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Los residentes que se quedarán a ejercer aquí serán insuficientes para cubrir las vacantes por jubilación

Fichar un médico especialista en Tarragona –y en toda Catalunya– es casi misión imposible. No los hay, ni los habrá. Las bolsas de trabajo están vacías. No hay manos disponibles. Y teniendo en cuenta el número de jubilaciones previsto durante los próximos años, el problema se agrava todavía más. No se están formando suficientes profesionales como para cubrir todas estas bajas. Si no se ponen en marcha medidas urgentes, los hospitales y ambulatorios quedarán vacíos de especialistas. El problema requiere una reacción rápida o un plan de rescate urgente, ya que cabe tener en cuenta que, para formar un médico, se necesitan, como mínimo diez años, lo que obliga a trabajar con cierta planificación.

En el caso de la demarcación de Tarragona, y según un estudio del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT), faltan un total de 50 médicos especialistas, repartidos entre todos los proveedores sanitarios de la demarcación. Hablamos de hospitales y ambulatorios. Para que nos entendamos, hay 50 plazas que no están cubiertas, porque no hay suficientes médicos con la especialidad. Este es solo un ejemplo de la situación por la que pasa el sistema sanitario.

«Hace 20 años que estamos advirtiendo de la falta de médicos. Nadie nos hacía caso y, ahora, que es más que evidente, los gobernantes no saben cómo solucionarlo. Podrían haberlo previsto entonces. Ahora ya es tarde», opina Josep Maria Serra, presidente del sector de hospitales concertados del sindicato Metges de Catalunya (MC).

Serra explica que se produce lo que se conoce como la «tormenta perfecta». Algunas de las causas que nos han llevado a esta situación podrían ser las pocas plazas MIR disponibles en relación al número de graduados que salen de la carrera, el auge en las jubilaciones de la generación del baby boom y, finalmente, las malas condiciones laborales y contractuales de este sistema sanitario, que obligan a los médicos a buscarse la vida en otras ciudades o países.

Más de 10 años de formación

Para entender como se ha llegado hasta aquí, hay que remontarse al principio, a la universidad. Hablamos con la decana de la Facultat de Medicina de la URV, Fàtima Sabench. «Los estudiantes ya se pasan todo el Bachillerato pendientes de sacar una nota estratosférica para poder entrar en la carrera. Una vez dentro, primero son seis años de grado y, después, un año para prepararse el MIR –el examen que da validez para ejercer como Médico Interno Residente–. Después, dependiendo de la especialidad, hacen de 4 a 5 años de residencia», explica Sabench. Así pues, para formar a un médico especialista, se necesitan, como mínimo de 10 a 12 años. «Esto nos quiere decir que los médicos que estamos formando ahora, no sirven para tapar los agujeros de la actualidad», comenta la decana.

La Generalitat anunció hace unos meses que una de las soluciones pasaría por aumentar un 15% el número de plazas en las facultades de Medicina. «Creemos que aumentar las plazas de forma indiscriminada es una manera de tapar la boca a la opinión pública, por la falta de médicos», dice Sabench, quien añade que esta medida tiene sus limitaciones, como por ejemplo, la falta de espacio en los laboratorios.

Para la decana, una de las soluciones sería aumentar las plazas de especialistas. «Médicos hay, lo que no hay son especialistas. El Ministerio de Sanidad debería convocar más plazas MIR», añade. Esto depende directamente del Estado.

En esta misma línea opina Manuel Carasol, secretario del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona, quien asegura que «si aumentas las plazas de la facultad, pero no las del MIR, se generará el efecto embudo». Y es que hay que tener en cuenta que en este examen no solo se presentan los alumnos recién salidos de la carrera. También los médicos extracomunitarios, o los que dejaron la especialidad a medias. «¿De qué nos sirve tener más graduados en Medicina, y que no puedan especializarse?», se pregunta Carasol.

Para el secretario del COMT, lo importante no es tanto formar más médicos, sino intentar que los que tenemos, no se marchen. «Y esto pasa por mejorar las condiciones laborales y contractuales», explica.

Se jubilan los del ‘baby boom’

Según datos facilitados por el COMT, en la demarcación de Tarragona, el año pasado acabaron el MIR un total de 81 estudiantes. El mismo año, se jubilaron 82 facultativos. A día de hoy, se puede constatar que, de estos 81 residentes, solo 48 se han quedado en Tarragona. El resto se han marchado en busca de mejores oportunidades y condiciones laborales.

Los datos de este año marcan que se han formado 110 residentes, 92 en centros sanitarios del Camp de Tarragona y 18 en Terres de l’Ebre. De estos 110, 27 ya se han marchado. «Nos quedan 83 especialistas acabados de salir del horno. Veremos cuántos se acaban yendo y si se llegan a cubrir las plazas vacantes», explica Manuel Carasol, quien añade que en los próximos cinco años, desde 2023 y hasta 2027, «se espera que se jubilen 455 facultativos». Carasol asegura que, «a este ritmo ya me dirán cómo se van a cubrir las bajas por jubilación. Es prácticamente imposible».

La explicación a tantas jubilaciones de golpe es que toda la generación del baby boom –aquellas personas nacidas en los años 60 y 70–, están llegando al final de su vida laboral. «Hace 30 años que en las facultades de Medicina había clases de hasta 500 personas. Éramos muchos», recuerda Fàtima Sabench, quien añade que «se trata de un volumen de médicos muy importante».

¿Cómo retener el personal?

¿Y por qué es tan difícil captar y retener a los especialistas en los hospitales y ambulatorios tarraconenses? Una de las razones es, sin duda, que el 70% de los alumnos de la Facultad de Medicina de la URV son de fuera de Catalunya. Principalmente de València, Castelló y Alacant. Esto tiene que ver con qué existe el distrito universitario único, que permite que cualquier estudiante del Estado solicite plaza en cualquier facultad del país, en igualdad de condiciones. Catalunya es la comunidad que más plazas públicas ofrece.

El problema es que estos estudiantes, al terminar su formación y residencia, vuelven a su ciudad de origen. Son alumnos sin arraigo, jóvenes y sin ataduras. «Si no se les ofrece unas buenas condiciones se marchan. Gastamos tiempo y dinero en formarles para que luego acaben ejerciendo aquí», explica Sabench.

Por su parte, Manuel Carasol, del COMT, asegura que «la clave sería hacer más atractivas las plazas de Tarragona», por ejemplo, mejorando las relaciones contractuales de los médicos, respetando la conciliación familiar, igualando salarios al resto de países europeos y con la posibilidad de más formación.

El miedo ahora está con la llegada de los dos hospitales privados anunciados en Tarragona ciudad. «Esto agravará todavía más la situación. A la mínima que ofrezcan mejores condiciones a los médicos, estos acabarán marchándose de la pública. Y es normal, cada uno mira por él», explica el delegado sindical de Metges de Catalunya, Josep Maria Serra. La amenaza de la fuga de profesionales en los próximos años preocupa al sector y a las administraciones.