El Cau de la Part Alta de Tarragona, cierra
Los problemas de humedades y el mal comportamiento ciudadano han incitado el «hasta luego» de su propietario
Este fin de semana ha sido el primero en 31 años, a excepción de la pandemia, en el que la ciudad ha encontrado El Cau cerrado. El emblemático local de la Part Alta inició su andadura el 2 de octubre de 1992. Ubicado en el interior de una de las vueltas del circo romano, monumento datado del siglo II antes de Cristo, es sin duda uno de los iconos del ocio en esta ciudad. No es extraño escuchar en conversaciones de los visitantes como recuerdan haber estado en un bar «dentro de una cueva».
Su propietario y fundador, Jaume Salvadó, asegura que su encanto es también uno de sus mayores problemas, pues «el alto grado de humedad que concentra aumenta mucho el coste de su mantenimiento». Ahora, Salvadó se ha visto obligado a echar el cierre temporal de esta sala y La Cova, el espacio contiguo a esta. Entre los motivos que ha expresado a este diario, el propietario indica que «algunos clientes no respetaban el descanso de los vecinos y creaban inseguridad». Salvadó considera que «la clientela del ocio nocturno es un reflejo de la sociedad» y lamenta que estos espacios «deberían ser para pasar un buen rato y dejar de lado los problemas».
El propietario reitera que «este no es un cierre definitivo», ya que considera que su establecimiento es «uno de los muchos emblemas que tiene la ciudad y así debe seguir siéndolo». Ahora las dos salas se verán inmersas en un proceso de reforma y rediseño del modelo de negocio, aunque Salvadó no ha querido avanzar hacia dónde irá. Eso sí, ha asegurado que «este rincón no puede ser otra cosa que un espacio lúdico».
En este tiempo de reflexión, Salvadó demanda a la administración local y a la ciudadanía que «cuiden el espacio». El propietario considera que el Ayuntamiento siempre ha tenido una buena voluntad con él, pero pide que «hagan una clara apuesta por el ocio nocturno» y que no les hagan sentirse «parte del problema, sino una solución».
Salvadó se muestra agradecido a los trabajadores y clientes que le han acompañado en estos 31 años, donde las salas se han mantenido abiertas de lunes a domingo hasta la madrugada, un caso excepcional en la ciudad. Para Salvadó, este modelo de negocio pone a Tarragona «a la altura de las grandes ciudades del mundo». Durante este descanso, el propietario se ofrece a «echar una mano y dar su punto de vista para enriquecer y acompañar la ciudad».
La juventud de muchos
Para la generación a la que pertenece este redactor, estas salas han significado algo más que un sitio donde tomar una cerveza. Sus horarios intempestivos, su encanto especial y su oferta contracultural lo han convertido en el lugar predilecto de muchos. Adrià Castellví, vecino de esta ciudad, asegura que «con el cierre del Cau ve morir parte de su juventud».
Con palabras similares se expresa Mar Ribé, quien llegó a la ciudad en su etapa universitaria y manifiesta que la sala «le ha acogido en sus momentos más divertidos, la unión con sus amigas de la universidad e incluso enamoramientos». La periodista Laura Rovira explica que esta sala es «el sinónimo de la fiesta» y han sido muchos los amigos y anécdotas que se han creado ahí dentro, un sentimiento que considera que «deben tener todos los tarraconenses».
Este cierre temporal es el reflejo de un sector que «cada vez es más pobre en esta ciudad», tal como expresa Alex Collado, propietario del local vecino de El Cau, El Alquimista. Collado se mantiene a la espera de su apertura, ya que son espacios «que se han complementado y ayudado siempre» y espera poder «seguir teniendo ambiente en la zona más allá de las tres».