Centre de Formació d’Aults, maestros en empatía

La historia de esta escuela municipal está llena de segundas oportunidades

Laura Espinoza Núñez llevaba once años sin tocar un libro cuando entró por primera vez al Centre Municipal de Formació d’Adults Fòrum. En sus palabras comenzaba «una aventura» porque ella, que había estudiado hasta un grado medio, y su hija que entraba en P3, comenzaban clases al mismo tiempo.

Era el curso 2012-2013, pero es capaz de enumerar un montón de detalles porque aquel año le cambió la vida. Gracias al curso de preparación se presentó a la prueba de acceso para mayores de 25 años en la universidad, la aprobó, hizo la carrera y hoy tiene su propia empresa de asesoría contable y fiscal. «Me prepararon muy bien, pero lo que encontré, sobre todo, fue empatía; personas que me acompañaron y me hicieron creer en mí misma. Nunca olvidaré que todos mis profesores se presentaron allí el día de la prueba».

La historia de esta escuela de adultos está escrita de cientos de historias como la de Laura. El centro, fundado en el 95 pero que llevaba años funcionando, tuvo el curso pasado unos 600 alumnos. Aquí la oferta formativa incluye la alfabetización, preparación para obtener el graduado en ESO, cursos de formación para el acceso a ciclos de grado medio y superior y la universidad, así como cursos de informática e idiomas. Tienen, además, aulas en Sant Per i Sant Pau y Sant Salvador.

El perfil de los alumnos es de lo más variado: personas jóvenes que por distintos motivos quieren regresar al sistema educativo, trabajadores que quieren mejorar en sus empleos o jubilados que por fin tienen tiempo para aprender lo que querían.

En este último grupo se encuentra Josep García Martínez (72 años) alumno de inglés. En su caso había estudiado hasta los 15 años, cuando hizo un bachillerato en comercio. Trabajó la mayor parte de su vida en concesionarios de coches donde tuvo importantes responsabilidades y hacía horarios que dejaban poco tiempo para otras cosas «trabajaba de nueve a nueve», recuerda. Estudiar inglés era una asignatura pendiente que está contento de poder cumplir.

La directora de la escuela, Montserrat Rovira (más de 30 años trabajando en educación de adultos) explica que cuando cumplimos años «pensamos que cosas que no has hecho ya no las puedes hacer», por eso parte del trabajo consiste en que los alumnos descubran por sí mismos que los obstáculos muchas veces se los ponen ellos. Y eso que no siempre es fácil, porque en la vida de los alumnos adultos suelen aparecer problemas laborales, compromisos familiares...

Gemma Giné, profesora, señala que los alumnos adultos suelen ser «exigentes pero muy agradecidos». En muchos casos, sobre todo entre los jóvenes, son personas que el sistema educativo ha desahuciado pero aquí terminan consiguiendo sus metas. «Vemos una diferencia entre el alumno que llega y el que se va».

María del Mar Ballester y Mercé Segú, también profesoras de larga trayectoria, cuentan que una de las claves es adaptarse al ritmo y a la manera de aprender de cada alumno y aprovechar sus intereses. Los profesores suelen hacer sus propios materiales.

Laura, que ahora habla como madre, cree que muchos profesores de niños y adolescentes deberían pasar al menos una vez a ver cómo se enseña en esta escuela de adultos.

La próxima semana termina el período de matrícula. Más información: www.tarragona.cat/educacio

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