‘Habemus’ proyecto para lo que debe ser el nuevo centro cívico de la Part Baixa de Tarragona

Los arquitectos presentan al Ayuntamiento la propuesta para dar uso al edificio de la calle Santiyán, 8. Habrá seis aulas polivalentes, y se reformará la fachada, la cubierta y el patio

El Ayuntamiento de Tarragona ya tiene entre sus manos el proyecto que permitirá convertir el edificio abandonado de la calle Santiyán en un centro cívico abierto a la ciudadanía. Tras el encargo del anterior equipo de gobierno, el Despatx d’Arquitectura 4 Ratlles presentó en verano una propuesta que, de ejecutarse, desencallaría una de las grandes reivindicaciones vecinales: un espacio para llevar a cabo actividades y dinamizar de una vez por todas el Barri del Port.

La idea es devolverle la vida a un edificio abandonado desde hace más de 40 años. Se trata del número 8 de la calle Santiyán, de propiedad municipal. Primero fue una escuela y después el cuartel de la policía nacional. El edificio –ubicado justo al lado de la iglesia de San Nicolás de Bari– está muy deteriorado. Los vecinos llevan años denunciando que el inmueble es un nido ratas y de palomas, y que, durante algunas épocas, ha estado ocupado.

Con la idea de revitalizar el barrio, un grupo de vecinos –bajo el nombre de la Xarxa de la Marina, y siempre de la mano de la asociación de vecinos del Barri del Port–, detectaron que el edificio de la calle Santiyán era un espacio perfecto para hacer un equipamiento vecinal. El problema era que el Ayuntamiento estaba a punto de firmar un convenio con la Generalitat para derruir el histórico edificio y convertirlo en viviendas de protección oficial. La propuesta de los vecinos al equipo de gobierno de Ricomà logró paralizar la operación.

Fue entonces cuando el Ayuntamiento encargó al Despatx d’Arquitectura 4 Ratlles la redacción de un proyecto que transformara este inmueble. «Cuando entramos al interior, vimos que era un edificio con muchas posibilidades», explica el arquitecto e impulsor de la iniciativa, Ramon Corbella.

Las directrices del anterior equipo de gobierno eran claras. Los arquitectos tenían el cometido de elaborar un proyecto que transformara parcialmente el edificio, teniendo en cuenta que la partida presupuestaria era de máximo 450.000 euros. El despacho se puso manos a la obra adecuando la propuesta a los recursos disponibles.

«Hemos hecho un proyecto de mínimos. Justo para que el equipamiento pueda empezar a funcionar», explica Corbella. La idea es habilitar los 600 metros cuadrados de la planta baja del edificio, reparar la cubierta y la fachada, y recuperar la fuente del patio interior, una de las joyas de la corona. Las otras tres plantas se dejarán para más adelante. La propuesta también contempla renovar toda la carpintería y mantener los dos accesos al edificio.

Aprovechando la distribución actual de la primera planta, la intención es acondicionar cinco aulas polivalentes y un salón de actos –un poco más pequeño que el Teatret del Serrallo–, para que puedan empezar a utilizarse. La idea inicial era poner en marcha una especie de cantina, pero finalmente se ha descartado a petición del Ayuntamiento.

«Nos imaginamos que los vecinos puedan reservar estos espacios a un precio simbólico, y que se lleven a cabo actividades como campeonatos de ajedrez o clases de yoga, por ejemplo», explica Corbella, quien añade que «faltan equipamientos como este en el barrio. Daría mucha vida y se crearía actividad. Los tarraconenses vendrían aquí». La idea es que las entidades del barrio tuvieran prioridad a la hora de usar estas salas. Sobre todo para llevar a cabo reuniones de la asociación de vecinos que, cabe recordar, llevan años sin sede social por problemas estructurales en el local de la calle Reial.

Mirando al futuro

El edificio de la calle Santiyán tiene cuatro plantas, pero el proyecto presentado solo pretende habilitar la planta baja y dejar preparados los otros tres pisos de cara al futuro. El objetivo final es que el equipamiento cuente con un total de 22 salas.

«Pero antes que todo esto, es muy necesario la limpieza y desinfección del lugar», añade Corbella. Y es que lo cierto es que el equipamiento lleva desde los años 80 abandonado. Las palomas han entrado y hay al menos un palmo de excrementos en las golfas. También habrá que retirar algunos muebles antiguos de la escuela o del cuartel.

El Ayuntamiento, alineado

El despacho de arquitectos presentó el proyecto en verano y, ahora, la pelota está en el tejado del Ayuntamiento. Fuentes municipales aseguran al Diari que «el gobierno actual apuesta por instalar un equipamiento para el barrio en el edificio de Santiyán». Ahora, la única duda es saber cuando se activará la maquinaria de contratación para licitar las obras.

«No queremos que todo esto quede en un cajón, como ha pasado en otros proyectos. Hemos llegado hasta aquí, que ya es mucho. Tenemos proyecto y presupuesto. Es momento de licitar y de acompañar el proyecto de recursos, tanto económicos como humanos», dice Corbella.

La revitalización de este equipamiento será clave para el desarrollo del Pla Integral de la Part Baixa, una de las obsesiones del alcalde Viñuales.

De un edificio portuario a un cuartel, pasando por un colegio

La historia de este edificio se remonta a finales del siglo XIX, cuando formaba parte del conjunto portuario y estaba vinculado a la venta al detalle. De hecho, las portaladas de la fachada dejan entrever que podría tratarse de una especie de mercado.

En el año 1978, el edificio fue adquirido por las Monges de la Teula, quienes encargaron al arquitecto municipal del momento, Magí Tomàs, que hiciera un proyecto para remontar el edificio. Fue entonces cuando el inmueble se amplió, y pasó de tener una planta baja a contar con cuatro pisos. Se convertía así en la escuela de la Presentació, y más tarde, en el colegio del Generalísimo. Un edificio del régimen.

Después pasó a ser el cuartel de la policía nacional y, durante unos años, el cuartel convivió con la escuela. El edificio quedó en desuso a mediados de los años 80 y, desde entonces, ha estado abandonado.

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