¿Cuál es el futuro del polígono Francolí de Tarragona?
La seguridad, la limpieza y la degradación del espacio público son algunos de los principales problemas de esta zona industrial, que ha ganado peso en el sector servicios
Tras los años de decadencia que vivió a raíz de la crisis de 2008, el polígono Francolí pasa por una fase de crecimiento. La apertura de la tienda de materiales de construcción Obramat, el bingo de la N-340, un nuevo restaurante de comida oriental de más de 3.500 metros de superficie, una escuela de danza y los negocios que fomentan la práctica deportiva están contribuyendo a dinamizar una zona industrial que ahora mismo está sobre el 90% de ocupación.
Las buenas cifras contrastan con el malestar de los empresarios, cansados de la falta de inversiones, en un momento en el que ven un futuro muy abierto, teniendo en cuenta que quiere aprovecharse el nuevo POUM para introducir usos y repensar este ámbito. «Con la inflación y la pérdida del poder económico de los trabajadores resulta difícil de ver, pero desde la covid llevamos un tiempo de crecimiento, con más negocios», indica el presidente de la Associació d’Empresaris del Polígon Francolí, Narcís Ortega.
Los vientos podrían considerarse favorables, pese a ello, cuando uno habla con los empresarios se da cuenta de que no es así. «Estamos dejados de la mano de dios porque desde el Ayuntamiento quiere hacerse un cambio de uso y, mientras pagamos una fortuna en impuestos, como contrapartida no recibimos nada. Es un polígono tercermundista», lamenta Jordi, quien en los años ochenta se instaló en esta zona industrial. Este defiende que «la sensación es que se está dejando morir el polígono». Y él mismo reconoce que en más de una ocasión «me he plantado marcharme».
El más antiguo
«Al final lo que hacemos es dejar de invertir y cuando se da el caso, lo hacemos en los municipios de los alrededores como Constantí o Reus, donde es más fácil hacer los trámites», indica. Jordi es uno de los empresarios que cada vez que llueve teme que el agua acabe anegando sus instalaciones. «El gran problema es que la red de alcantarillado no está dimensionada y colapsa, lo que hace que, cuando llueve intensamente, se levanten las tapas del alcantarillado y se inunden las naves y parcelas», argumenta.
Las soluciones no llegan. «Son inversiones importantes y aquí se quedan», indica. Y a esto hay que sumarle que, muy a menudo, estos episodios acaban afectando terrenos que «son tierra de nadie», de forma que las diferentes administraciones «se pasan la pelota».
Construido a partir de 1959, el Francolí fue el primero polígono de la ciudad. Con una superficie de casi 74 hectáreas de terreno, este suma un total de 310 empresas, con unos 1.500 trabajadores. En un estudio de 2013, se puso de manifiesto que un tercio de las empresas estaban relacionadas con el comercio no cotidiano (33%), seguido de las otras industrias manufactureras (13%) y las actividades vinculadas con las reparaciones (12%).
Los datos nos se han actualizado, pese a ello, el sector servicios y el comercio han ganado protagonismo en los últimos tiempos y en algunos casos con negocios que mueven un importante volumen de clientes, como es la nueva estación de servicio de BonÀrea. «A nivel privado todo esto está cambiando, pero no podemos decir lo mismo de la parte pública. De hecho, de todos los espacios, el peor es el del Ayuntamiento, en el que está instalada la Brigada. Aquello es chabolismo directamente, debería darles vergüenza», argumenta Ortega.
Sin suministro eléctrico
La limpieza y la seguridad son otros de los problemas que plantean estos empresarios. Es una cuestión que han vivido de cerca los propietarios de Tarragona Pádel Indoor, unas instalaciones que en horas punta pueden acoger a más de 400 clientes de forma simultánea.
«Si ven hierro o cobre, en cuanto nos descuidamos nos lo roban», asegura Ivan López. Esto hace que tanto las instalaciones como el parking para los clientes se hayan quedado en más de una ocasión sin suministro eléctrico. «Ya nos han echado varias veces del seguro por los robos constantes. Es que incluso se llevaron las tapas de los sumideros», lamenta este empresario quien asegura que «la imagen que se lleva la gente que nos visita no es buena, a pesar que como empresarios intentamos hacer las cosas bien».
López denuncia que no haya más «mano dura» para investigar qué hay detrás de la compraventa de chatarra y con los que incumplen con la nueva normativa de limpieza. «Si lograran cambiar la imagen a muchas empresas les gustaría poder venir, porque es difícil que un club como el nuestro, con las dimensiones que tenemos, no estemos en un polígono», indica López.
La transformación
El polígono Francolí está llamado a jugar un nuevo rol si Tarragona quiere abordar definitivamente la cohesión de Ponent con el centro. «Todo el mundo está de acuerdo que debe transformarse en empresas tecnológicas, de más valor añadido, tipo oficina», indica el concejal de Urbanisme del Ayuntamiento de Tarragona, Nacho García.
Un 22@ redimensionado a la realidad de Tarragona, en el que las naves industriales convivan con los talleres de producción, oficinas e incluso la posibilidad que pueda abrirse la puerta al uso residencial. Este sería el escenario final con el que se está trabajando desde el Ayuntamiento de Tarragona, a nivel técnico. «El tema de la vivienda se está acabando de definir, pero está claro que debemos plantearnos otras cosas», dice el cuarto teniente de alcalde.
En cualquier caso, toda transformación pasa por el traslado de la CLH, lo que, en definitiva, fue el motivo por el cual en el año 2020 el Tribunal Supremo acabó anulando la integridad del POUM de 2013.
La operación se planteó como la oportunidad para abrir un nuevo puente, que conectara con el centro. Para ello, se planteó el uso residencial para contribuir a financiar el cambio de ubicación. Pese a ello, el juez dictaminó que las cargas impuestas no hacían viable la operación, por lo que cada nuevo paso deberá estudiarse minuciosamente.
El ejecutivo de Viñuales ya se ha reunido con los responsables de la compañía para abordar esta cuestión. «Estamos esperando que nos digan sus necesidades y la valoración que hacen de los terrenos para que podamos ofrecerles un espacio alternativo», confirma García. Se espera que en los próximos meses se produzcan nuevas reuniones «de carácter técnico», para este intercambio de información.
Pese a ello, desde el polígono Francolí esta transformación se ve lejos. «¿Cómo quieren hacer la parte residencial, alguien comprará los terrenos y se echará a la gente que está aquí?», se pregunta Ortega. De momento, el presupuesto para este 2024 incluye una inversión de un millón de euros para iniciar la mejora del eje central. El objetivo es generar una gran rotonda que facilite el enlace con la A-27, de forma que podría eliminarse una parte importante del tráfico de vehículos pesados. Un primer paso.