La Catedral recupera un antiguo reloj del siglo XVI
Los alumnos del Comte de Rius han participado en la
restauración del aparato que marcó las horas durante más de
370 años. Ahora puede visitarse en la capilla de Santa Llúcia
Marcó las horas de la ciudad durante más de 370 años hasta que a finales del siglo XIX quedó abandonado en la Sala dels Rellotges de la Catedral. Allí permaneció acumulando polvo hasta el mes de enero de 2020, cuando la relojera y jefa del Departament de Fabricació Mecànica del Institut Comte de Rius, Marina Nogués, buscó un nuevo reto e involucró a los alumnos del Cicle de Disseny en Fabriació Mecànica en la restauración de una pieza que «no es única, pero tenemos muy pocos ejemplares».
Se trata del Rellotge Vell de la Catedral de Tarragona, una pieza del siglo XVI, que fue construido por el relojero Jaume Ferrer y que en parte fue financiado a través de una tasa que se impuso sobre la venta de carne. Desde este jueves puede apreciarse en la capilla de Santa Llúcia de la Basílica Metropolitana, una oportunidad para conocer un mecanismo singular que forma parte del patrimonio industrial y cultural de la ciudad.
Uno de los primeros elementos que llama la atención es que este no tiene agujas, sino que está formado por un sistema de engranajes con los cuartos y las horas que son los que activaban las campanas de la Catedral. Un sistema que inicialmente comportó «un margen de error de media hora cada día hasta que en el año 1700 se hizo una intervención y se colocó un péndulo», explicó Nogués.
Esto permitió ganar una precisión que «funcionó más o menos bien» hasta la Guerra del Francés, cuando este fue destruido y tuvo que repararse. Un relojero del Maresme se encargó de este trabajo y en aquellos momentos se introdujeron nuevos componentes, que permitieron afinar en la medida del tiempo. Pese a ello, todavía había «un margen de error de unos cinco minutos al día, que con la llegada del ferrocarril no podía permitirse».
Así es que finalmente en 1882 fue sustituido por otro de nuevo y el reloj, que durante más de tres siglos marcó el ritmo de la ciudad, quedó definitivamente aparcado.
El alma mater de este proceso de recuperación ha sido Marina Nogués, que hace veinte años cuando impartía clases en Vilafranca del Penedès ya restauró un reloj de la iglesia de Santa Maria y, posteriormente, al ser trasladada a Reus se encargó de los de la Prioral y Misericòrdia. Un nuevo cambio de ubicación la llevó al instituto Comte de Rius. Así es que empezó el proceso de búsqueda de un nuevo aparato, lo que la llevó hasta la Catedral.
El proceso empezó con una exhaustiva limpieza que permitió sacar la capa de óxido acumulada. También se hizo un dibujo en 3D y se hicieron cálculos y comprobaciones varias. «Hemos seguido el criterio de restauración que se utiliza en Europa, ya que queríamos que se vieran los golpes y las marcas, de forma que quedara lo más parecido al original», añadió. Un proceso que, según el profesor del Comte de Rius, Xavier Rodríguez, «ha supuesto un reto, ya que los alumnos de cuatro generaciones han trabajado en la restauración y descubierto los ingenios que permitían que sonaran las campanas».
Ahora el reloj está parado, pero ha recuperado las condiciones para que pueda funcionar de nuevo. Así se lo encontrarán los visitantes que durante los próximos meses entren a la Catedral, antes de que vuelva a su sitio, en la Sala dels Rellotges. Los Amics de la Catedral esperan que el traslado pueda producirse aproximadamente dentro de un año, mientras tanto el decano de la Catedral, Joan Miquel Bravo, abría la puerta a la posibilidad de repetir el proceso con otra de las piezas que todavía se conservan y que forman parte del patrimonio de la ciudad.