El simulacro de accidente químico, un éxito en las calles y los comercios
La gente se ha concienciado mucho, ha colaborado y ha demostrado que es capaz de responder a una llamada de emergencia
Las 18.30 horas de este miércoles era el momento en el cual se ponía a prueba a la ciudadanía de Tarragona. Algunos puntos de la capital, La Canonja, Vila-seca o Salou eran protagonistas de un simulacro de accidente químico que se había previsto con el único objetivo de concienciar a la ciudadanía de la importancia que tiene seguir los protocolos en estos casos, por si algún día se tienen que poner en práctica en la vida real.
En la mente de muchos continuaba la tragedia en Iqoxe, que acabó con tres personas fallecidas. Por ello, en el barrio de Torreforta la colaboración fue máxima.
En el Centro Cívico de dicho barrio, justo en la zona donde se tuvo que lamentar la víctima de hace más de dos años, todo el mundo respondió positivamente. Unos 70 niños se confinaron dentro del equipamiento, que cerró las puertas en el momento en el cual empezaron a sonar las alarmas. Algún despistado que iba por la calle paseando, aprovechó para entrar al mismo Centro Cívico, con lo que la prueba de sirenas también sirvió para comprobar que muchos dejaron sus quehaceres para participar en dicha actividad.
Los bares de la misma zona también cumplieron con creces. Los camareros informaron minutos antes de la hora H que los clientes deberían confinarse dentro del establecimiento. Dicho y hecho. Algunos, cerveza en mano, obedecieron sin rechistar. Después, bajada de persianas y todo el mundo confinado.
Además, dos autobuses coincidieron en la misma calle, también en el barrio de Torreforta. Allí, un inspector de la Empresa Municipal de Transportes de Tarragona (EMT) informó de los pasos a seguir y los pasajeros lo escucharon atentamente, al mismo tiempo que iban recibiendo los mensajes de alerta en los móviles, que también funcionaron según lo previsto.
En La Canonja
Otro de los lugares donde había intriga para saber cuál sería la reacción de la población eran los supermercados. En el Consum, en La Canonja, no se cerraron las puertas completamente, pero sí que se informó a los clientes que debían permanecer dentro del establecimiento, ya que se estaba produciendo un simulacro.
Todo estaba anunciado por megafonía, aunque la gran mayoría de clientes ya conocían la existencia de dicho simulacro porque lo habían podido leer en medios de comunicación.
Los equipamientos deportivos también estaban preparados para el simulacro.