La crisis climática dispara un 20% la mortalidad en Tarragona

Tarragona sufrió un exceso de 346 muertes el verano pasado, un alza que Salut atribuye más a las olas de calor que a una Covid bajo control. Un informe del Departament alerta del impacto en mayores, mujeres y clases económicas desfavorecidas

Un estudio recién publicado por el Departament de Salut arroja luz sobre el desconcertante exceso de mortalidad que se vivió durante el pasado verano. Tarragona registró una sobremortalidad de 346 defunciones entre junio y agosto. Se trata de un incremento de más del 20% sobre la previsión estimada. Todo ello sucedió en un espacio concreto de tiempo, con la Covid claramente bajo control y en un año, 2022, en el que el resto de épocas no asistieron a esa mortalidad por encima de lo normal.

¿Qué ocurrió, pues, entre junio y agosto? Por primera vez, una administración pública deja atrás el terreno de las hipótesis y apunta con mucha claridad hacia un factor decisivo: la crisis climática, concretada en las inusuales olas de calor vividas, está detrás de ese aumento de los fallecimientos. «Las olas de calor mantenida, acompañadas de otros factores como la contaminación, la sequía y el polen, afectaron al estado de salud de la población, especialmente de las personas más mayores, con patologías crónicas y en una situación social vulnerable», expone este estudio, llamado ‘L’excés de mortalitat a Catalunya’. La investigación añade que «las mujeres, por su estructura por edades más envejecida y por el nivel socioeconómico más bajo han sufrido más los efectos de las olas de calor sobre la salud». En ese nivel de vida influyen aspectos como «un menor acceso a ventajas como el aire acondicionado y otras medidas para apaciguar los efectos».

Los investigadores apuntan que la causa más probable del aumento de defunciones sea el fuerte calor, mientras que el impacto de la Covid «parece más limitado», en un verano con la mayoría de la población ya vacunada y con temperaturas extremas durante muchos días. Según el trabajo, el exceso de mortalidad es especialmente significativo en el grupo de edad de 90 y más años «y los tres meses de verano (de junio a agosto) con los que han contribuido a este exceso de mortalidad». Además, añade que «en las áreas rurales y en las áreas básicas de salud urbanas socioeconómicamente más deprimidas, el exceso de defunciones fue más elevado».

¿Cómo se traslada todo ello a la realidad de Tarragona? El s"https://momo.isciii.es/panel_momo/" target="_blank">istema de monitorización de mortalidad MoMo del Instituto de Salud Carlos III, una de las herramientas de base del estudio, indica que en junio hubo un exceso de 80 defunciones en la provincia, que se disparó en julio (140) y en agosto (126). El 58% de ese exceso de todo el año se acumuló en ese trimestre estival. Y por poner otra comparativa: en enero, mes de irrupción de ómicron que desembocó en un aumento de casos y muertes, en el último azote grave de la Covid, el exceso de decesos se quedó en 118, por debajo de los récords hollados en verano.

«El calor agrava problemas»

Más allá de ese estudio, algunos expertos señalan que la influencia del calor como desencadenante letal será cada vez mayor, aunque quizás solo un factor más. Así lo indica Pau Miret, sociólogo y profesor en la UOC: «Las olas de calor son cada año peores. También hay que tener en cuenta que vivir a más de 30 grados durante cuatro meses tiene una repercusión, y más en una población envejecida. El calor agrava problemas de base respiratorios o cardiacos». Fuentes de Mémora en Tarragona explicaban entonces que «entre los meses de junio y julio hemos registrado un 20% más de actividad, muy vinculado a la ola de calor».

La compañía sostenía que «la actividad en julio fue la misma que en los meses de invierno», donde la mortalidad suele ser mayor por las complicaciones patológicas en mayores y enfermos. Asimismo, Mémora registró otro incremento entre mayo y junio, más ligado a mortalidad por Covid.

Ahora es Salut quien apunta a la temperatura extrema como detonante. La combinación de los datos de la Xarxa d’estacions meteorològiques automàtiques de Catalunya, con los balances de sanidad, y tras aplicar los decalajes respectivos, dibujan esa correlación clara entre temperatura y defunciones y menor entre las infecciones respiratorias agudas (las denominadas IRA) y las muertes.

