El Serrallo confía en que la mejora urbanística contribuya a dinamizar el barrio
Las obras de semipeatonalización de las calles Sant Pere y Gravina encaran la recta final, con varias semanas de demora, a causa del soterramiento de los servicios
Detrás de una fachada repleta de restaurantes en los que los turistas se sientan a comer un arroz, a tomar un helado o a pasear, el interior del Serrallo está patas arriba. Las obras de las calles Sant Pere y Gravina encaran la recta final. Pese a ello, todavía quedan unas semanas de molestias y ‘gincanas’ antes de que finalicen unos trabajos largamente reivindicados, que los serrallenses esperan que contribuyan a dinamizar el barrio.
«Nuestra intención es que la reforma ayude a mejorar la imagen del Serrallo y que la gente venga a hacer cosas, más allá de comer», afirma el presidente de la Associació de Veïns del Serrallo, Siscu Cobo. El barrio hace tiempo que lucha para revertir el proceso de degradación al que está sometido, manteniendo la esencia y personalidad propias. No es fácil. La pesca hace tiempo que está en decadencia y el envejecimiento del sector avanza acorde a la edad de sus vecinos.
Pese a ello, hay gente empeñada en tirar del carro y una de estas es Maria Cristina Barral González, quien hace poco restauró dos de los murales solidarios dañados por el incivismo. «Con la nueva asociación de vecinos tenemos ganas de hacer cosas y dar una vuelta a la realidad. Esto puede incentivar que la gente de Tarragona baje, potenciando los negocios del interior y que pasee por una parte de la ciudad con mucha historia», indica.
La reforma de la calle Canyelles hizo que tras las obras de peatonalización, los locales comerciales de este eje que comunica la Rambla con Corsini se llenaran todos. El comercio es una de las asignaturas pendientes y la falta de una farmacia o de un cajero automático son algunos de los problemas que mencionan sus residentes cuando hablan del barrio. Por este motivo, los vecinos esperan que la transformación urbanística de las calles interiores supongan un primer paso de cara a un giro de 180 grados.
¿El día 16?
Las obras se han hecho largas. Arrancaron a mediados del pasado mes de febrero y todavía faltan algunas semanas para que finalicen los trabajos. Según el Ayuntamiento de Tarragona, el día 16 de septiembre tiene que firmarse el acta de entrega de obras, lo que significa que está todo acabado. Siscu Cobo muestra sus dudas. «Nos habían dicho que estarían acabadas para Sant Pere, pero creo que ni para Santa Tecla», indica.
La idea es que en los meses de verano ya estuviera todo acabado. No obstante, fuentes consultadas explican que el calendario ha acabado dilatándose por los trabajos que dependían de las compañías de suministros, y después se ha reducido la actividad coincidiendo con el mes de agosto.
«Llevan mucho tiempo y ya estamos que no podemos más, porque al final ya no sabes por dónde pasar», dice María. Esta vecina vive en la calle Espinach y cuando sale a comprar o hacer cualquier gestión con el caminador tiene que ir con los cinco sentidos para abrirse paso y evitar una caída.
Sin cables y menos coches
La gente mayor es la que está más agotada por los problemas de movilidad que comportan las obras. A esto hay que sumarle el polvo y el ruido de los que viven en los ejes afectados que, por otro lado, en muchos casos no pueden utilizar el aparcamiento, ya que las calles están abiertas. «El ruido por las mañanas ha sido bastante molesto, pero esperamos que acabe pronto», manifiesta Ruslan.
La cuenta atrás está activada. Se han hecho pasar los cables eléctricos y de telefonía a través de tuberías de acero y en la parte frontal de las fachadas se están tapando con regletas, lo que eliminará la inmensa telaraña de cables e hilos tanto de la calle Sant Pere como Gravina. El siguiente paso será asfaltar e ir instalando las nuevas baldosas de granito, en una única plataforma, lo que eliminará las barreras y desniveles.
Con las obras, ambos ejes quedarán semipeatonales, de forma que se eliminarán las plazas de estacionamiento y se reducirá el tráfico de vehículos a la mínima expresión. Las obras, a cargo de la empresa Gicsa, habrán comportado una inversión de 721.230 euros, que provienen de los 3,5 millones de euros que recibió el Ayuntamiento de Tarragona en 2022 por el proyecto Tarragona entre Blau i Verd, a través de los fondos europeos Next Generation.