Fiestas populares y alcohol, ese melón que nadie quiere abrir
Tarragona (como cualquier municipio en fiestas que se precie) está engalanada con publicidad de bebidas alcohólicas a la vez que, contradicciones de la vida, redobla esfuerzos para concienciar a los jóvenes sobre su consumo
Dice Xavi Moya que «este es el melón que nadie quiere abrir porque asociamos el alcohol con las fiestas, con el tiempo de ocio... No queremos abrir el debate porque el alcohol nos cambia el comportamiento y nos ayuda a socializar».
Moya, alcohólico en recuperación, se refiere a la publicidad de las fiestas de Santa Tecla que estos días puede verse por toda la ciudad y en la que algunos elementos del Seguici Popular aparecen llevados por unas botellas de cerveza.
No se trata de una publicidad nueva ni de algo que pase exclusivamente en Tarragona (basta con mirar las fiestas de La Mercé en Barcelona, sin ir más lejos). Pero esa es, justamente, la cuestión: la presencia de alcohol en la fiestas es tan habitual que a nadie le llama la atención, dice. «¿A que si en lugar de botellas de cerveza fueran paquetes de Marlboro todos pondríamos el grito en el cielo?», se pregunta.
Se trata de un dilema que ha suscitado alguna polémica. La más recordada tuvo lugar en 2017 cuando el Departament de Salut, con Toni Comín (Junts) a la cabeza, mandó una carta al Ayuntamiento de Tarragona para pedirle que no promocionara bebidas alcohólicas. El entonces alcalde, Josep Fèlix Ballesteros (PSC), aseguraba que no se promocionaba el alcohol sino la fiesta y aprovechaba para mostrar fotos de Carles Puigdemont en un acto brindando con cava.
Ese mismo año se presentaba la ‘Begudeta’ de las fiestas, una bebida no alcohólica para niños que emulaba a la ‘mamadeta’, la bebida de las fiestas que sí lleva Chartreuse (55º). Después aquel rifirrafe, no obstante, poco más se supo.
Consultados respecto a la política actual, desde el consistorio señalan que «desde el Ayuntamiento no se promocionan bebidas alcohólicas, pero como en otras muchas ciudades, nuestras fiestas las patrocinan marcas. El Ayuntamiento no participa desde hace años en ningún acto de promoción del alcohol (como se hacía muchos años atrás) y, además, desde hace tiempo hace campañas de uso responsable del alcohol así como de prevención».
Y es cierto: en las páginas finales del programa de Santa Tecla hay recomendaciones sobre consumo responsable. Desde hace años, además, el Ayuntamiento tiene un programa para concienciar a los adolescentes sobre el consumo de drogas durante el curso, así como iniciativas especiales durante las fiestas. Justo el mes pasado se aprobó la licitación para continuar con el programa Nits Q y se dio luz verde a la contratación de un dinamizador del ocio nocturno. Pero ¿Una cosa compensa la otra? ¿Es una acción coherente?
Antoni Llort, profesor del Departamento de Antropología, Filosofía y Trabajo Social de la URV, considera que hay varios escenarios posibles. En un extremo estaría un escenario neoliberal puro y duro donde no se regula nada y donde la publicidad y el consumo son libres, y en el otro un escenario prohibicionista como el de la Ley Seca que rigió en Estados Unidos el siglo pasado.
En opinión de Llort, nos movemos un escenario mediterráneo, «donde hay una cultura de la bebida alcohólica, sobre todo fermentada, y donde la educación para el consumo se da en las casas... Es una realidad que no podemos negar».
Pero incluso en este contexto, el profesor cree que la administración debería contar con otros recursos para financiar sus fiestas y no tener en el alcohol a uno de los principales patrocinadores. «La industria ya tiene sus medios para visibilizarse», señala.
Protección ambiental
Pero entonces ¿qué influencia tiene la omnipresencia del alcohol en la forma en que consumen los más jóvenes? Llort señala que los estudios científicos demuestran que hay elementos del entorno que ayudan a disminuir el consumo de riesgo. Es lo que se llama ‘prevención ambiental’. Esos factores incluyen, además de la publicidad, cambios en los horarios de venta de alcohol o la subida del precio. En este sentido pone el ejemplo de la bajada de consumo que sucedió a la ley del tabaco. «Todo suma», resume.
Respecto a los programas de prevención, considera que, en general, los que se han estado haciendo son insuficientes y tienen poca base científica. En Tarragona, no obstante se han se han dado pasos adelante como el programa Planet Youth, que puso en marcha Tarragona y que se basa en datos estadísticos.
En este sentido, recuerda que el alcohol es la sustancia por la que hay mayor demanda de tratamiento tanto en Tarragona como en Catalunya y España. En Tarragona, un 23% de los y las adolescentes ha practicado alguna vez el binge drinking (beber el máximo de alcohol en poco tiempo) y un 18% se ha emborrachado en el último mes, según los datos del estudio Consum de substàncies en adolescents tarragonins i adiccions comportamentals, realizado por el grupo de investigación SBRlab (Social and Business Resarch Lab) de la Universitat Rovira i Virgili. El mismo fue fruto de una encuesta a 1.300 chicos y chicas de 15 a 17 años, con la colaboración del Ayuntamiento.
Lo dicho, todo un melón para quien esté dispuesto a abrirlo.
El pasado mes de julio el Consejo de Ministros dio luz verde al anteproyecto de ley de prevención del consumo de alcohol y de sus efectos en los menores de edad. La norma propone prohibir «en un perímetro que diste de 200 metros lineales de los accesos a zonas frecuentadas por personas menores de edad tales como centros de educación en educación primaria, secundaria obligatoria, formación profesional, de enseñanzas especiales y bachillerato, centros sanitarios, de servicios sociales y sociosanitarios, parques y lugares de ocio infantil». La ley despertó preocupación en la hostelería porque obligaría a cambiar mesas, sillas y sombrillas que contengan publicidad del alcohol como hasta ahora.