La odisea de buscar piso de estudiantes en Tarragona

Los universitarios señalan que la complicación no está tanto en buscar la vivienda, sino en encontrar un piso bien ubicado y asequible. Muchos se ven obligados a compartir

«¡Hola! Me llamo Helena y tengo 21 años. Estudio en la URV y busco piso en Tarragona centro. Mi presupuesto es de 250 a 300 euros, máximo. Soy ordenada, tranquila y con ganas de hacer vida en el piso».

Helena es de Girona y este será su tercer año estudiando fuera de casa. En 2021 empezó el grado de Derecho en la Universitat Rovira i Virgil (URV) y, sin duda, encontrar piso antes de empezar el nuevo curso se está convirtiendo en su asignatura pendiente. «Algunos están muy hinchados de precio y otros suben mucho y con los gastos aparte», comenta.

La relación calidad-precio sería la principal razón que provoca rechazo por parte de los estudiantes: «Ves que hay pisos que valen 375 euros por persona y que realmente no valen eso, me siento engañada».

Muchos coinciden en que el problema no es tanto la falta de pisos, sino el precio que hay que pagar por ellos, y más si es para compartir. «La primera vez que buscaba piso iba muy perdida e hice lo que pude». Después de su extensa búsqueda y dos años en la ciudad, Helena ha marcado un límite: «No tenía ni idea del rango de precios aquí. Ahora ya sé que un piso en Tarragona por más de 350 euros por persona no es normal. Tarragona no es Barcelona. El piso tiene que ser muy bueno para que valga eso».

Compartir piso, la mejor opción

Entre las múltiples propuestas, compartir piso resulta ser la opción más recurrente para los estudiantes. «El tema de pagar yo sola y mantener el piso no me salía rentable y prefería estar compartiendo piso», asegura Lucía Pérez (18 años).

Cuando en junio se enteró de que entraba en el grado de Bioquímica y Biología molecular en la URV, no dudó en empezar a buscar: «Tenía en mente una residencia o un piso, aunque prefería un piso. Lo empecé a buscar justo al terminar la selectividad porque ya tenía en mente que me resultaría complicado». A través de un anuncio por redes sociales logró encontrar un apartamento: «270 euros por persona con gastos incluidos y lo comparto con dos chicas que ya están compartiendo piso», una ‘ganga’ que parece casi imposible de encontrar.

«Hay que están muy bien, pero te los quitan de las manos. Ves que se acerca septiembre y no hay nada. En comparación con el año pasado, noto que hay más gente buscando», asegura Helena.

Otra de las complicaciones se encuentra en la ubicación. Tienen claro que un piso en las afueras es más barato, pero depender de los medios de transporte no les convence. «Me gusta ir a pie para no tener que depender de medios de transporte para hacer mi vida», afirma Jesús. El joven lleva cuatro años en la ciudad y ha estado en tres pisos distintos: «Cuando estaba en primero de carrera pagaba 190 euros de alquiler más los gastos, que subían a 210 euros, y mis amigas de la universidad pagaban en la residencia unos 600 euros al mes».

La residencia de estudiantes es otra de las opciones elegidas: «Es mucho más fácil, tú te apuntas y en general te cogen. Si llegas a Tarragona y no encuentras piso es una buena opción». El coste mensual, sin dietas, se sitúa en torno a los 800 euros (habitación individual) y 600 euros (compartida). Ainara (22 años) empezó a buscar piso por la ciudad y al ver que ninguno le convencía, decidió apuntarse. «La tenía a cinco minutos de la universidad, era un precio fijo cada mes, y por los pisos que vi, casi que me salía mejor».

Por otro lado, desde la propia universidad cuentan con un servicio gratuito para ayudar a los miembros de la URV a alojarse en una vivienda a través de la Borsa d’Habitatge, donde los precios para pisos compartidos se sitúan en torno a los 300 euros por inquilino.

Las Redes Sociales, el gran aliado

Instagram, Twitter o Facebook se han convertido en un medio crucial para que los jóvenes encuentren piso, o lo que es mejor, saber con quién lo van a compartir. «La convivencia es muy complicada y delicada y creo que es muy importante seleccionar bien con quién vas a dedicarle muchas horas de tu vida», dice Jesús.

A través de historias de Instagram o páginas de Facebook como ‘Pis en Pis’, los estudiantes pueden presentarse, anunciarse, interactuar con los demás y tener más vías fuera de las convencionales. «He querido contactar con agencias inmobiliarias, pero muchas no me cogen el teléfono porque están de vacaciones», comenta Helena.

Con septiembre a la vuelta de la esquina y a apenas unas semanas para empezar el nuevo curso, la vivienda se está convirtiendo en una carrera llena de obstáculos para encontrar un lugar donde vivir.

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