo variable están ahora mismo por las nubes y eso tiene una relación frontal. El primero ha pasado de ser en torno al 1,50% a principios del 2022 al 3,50% en 2023. Esta subida ha sido una reacción a la subida frenética del Euríbor que ha disparado todavía más el tipo variable. El Euríbor a 12 meses, que es el índice usado para calcular el interés de estos préstamos, ha cerrado mayo con una nueva subida. Lo ha hecho con una media del 3,86% frente al 3,75% de abril. Y a consecuencia de este incremento, los hipotecados cuyo contrato se revise en las próximas semanas pasarán a pagar casi 300 euros más al mes de media. Además, se espera que el Banco Central Europeo (BCE) acometa una nueva subida de tipos en junio.
De esta situación se han aprovechado unas entidades bancarias que ante la alta demanda del tipo fijo han decidido encarecer mucho más este otro tipo de préstamos hipotecarios. Los datos lo demuestran y según los datos del INE del mes de marzo, las hipotecas a tipo fijo se han encarecido un 63% desde que comenzó la subida de tipos.
Para Sergio Nasarre, director de la Cátedra Unesco d’Habitatge de la URV, esta problemática de los tipos de interés se trata de una «causa coyuntural». El catedrático amplía su reflexión: «Los tipos de interés están muy altos y esto está tirando a la gente para atrás. Esta subida ha sido una medida que se ha tomado como reacción al tema inflacionario».
Lo cierto es que está subida del tipo de interés ya se lleva dando desde el 2022. ¿Por qué no ha sido hasta el primer trimestre de 2023 cuando se ha comenzado a reducir la demanda de hipotecas? Nasarre lo tiene claro: «En abril y mayo de 2022 la inflación estaba entre el 7 y 8% y esto era un anuncio de la subida del tipo de interés. Por eso la gente compró hasta que se mantuvieron bajos, aunque estuvieran subiendo, pero ahora está otra vez todo parado».
Acceso restringido a la hipoteca
No solo los tipos de interés, tanto el fijo como el variable, han subido. Los requisitos para acceder a una hipoteca son cada vez más restrictivos. Este es otro factor que ayuda a explicar la grave situación actual de las hipotecas. El problema es patente y Sosa hace hincapié en este aspecto: «Las entidades bancarias han elevado las condiciones y requisitos para acceder a la hipoteca. Solicitan trabajos con empleo fijo y un año mínimo de antigüedad y unos ingresos netos importantes a nivel mensual, por lo que no resulta nada sencillo».
Sergio Nasarre está muy de acuerdo y cree que la política de la vivienda no favorece en nada a la hora de plantearse la compra de una vivienda para muchas personas: «Ahora hay una dificultad muy elevada para el acceso para obtener un préstamo hipotecario. A la gente se le dificulta cada vez más. Se han quedado fuera de juego muchas familias por no cumplir los requisitos. La clase alta no tiene problemas, pero la clase media-baja y la clase baja están totalmente fuera de juego. Han tenido que alquilar en un mercado muy caro y que cada vez lo será más. Va a ser una retracción total en los próximos meses de la oferta de la vivienda».
Todo esto dibuja un panorama desolador que Manel Sosa expone con claridad: «Cada vez se contratan menos hipotecas porque han caído las compraventas y eso se debe a que hay menos gente que se puede permitirse comprar una vivienda. Los precios no han bajado y lo que no para es de subir la incertidumbre económica de los compradores por su inestabilidad y precariedad laboral».
La cosa no apunta a cambiar en un futuro a corto plazo y Nasarre deja en el tintero una conclusión que asusta: «La nueva ley de la vivienda va a ser un completo desastre. Estamos en un laberinto sin salida porque la situación de inseguridad general en Europa persiste y la gente sigue gastando como si hubiese un mañana y eso no ayuda. Seguimos yendo de vacaciones, comiendo en restaurantes y eso impacta de manera directa en la inflación».