Cuatro líneas MAT quieren cruzar Tarragona para traer energía de Aragón a Catalunya
El nuevo aval estatal a la polémica MAT que atravesaría 32 municipios de la provincia pone en alerta otra vez al territorio. No es el único proyecto. Influye el retraso catalán con las renovables
Hasta cuatro líneas de muy alta tensión (MAT) se han planificado para traer energía renovable desde Aragón a Catalunya. Además, transitarían en mayor o menor grado por el Camp de Tarragona o las Terres de l’Ebre. No todas suscitan la controversia de la más polémica, la MAT de Valmuel-Begues, de 182 kilómetros, que ha recibido la autorización administrativa previa, un paso más para que algún día se construya esta línea por 32 municipios tarraconenses de siete comarcas.
Hay otros proyectos que, en algún momento, se han planificado para nutrir de energía a Catalunya y que abren de lleno un debate: el déficit catalán en renovables, la cuenta atrás para la descarbonización en esta transición energética y la necesidad o no de que esos flujos deban venir de fuera. «La transición energética es inevitable y si no la haces tú, te la hacen», resume Jaume Morron, consultor de la Associació Eòlica de Catalunya (EolicCat), de empresas del sector. Nadie quiere este modelo de líneas MAT que, pese a todo, parece avanzar: ni el territorio, donde la oposición de ayuntamientos y administración es total, ni el propio sector de las renovables, ni la Generalitat, ni por supuesto, los grupos ecologistas.
«Hay proyectadas muchas líneas de muy alta tensión y estamos en contra de este modelo. Se presentan a veces como líneas de evacuación cuando en realidad son de transporte, por sus dimensiones. Tienen un impacto grande en lo que atañe a la biodiversidad», explica Joaquim Estellé, técnico de GEPEC-EdC. Un informe del grupo ecologista sostenía que «desde agosto de 2021 se está produciendo un alud de líneas de muy alta tensión que arrasan el territorio».
En total, el GEPEC-EdC cifra en diez proyectos la alta tensión, «una red eléctrica que conectaría las centrales de energía renovable de Aragón con el área metropolitana de Barcelona, pero también recogería en su transcurso la energía producida en el territorio rural catalán». En suma, el informe cuantifica en 1.300 kilómetros estas líneas nuevas. Estellé denuncia que «estamos reproduciendo el mismo modelo de térmicas o nucleares. Además, hay una pérdida de eficiencia de hasta un 15% por tener que venir de lejos».
Marc Torrents, director técnico de GEPEC-EdC, agrega: «Estas líneas fragmentan el territorio. Nosotros creemos que toda la producción de energía debe estar cerca de donde se consume. Falta una planificación de renovables en Catalunya, vamos tarde. Se necesitan instalaciones en zonas cercanas a las grandes ciudades, como en los polígonos industriales». Los ecologistas apuestan por proteger suelos agrícolas y «aprovechar espacios periurbanos, zonas de polígonos degradadas».
Más allá de ese componente de invasión paisajística y ambiental, el formato del tendido de MAT abre otros frentes. Todos parten de un diagnóstico en el que hay consenso: Catalunya ha perdido al menos una década en la implantación de renovables.
«Renunciamos a beneficios»
Ahora se está acelerando pero para algunos la velocidad no es suficiente en cuanto a la tramitación y aprobación de proyectos. «Por un lado, ha habido un abandono por parte de la administración, con un Govern que va muy poco a poco, no sé si porque no es consciente de las necesidades que tenemos en cuanto a la transición energética», explica Morron, que habla de «oportunidades de negocios que se van a perder»: «Por el otro, pongamos el ejemplo de un empresario aragonés que ve una oportunidad y decide tirar un proyecto adelante. Eso generará unos beneficios que se quedarán en otro lugar, no aquí. Estamos renunciando a los beneficios de una industria que una vez se implante no se deslocalizará».
Para Morron, la cuestión va más allá de la MAT Valmuel-Begues y tiene que ver con la necesidad de hacer una apuesta más decidida por la implantación de aerogeneradores y parques fotovoltaicos: «En esa línea hablamos solo de 6.000 o 7.000 MW, y ayudará un poco si finalmente se hace, pero eso no nos salva de hacer la transición energética. Para 2050 tenemos que tener más de 60.000».
Hasta 2050 se tendrán que instalar 58.400 megavatios más para llegar a los 62.000 megavatios en 2050, 18 veces más que actualmente. La Proencat, el documento que marca las directrices y establece los objetivos a largo plazo, considera que ésta es la potencia instalada que tendrá que tener en total Catalunya para satisfacer una demanda que se prevé que se multiplique por 2,3.
«Estamos a dos velocidades. Si hablamos de instalaciones más pequeñas, a nivel industrial y sobre tejado, en espacios ya antropizados, con una afectación mínima en el terreno, la tramitación general no es compleja y va a buen ritmo. Si pensamos en equipamientos grandes que se convierten en parques, todo cambia diametralmente. Ahí, a la hora de la verdad, no se avanza», reconoce Marc Segura, coordinador de la Comissió d'Energia de la Cambra de Reus, auditor energético y CEO del grupo Solcam Energia.
El 2,5% del territorio
Para Morron, la enorme disponibilidad de terrenos que presenta Aragón, una comunidad mucho menos poblada, no debe ser una excusa para que Catalunya se vuelva dependiente. De hecho, la Proencat sostiene que «la apuesta por el desarrollo a gran escala de las renovables, que tienen una huella ecológica muy inferior a las energías fósiles y nucleares, solo supondrá una ocupación adicional del 2,5% del territorio».
La soberanía energética es otra aspiración. Los trazados de MAT juegan en contra de ella, como también el costoso despliegue de molinos y placas. Para Morron, los errores del pasado y la tardanza actual pueden tener un coste grave a largo plazo para la economía: «Es como si en Tarragona, en su momento, hubiésemos perdido la oportunidad de que llegara la industria química, que ha generado tanto trabajo. Y, precisamente, esa industria que tenemos no la podemos dar por descontada. Ahora la química necesita muchas renovables y si no las tiene aquí, se irá».
Los focos, por el momento, seguirán puestos en esta MAT. Aunque la línea va dando sus pasos desde Madrid, el Estado recuerda que el proyecto no seguirá adelante sin el visto bueno de la Generalitat. El Govern se ha posicionado en contra en numerosas ocasiones. El Conseller d’Acció Climàtica, David Mascort, reitera que «las grandes líneas de evacuación de energía no son nuestro modelo», sino que la apuesta es una energía distribuida por el territorio. También arremete contra el Estado por presionar a la Generalitat y porque coloque la pelota en su tejado.
De momento, el territorio sigue alerta, como indica Carlos Brull, alcalde de Falset (Priorat), uno de los municipios afectados por la MAT: «Estamos tranquilos porque la última palabra es de la Generalitat y seguiremos atentos para presentar más alegaciones si es preciso. Desde el Departament nos dicen que el proyecto tal y como está planteado no se va a hacer».