La carnicería de más de un siglo de La Riera que cierra por la luz
El negocio, abierto en 1919, baja la persiana tras cuatro generaciones por no soportar las subidas de electricidad y gas
El cierre de pequeños comercios en pueblos y ciudades es un goteo constante propiciado por la competencia de las grandes superficies y las centrales de distribución. Ahora nos llega que una carnicería, con más de un siglo de existencia, cierra en La Riera de Gaià (Tarragonès). Cal Pastor, nombre de toda la vida, baja persiana, no por sucumbir ante las gran superficie, por la guerra de precios, ni por falta de clientela. La causa es otra guerra: la que ha acarreado una subida desorbitada de la factura de la luz y el gas.
Joan Casas Torras, cuarta generación de la saga de Cal Pastor, es quien ha tenido que tomar, muy a pesar suyo, la drástica decisión de finiquitar el negocio familiar. «La situación se había hecho económicamente insostenible», lamenta Joan. Arguye que «hemos pasado de pagar 300 euros al mes a 900, en la factura de la luz y de 100 a 200 euros mensuales por el gas». «Desde principios de año, cuando la espeluznante subida de la energía, he tenido que poner cerca de 6.000 euros del bolsillo para cubrir los gastos de consumo», admite el carnicero.
Joan Casas se hizo cargo del negocio en 2019 cuando su padre, Jaume Casas Sordé (el alcalde de La Riera de Gaià) se lo cedió al cumplir la edad de jubilación. Jaume asegura que no dudó en aconsejar a su hijo «bajar persiana», pese a que «me duele en el alma, pero hay que ser pragmáticos ante la triste realidad».
Padre e hijo cuentan con una fiel clientela del pueblo y de localidades del entorno, incluida Tarragona, público que ha lamentado profundamente el cierre. Tenían clientes con los que garantizar la continuidad. Sin embargo, para soportar el gasto energético y mantener un mínimo margen de beneficio «haría falta doblar las ventas o bien repercutir al alza el precio de las carnes, cosa inviable por razones obvias de competividad», razona Joan.
Cal Pastor abría los jueves por la mañana, viernes y sábados hasta el mediodía. No obstante, «las dos cámaras no dejan de funcionar los 365 días del año, tanto si es para un solo cordero como si están a tope y de ahí el problema», incide Jaume Casas.
Corría 1919 cuando Joan Casas Martí, ganadero de La Riera, compró la casa en el 1 de la Calle Mayor, consolidando allí un negocio que había tenido inicios en otra ubicación del pueblo. Joan contaba con dos hermanos más: Anton y Bartomeu. Como quiera que Joan Casas Martí no tenía descendencia, confió el negocio de la carnicería a su sobrino, Bartomeu Casas Blanch, hijo de Bartomeu Casas Martí, que era quien llevaba a pastar el rebaño de corderos. Y aquí, ya tenemos la marca Cal Pastor que ha llegado hasta nuestros días.
En un principio solo vendían carne de xai, pero en los años 60 del siglo pasado, incorporaron la venta de pollos. Siendo el titular, Bartomeu Casas Blanch, carnes de cerdo y sus elaborados (salchicha, butifarras, sobrasada...), así como vacuno. Casas Blanch compró unas fincas rústicas para producir alfalfa y maíz como forraje para ganado, en un momento que disponían de corrales, pocilga y vaqueria. Luego, al prescindir del ganado, las tierras se destinaron al cultivo del avellano.
Jaume Casas Sordé en cierta época explotó el negocio secundado por su hermana Roser y el hermano Bartomeu. Jaume se resiste a desmantelar la carnicería y el obrador, aunque no descarta alquilar el local si se presenta la ocasión. Y Joan, el cuarto de la generación de carniceros, el cual manifiesta gustarle el oficio, quiere mantener un hilo de esperanza por si se consigue una configuración más justa del precio de la energía, antes de colgar definitivamente el delantal.