La crisis climática, con cada vez olas de calor más intensas y duraderas, está detrás. «La evolución pone de manifiesto que 2022 fue el verano con más días de temperaturas máximas por encima de los 33ºC, con diferencia respecto a los otros años. Estas temperaturas elevadas e inusualmente prolongadas en el tiempo refuerzan la hipótesis de que sea la causa principal del aumento de defunciones», indica el informe del Departament.

Tres olas de calor pusieron contra las cuerdas a la población más vulnerable de Tarragona. Esos envites batieron registros en cuanto a duración e incidencia temprana, hasta el punto de que vivimos 42 de los 93 días del verano, el 45%, bajo olas de calor, una situación insólita que tuvo su coste en términos de salud.

Tampoco hay que obviar, en esa ecuación de factores, la contribución de la pandemia en ese exceso de mortalidad. Aunque «parece que ha sido menor», el estudio señala la conveniencia de «estudiar con más profundidad» elementos como «los retrasos en los cribados y los diagnósticos, la reducción de los efectos protectores de las vacunas o el impacto sobre la salud que tiene el síndrome postCovid-19, así como el incremento de las desigualdades a partir de la crisis energética y de la pandemia».

Mujeres y mayores de 85 años

El estudio del panel MoMo que sirve de base a Salut permite hacer un análisis más exhaustivo en clave provincial de ese exceso de defunciones durante el verano pasado. Casi un 57% de ese excedente de muertes eran de mujeres. Siete de cada diez eran de mayores de 85 años.

Todo ello ha acabado impactando en el balance anual de 2022. Tarragona registró en todo el año un exceso de casi 600 defunciones por todas las causas en relación a las que estimadas de inicio. La cifra se queda sensiblemente por debajo del saldo de 850 que hubo en 2020, un año evidentemente anómalo por una irrupción de la Covid que desbarató todos los recuentos. Sin embargo, el saldo de 2022 supera con creces el exceso cuantificado en 2021 (hubo un balance de 168 pérdidas de vidas sobre las proyectadas). Hay que tener en cuenta que la pandemia estaba mucho menos controlada en 2021 –no había vacunas generalizadas y los fallecimientos eran mucho más elevados– que en ese 2022 donde también hay excesos que, en este caso, Salut imputa más a la climatología extrema.

Más allá de esas anomalías del verano, el estudio va más allá, a la hora de valorar la incidencia del clima sobre la salud y la influencia de cuestiones como esa pobreza energética. «Hay que priorizar el análisis del impacto del cambio climático en la salud de la población, ya sea directamente por las nuevas situaciones meteorológicas extremas –temperaturas, sequías prolongadas, lluvias intensas, subidas del nivel del mar–, como indirectamente a través de los determinantes sociales», indica el estudio, que concluye: «Hay que tener en cuenta el incremento de las desigualdades y del número de personas en situación de vulnerabilidad».

Un verano más letal que los de la pandemia

Los balances experimentales del INE son otra de las fuentes que reflejan esos niveles de fallecimientos por encima de lo normal. Entre junio y agosto hubo 2.004 muertes en la provincia, un 14% más en relación a un año en el que la pandemia siguió golpeando fuerte como fue 2021. En relación con 2019, un año antes de la Covid, el aumento es aún más notorio y se sitúa en el 18%.

Pero se da la circunstancia de que si comparamos solo los veranos, ese periodo crítico de 2022 ahora bajo la lupa fue mucho más letal que el de 2020, año por excelencia de la Covid. En ese verano de la irrupción del virus hubo 1.732 defunciones en Tarragona, un 15% menos de las que hubo el año pasado, con esa elevada incidencia de las temperaturas altas. Hay que tener en cuenta que el verano de 2020 fue relativamente benévolo en términos de coronavirus. La mortalidad regresó a niveles normales tras una primavera de auténtica pesadilla. Contribuyó a ello el Gran Confinamiento domiciliario.

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