¿Está la piratería llegando a su fin?
La respuesta es no. Las cifras bajan del 2022 en comparación al 2021 con un 2,5% de descargas, pero sigue presentando números muy elevados que aumentan con el alza de precios de las principales plataformas
La piratería digital sigue siendo un problema al que no se termina de dar solución. Son muchos los ciudadanos que apuestan por ver el contenido deportivo, cinematográfico o cultural, entre otros, de manera ilegal. Su definición oficial, según la Interpol, es la siguiente: «La piratería digital consiste en la copia o distribución ilegal a través de Internet de material sujeto a derechos de autor, lo que tiene efectos perniciosos para las industrias de la creación, como el cine, la televisión, la edición, la música y el juego».
Hace apenas un lustro en el que la descarga de contenidos de manera ilegal pareció que podría llegar a su fin. Se llegó a hablar del principio del fin de la cultura pirata. Todo fue a raíz del crecimiento del consumo de la televisión de paga gracias a plataformas como Netflix, Amazon o Spotify, entre otras, que ofrecían contenido legal audiovisual a un precio en torno a los 10 euros con cuentas compartidas. De aquello ya han pasado cinco años y lo cierto es que la oferta sigue presente, pero la demanda se ha estancado. Los precios han subido producto de la inflación y de los problemas de rentabilidad de las empresas.
Las consecuencias no se han hecho esperar y la cultura pirata no solo no ha llegado a su fin, sino que sigue amenazando. El porqué es evidente, una cuestión meramente económica en el mayor de los casos. No hay mucho más allá y así lo revela Paco –nombre ficticio- un vecino de Vila-seca que reconoce consumir productos audiovisuales de manera ilícita: «Contraté contenido pirata allá por el mes de agosto porque ver el fútbol de manera legal hoy en día es imposible con los precios que hay. Todos los paquetes que incluían Laliga y la Champions se iban por encima de los 100 euros mensuales en las principales operadoras, no puedo pagar tanto y a través de un familiar me puse en contacto con un chico que por 50 euros al año me ha instalado una aplicación en mi televisión en la que no solo veo Laliga y la Champions, sino que también puedo ver otros deportes y también tengo cine y series de las principales plataformas».
El vecino de Vila-seca responde con sinceridad cuando es preguntado sobre si es consciente de que está haciendo perder dinero a empresas y quitando puestos de trabajo: «Claro que lo sé, pero también considero que se debería hacer un esfuerzo a la hora de rebajar los precios. No puedo permitirme tener Netflix, el fútbol, la música... Ya bastante cara está la vida como para encima añadirle más gastos».
Lo cierto es que la piratería deportiva es uno de los principales focos en la lucha contra la cultura pirata. Javier Tebas, presidente de LaLiga, no ha dudado en los últimos días en alertar del peligro que supone el hecho de que cada vez haya más usuarios: «Gracias a los datos de Kantar somos conscientes de la repercusión de la piratería, ya que las audiencias están disparadas, pero los suscriptores no están siguiendo la misma tendencia. Hasta la quinta jornada de LaLiga ha habido cinco millones de descargar a nivel mundial y 900.000 solo en España de apps en Android de este estilo».
La piratería, en números
El foco va más allá del deporte porque la piratería afecta a toda la Cultura. En el año 2022, los españoles descargaron ilegalmente un total de 5.268 contenidos digitales, un 2,5% menos que en 2021 y una caída de alrededor del 11% desde 2018, según consta en el ‘Observatorio de piratería y hábitos de consumo de contenidos digitales 2022’.
Esta cifra representó un perjuicio de 1.195 millones de euros para las industrias, un quebranto para las arcas públicas de 551 millones de euros y la imposibilidad de crear 85.358 puestos de trabajo directos e indirectos. El descenso existe, pero de manera menos pronunciada que en otros años, y la resurrección es una realidad.
Por sectores, la música repite como la industria cultural más castigada, al registrar un total de 2.351 millones de accesos ilegales, seguida de las series (986 millones) o las imágenes (595 millones). En este sentido, el sector audiovisual es el único que sigue sufriendo incrementos: 9% las películas y 5% las series. En cuanto a consumidores piratas, son los libros (35%), las series (21%) y los periódicos (26%) y las revistas (17%) las que han visto crecer su volumen, que apenas se ha reducido en el resto.
Así pues, teniendo en cuenta los datos, ¿cuál es la situación actual de la piratería? Preocupante. Así se puede resumir en una sola palabra. Miquel Iceta, Ministro de Cultura y Deportes, lo confirmaba en la presentación del Observatorio celebrada el pasado mes de septiembre: «El fenómeno de la piratería disminuye, pero no desaparece. Y el deseo es que desaparezca porque es un robo a los creadores y las industrias y un expolio a la cultura en su conjunto. Convenzámonos de que nada es gratis. Si queremos cultura, hay que tener creadores, respetarlos y respetar sus derechos». A lo que añadía: «Una sociedad que se quiera culta, libre y feliz necesita más cultura y más cultura implica empezar por respetar a la creación y a los creadores y sus industrias».
Daniel Fernández, presidente de Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), también se mostraba muy contundente: «Que se siga hablando de piratería, que es un término bondadoso para el robo de contenidos culturales protegidos. El futuro nos está comiendo de forma atropellada. Progresamos, pero no mejoramos. Este Gobierno y este ministro han hecho cosas positivas, pero necesitamos que Hacienda entienda que se le están robando recursos. Los que roban parecen que son menos, pero son más recalcitrantes, contumaces y están decididos a seguir robando».
¿Por qué si es ilegal y tan preocupante esta problemática no se corta de raíz?
Esa es la pregunta que se hacen muchos y lo cierto es que no es fácil darle una respuesta. A día de hoy son muchos los expertos jurídicos que creen que no hay una regulación firme que frene la piratería. La Unión Europa ha propuesto cortar la señal de los eventos en directo cuando procedía de una IP sospecha, pero no parece ser suficiente.
La directora general de industrias culturales, propiedad intelectual y cooperación del Ministerio de Cultura y Deporte, Carmen Páez, ha asegurado recientemente que «la regulación tiene que ser transnacional. Además, en el ámbito nacional muchas veces ya existe una legislación, lo que pasa es que hace falta pulirla». A lo que ha añadido: «la gente accede a contenidos ilegales porque les resulta más fácil. Por ello hay que trabajar en una buena oferta legal».
Sin una ley firme contra la piratería, una oferta al alza de precios de las principales plataformas producto de la inflación de la vida en general y la poca empatía de una ciudadanía que piensa antes en su bolsillo que en lo correctamente ético, el pirateo apunta a tener mucha vida por delante. De momento no solo no ha muerto, sino que ha resucitado con fuerza. Hay motivos para preocuparse.