Cuatro generaciones y 80 años calzando en Tarragona

Calçats Núria representa las virtudes de los negocios de toda la vida. De aquellos que dan vida a las calles, pero que quieren adaptarse a los nuevos tiempos

Era el año 1943 cuando Lluís Gombau abría una tienda en la calle Canyelles de Tarragona. Ochenta años más tarde, su bisnieto, Adrià Marsal, sigue al frente del negocio. Calçats Núria nació como una espardenyeria. Y todavía lo es, aunque adaptada a los nuevos tiempos. Se trata de una tienda muy conocida por los tarraconenses. Si quieres unas espardenyes de pagès, solo las encontrarás aquí.

Núria Gombau, abuela de Adrià e hija de Lluís, fue quien dio nombre a la zapatería y quien estuvo más de 40 años detrás del mostrador. Después fue su hijo, Josep Maria Marsal, que dejó su vocación de periodista para ponerse al frente de la tienda. Finalmente, hace casi diez años, y tras jubilarse una de las dependientas históricas, Marsal le propuso a su hijo Adrià seguir con el negocio familiar. Había estudiado relaciones laborales y un máster en dirección de recursos humanos. «No me lo pensé. ¿Dónde mejor que en casa?», dice Adrià, que añade: «No hubiera pensado nunca acabar aquí». El joven, de 36 años, está feliz de la decisión que tomó en su día. Es la cuarta generación de Calçats Núria.

En la tienda podemos encontrar zapatos de todo tipo. Sobre todo, cómodo y para pies delicados. La mayor parte de la clientela son personas mayores, aunque en los últimos tiempos también los jóvenes se sienten atraídos por Calçats Núria. Y es que, con Adrià al frente, se está haciendo un trabajo importante para innovar: «Para recuperar lo que éramos al principio, pero con un toque más moderno», explica el joven.

«Vendemos espardenyes clásicas, las de toda la vida, pero con un estilo más adaptado a los tiempos actuales. Por ejemplo, ahora nos estamos centrando mucho en las cuñas, sin dejar que sean cómodas», dice Adrià, que quieren queremos «atraer otro perfil de clientela».

La tienda cuenta con un centenar de zapatos expuestos en el escaparate. Las zapatillas de ir por casa son otro de sus fuertes. Las modas van cambiando, pero lo que no falta nunca son los motivos de películas infantiles o de equipos de fútbol. Una de las particularidades del local es la gran cantidad de cajas de zapatos que hay en las paredes. «Parece que no, pero todo obedece a un orden», dice, riendo, Adrià.

El joven lleva años formándose para ser un buen comerciante. «Aquí no solo vendemos zapatos para pies delicados, aquí escuchamos y acompañamos al cliente», añade.

«Nosotros vivificamos la ciudad»

Adrià es optimista y cree que la tendencia de las grandes ciudades es apostar ahora por el pequeño comercio, el de proximidad. «Nosotros vivificamos la ciudad. Somos quienes damos vida a nuestras calles. No sólo somos comerciantes. Sin ninguna duda, nuestro papel es hacer un bien social», dice el joven, que reivindica que las administraciones deberían tenerlo en cuenta.

Hace unos meses, la calle Canyelles –donde está ubicada la tienda– ha sufrido un cambio importante. Ahora es peatonal. Adrià explica que es verdad que ahora pasa mucha más gente por la tienda, pero que las ventas no se han visto incrementadas tanto como se esperaban. Sea como sea, deseamos una larga vida a este pequeño trozo de cielo comercial.

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