La gasolina se encarece seis veces más que los salarios en Tarragona

El carburante se dispara y llega a su máximo este año en la provincia. Ya se rozan los dos euros. Los conductores repostan menos cantidad

El carburante se ha disparado entre un 9% y un 20% en Tarragona en relación con antes del verano. El precio del gasoil y la gasolina alcanza los máximos de todo este 2023. Hay que volver casi un año atrás, a noviembre de 2022, hace 11 meses, para ver valores más altos, en aquel 2022 en el que se batieron récords. Hay que recordar, sin embargo, que por aquel entonces existían descuentos para todos los consumidores, unas rebajas que ahora no existen, para agravio de los bolsillos.

Son cinco meses seguidos de subida constante, desde que en mayo se tocara fondo. El coste del combustible se añade al golpe de la inflación en la cesta de la compra y supera con creces la revalorización de los sueldos. Ese 20% de aumento en estos últimos meses sextuplica el incremento de los salarios bajo convenio en Tarragona en el acumulado de 2023, que se queda en un 3,19%.

Esa inercia golpea al ciudadano de a pie pero especialmente al sector del transporte. «Nos perjudica mucho, porque los precios se vuelven a enfilar de una forma bárbara. Lo estamos pasando muy mal y cuando ya parecía que nos estábamos recuperando, volvemos a caer», explica Joaquim Olivé, presidente del sector del taxi en la provincia.

Cálculos del taxi

El alza es tal que, según explica el representante del gremio, «hay compañeros que se están comprando ya híbridos y eléctricos porque les va a salir más a cuenta, hacen cálculos y ven que a la larga les cuadrará mejor. Lo que pasa es que se enfrentarán con otro inconveniente, como es la falta de puntos de conexión».

Las tarifas siguen creciendo y, en el caso de la gasolina, ya se ronda ese umbral psicológico de los dos euros el litro, al que se llegó por ejemplo durante diversos momentos del pasado verano, en 2022. Pongamos un ejemplo: si la Sin Plomo 98 cuesta una media de 1,942 euros el litro en Tarragona este mes, el año pasado a estas alturas estaba a 1,901, y hay que recordar que a ese precio había que poner una rebaja de 0,20. Otra muestra: la Sin Plomo 95 se ubica en 1,773 euros, y hay que regresar a julio de 2022, más de un año atrás, para ver un precio medio más elevado (1,991), siempre teniendo en cuenta los datos de Tarragona.

«Lo notamos muchísimo»

El coste actual también solivianta a las autoescuelas. «Para nosotros es un elemento primario y esencial, lo notamos muchísimo», admite Carles Oliver, presidente de las autoescuelas en Tarragona.

«Nosotros tenemos que llenar el depósito día sí y día también. En su momento ya quedamos fuera de todas las bonificaciones y ahora, con estos nuevos incrementos, seguimos sufriendo. Hay menos beneficio y menos margen», admite. Oliver cree que «puede ser que algunas autoescuelas tengan que subir los precios de cara al año que viene, o también una opción ha sido hacer clases de tres cuartos de hora en lugar de una entera».

El sector del transporte da la voz de alarma, si bien la situación no es tan complicada como la de hace un tiempo. «Hay preocupación dentro de los profesionales porque el descuento para los transportistas pasa desde este mes de los 10 a los cinco céntimos por litro, mientras el precio del carburante no deja de subir», explica Josep Lluís Aymat, directo de la Federació d’Autotransport de Tarragona (FEAT).

Para Aymat, «ahora disponemos de más mecanismos para actualizar los precios, tenemos ya los instrumentos legales y es obligatorio aplicarlos, lo que ocurre es que mientras no se actualizan esos precios la situación es preocupante. Y, además, una cosa es lo que dice la ley y otra lo que ocurre dentro del mercado». En un principio, los transportistas pueden emplear los índices de indexación para subir las tarifas a sus clientes en función del precio del carburante.

En otro punto del engranaje figuran las estaciones de servicios que suministran el combustible. En estos puntos de recarga ven cómo, cuando la gasolina se encarece, cambian algunos hábitos. «La gente hace lo que puede. Cuando los precios suben tanto, normalmente prefieren repostar menos para no gastar tanto en ese momento. Hay menos personas que llenan por completo el tanque y más gente que pone 10 o 20 euros», describe el empresario Pere Vilalta, presidente de la asociación de estaciones de servicio en Tarragona.

«Una especulación»

Vilalta también lamenta este «estas subidas que están del todo injustificadas, que responden a temas especulativos, y que dejan al consumidor indefensa». El responsable de las gasolineras en Tarragona recalca que «no nos beneficia, porque para ganar lo mismo tenemos que invertir más dinero en la compra del carburante, y la situación no es buena para nadie».

El coste final de los carburantes fluctúa en función de diversos conceptos, como el propio precio del barril de petróleo, la oferta y la demanda o los conflictos internacionales. Prueba de esto último es la invasión de Rusia sobre Ucrania, a inicios del año pasado, que disparó las tarifas, incluyendo también ahí toda la factura energética.

En esta ocasión, influyen factores como el descenso de la oferta de barriles de petróleo establecido por los países exportadores, junto, por ejemplo, con la inercia de la mayor demanda que existe durante los meses veraniegos.

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