El uso lúdico del agua en plena sequía: una ‘petita remullada’ controvertida

Numerosas familias asistieron este jueves a las doce del mediodía a La Petita Remullada, un evento musical destinado a niños y niñas de hasta doce años en el que el agua cumple una función muy importante

Recién eran las doce del mediodía, y el bochorno empezaba a surtir sus efectos entre la apretada congregación de familiares y amistades reunida este jueves en la Plaça del Rei.

Pese a todo, eran raras las muestras de impaciencia y hastío, mucho más comunes entre los más jóvenes, que esperaban con ansía a que los surtidores obraran su magia.

Tras las duras restricciones sanitarias, la agitación que circulaba entre los más pequeños resultaba de lo más previsible y natural. Al fin y al cabo, durante estos últimos dos años habían sido privados de este tipo de diversiones.

Sin embargo, a pesar de que la preocupación por la Covid-19 parecía disipada casi por completo, algunos adultos mostraban inquietud respecto a otra problemática: el uso lúdico del agua en plena sequía.

Ese era el caso de Conchita, vecina de Tarragona, que disfrutaba de la Petita Remullada en familia por tercera o cuarta vez. Expresó que le parecía «contradictorio» que con las actuales restricciones del agua se celebraran este tipo de fiestas. «Hay otras maneras de divertirse sin malgastarla», manifestó.

Asimismo, destacó la importancia de dar ejemplo a los niños y a las niñas, y de «concienciarlos sobre el consumo sostenible» de este recurso, hecho que consideraba que no se alineaba con la celebración de este tipo de acontecimientos.

No obstante, como era de esperar por parte de los participantes de La Petita Remullada, la opinión popular parecía ser otra.

Anna Fabregat, que asistía a la fiesta acompañada de su hija y de sus nietos, afirmaba que «todo lo que sea lúdico, sea para niños o adultos, está muy bien», y que le parecía «hipócrita» que se dejaran de celebrar este tipo de fiestas cuando las piscinas privadas siguen en funcionamiento.

Por otra parte, Susana Celma, que festejaba la ocasión con su hijo y ahijados, alegaba, muy convencida, que no existía ningún problema con los surtidores de agua, puesto que su funcionamiento había sido modificado para ahorrar este preciado bien.

Según ya informó Inés Soler, Consellera de Cultura i Festes, el objetivo de las medidas era reducir el consumo del agua de La Petita Remullado en un 40%. Para conseguirlo, calibraron la presión del agua para que fuera expulsada como si de un aspersor se tratara, para así reducir su cantidad. Por otra parte, decidieron que los surtidores nunca funcionaran simultániamente, sino alternándose.

Sequía o no, una vez la música invadió la plaza y se activaron los surtidores, fue claro que la fiesta iba a ser todo un éxito. Niños y niñas bailaban felices al son de la música acompañados de algunos de sus seres más queridos, que lo disfrutaron tanto o más que ellos.

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