La Catedral de Tarragona quiere ‘jugar’ en la Champions
La restauración de la pinacoteca gótica constituye un nuevo paso hacia la consecución del nuevo Museu Diocesà, un proyecto de país que quiere ser un revulsivo para el turismo cultural
Tarragona está en el mapa gracias a su conjunto patrimonial romano, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por parte de la Unesco. Sin embargo, más allá de los grandes monumentos que gozan de esta distinción, el conjunto Catedralicio constituye una de las joyas de la corona y una parada obligatoria para las personas que quieran conocer los más de veinte siglos de historia de esta ciudad.
Según datos de la empresa Developing Natural Activities (DNA), a finales del pasado mes de agosto unas 100.000 personas habían accedido al complejo formado por la Catedral, el claustro y el Museu Diocesà. Una cifra que podría incrementarse hasta alcanzar los 140.000 visitantes a finales de año, lo que supondría un «resultado histórico», según asegura el consejero delegado de la empresa gestora, Francisco Javier Castillo.
A los buenos datos turísticos que ha registrado la ciudad desde el final de la pandemia hay que sumarle la mejora constante en el sistema de gestión del espacio y un hoja de ruta clara en cuanto a la puesta en valor del conjunto. De esta última parte se está encargando con esmero el Museu Diocesà, que hace dos años y medio iniciaba una nueva etapa bajo la dirección del arqueólogo Andreu Muñoz, que está dedicando grandes esfuerzos en unas nuevas instalaciones que hagan de este entorno «un proyecto de ciudad y de país».
«Uno de los objetivos que nos marcamos el equipo fue la necesidad de crear un proyecto estratégico que nos marcara las líneas futuras y los objetivos que queríamos alcanzar», explica Muñoz. El escenario final es ambicioso, por lo que decidió trabajarse a dos velocidades.
Contenido y continente
La primera línea era la puesta en valor de unos espacios del museo que habían quedado «desfasados» por el paso del tiempo en materia de seguridad, conservación y relato. «Éramos conscientes de que son ámbitos realmente espléndidos, porque son históricos y tienen un gran potencial, por lo que debíamos actuar tanto en lo que se refiere al contenido como al continente», argumenta.
Para ello se establecieron unas fases, la primera de las cuales se inauguró en junio del año pasado con la creación de una sala específica desde el periodo prehistórico al mundo islámico. En esta también se intervino sobre el refectorio, que expone las piezas de los siglos XIII y XIV.
La segunda fase permitía, en marzo del año pasado, la recuperación de Santa Tecla la Vella, que hasta el momento permanecía inaccesible al público. En este caso, la intervención se priorizó coincidiendo con la conmemoración de los 700 años de la llegada de la reliquia del brazo de Santa Tecla, sumándose de esta forma a una celebración histórica que se vivió con importante júbilo.
La inauguración el pasado viernes de la renovada pinacoteca gótica, en la capilla del Corpus Christi, constituía la culminación de la tercera fase. La actuación permitirá al público visitante conocer los diferentes estilos y autores de una treintena de obras, que constituyen una de las principales colecciones de Catalunya, en un marco único, como el que representa el espacio en el que se celebraron algunas de la reuniones de los Concilios Provinciales de la Tarraconense.
Todavía quedan dos nuevas fases. La más inmediata, que se prevé que esté acabada antes de fin de año, consiste en la creación de un circuito arqueológico que conectará las diferentes salas del museo. «Llegará un momento en el que el visitante, que irá por detrás del muro del témenos, se encontrará con un passetto de 2.000 años de historia, con muros romanos de once metros de altura» afirma Muñoz, quien asegura que «esto ninguna catedral de España lo tiene».
La última parte de la mejora de las instalaciones está prevista para el año que viene, cuando se abordará la parte de las salas en las que se exponen las obras de arte desde el Renacimiento al siglo XXI.
Una caja «única»
En paralelo, se está trabajando en el proyecto del nuevo Museu Diocesà, que ocupará las dependencias de la exedra romana, justo fuera del muro del recinto Imperial. «La particularidad del edificio es que nos permitirá genera un espacio de interpretación arqueológica e histórica, porque estamos hablando de una caja de 2.000 años, lo que nos permite jugar a nivel internacional», asegura este arqueólogo.
Este muro romano de once metros de altura –que data de mediados del siglo I dC– fue la pared maestra sobre la que posteriormente, durante la época medieval, se construyeron las bodegas y los cuartos de los canónigos. Esto hace que estemos delante de un espacio único, que prácticamente puede decirse que recoge todos los registros de la historia de la ciudad, suma de la mezcla de las paredes de sillares con los arcos diafragmáticos medievales.
El pasado mes de marzo se iniciaban las excavaciones en esta planta baja del edificio, que en un futuro deberá acondicionarse como un espacio de interpretación arqueológica. Asimismo, el inmueble dispone de otros tres plantas de altura, que en total suman una superficie útil de exposición de unos 3.000 metros cuadrados.
El proyecto definitivo es el que acabará de ‘dibujar’ el nuevo museo. Sin embargo, la primera planta ofrecerá una balcón desde el que podrá apreciarse el traspaso de la época romana a medieval. En cuanto a los otros niveles, aquí se ubicará el espacio de reservas, además del almacén y la zona de exposición. Asimismo, otro de los principales puntos fuertes es que los visitantes podrán pasear por el sobreclaustro de la Catedral.
Unas 10.000 piezas
Esta inversión permitirá incrementar sustancialmente las piezas expuestas, teniendo en cuenta que actualmente el Museu Diocesà dispone de una colección de alrededor de 10.000 piezas de las cuales tan solo unas 300 están expuestas. «Aproximadamente quedan dos terceras partes de los materiales que ahora no podemos mostrar, teniendo en cuenta que muchas permanecerán en la reserva o que difícilmente por su interés se expondrán», puntualiza Andreu Muñoz. Este se muestra convencido de que el proyecto es un «caballo ganador». «Difícilmente tienes en España un museo con esta potencialidad».
Para que todo esto pueda seguir adelante, el siguiente paso será la definición del proyecto definitivo además de la constitución de una mesa de administraciones, en el que puedan sumarse todas las partes interesadas. Estas deberán buscar los recursos necesarios, teniendo en cuenta que la inversión global se calcula que ascenderá a unos cinco millones de euros. «Esto es un proyecto en el que la Iglesia es la albacea, ya que no es propietaria en sí misma. Conservamos todo esto, pero en un sentido de propiedad real esta es de toda la sociedad», dice.
De momento los contactos que se están estableciendo son muy positivos. Tanto las administraciones, como organismos como la RSAT, el ICAC o la URV lo avalan. Ahora deberá concretarse en qué se materializa este compromiso y si pueden conseguirse los recursos, ya sea a través de un Feder o del 2% Cultural.
«Esto es un proyecto de país en el que todos debemos poner la parte que podamos porque al final puedes genera una riqueza turística y cultural de unas proporciones brutales», se muestra convencido Muñoz. El objetivo es unir el Museu Bíblic con el refugio, la Catedral, el gran Museu Diocesà, el campanario y Santa Tecla la Vella, además del circuito arqueológico. «Estamos generando un gran producto cultural y de turismo de calidad que nos dispara a nivel internacional», añade.
Aunque el proyecto tarraconense mantiene una singularidad muy particular, las catedrales de Milano, Florencia y Ginebra son algunos de los ejemplos más similares.
La disponibilidad de recursos es la que acabará marcando el calendario. No obstante, el director del museo cree que si el conjunto de las administraciones van de la mano, este podría ser una realidad en 2030.