Catalunya deja atrás la Covid a la cola de la sanidad
Solo Murcia sale peor parada del informe 2022 de la Federación en Defensa de la pública. La mayor inversión es vista aún «insuficiente»
«La Primaria necesita muchos más recursos, porque la mayoría de países de nuestro entorno dedican mucho más presupuesto dentro del sistema sanitario. Si queremos una Primaria que resuelva, necesitamos más recursos para tener más profesionales, más enfermeras, más psicólogos, más fisioterapeutas, más nutricionistas. Hay muchas dificultades para encontrar médicos de Primaria», comenta Jordi Daniel, doctor en Salou y miembro de la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitaria (Camfic).
El Fòrum Català d’Atenció Primària acaba de empezar la campaña ‘25% Atenció Primària Ja’, un proyecto para conseguir que un cuarto de la inversión del presupuesto sanitario en Catalunya de 2023 vaya destinado a ese ámbito. «Siempre pongo un ejemplo que ilustra. Cada día podemos coger un tren para ir a Barcelona pero solo una vez al año viajamos en un avión. ¿No vale más la pena mejorar las cercanías que el aeropuerto? Pues lo mismo con la sanidad, lo que pasa es que construir un hospital da más votos que mejorar un CAP», añade Daniel.
«Empeoramiento generalizado»
La plataforma cita a la OMS, como una de las organizaciones que «piden destinar como mínimo el 25% del total de gasto sanitario, pero en los presupuestos para 2022 solo se previó un 17%». No es el único diagnóstico inquietante de esta sanidad pospandemia (o, al menos, en una convivencia calmada con la Covid-19). Un informe de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) constata un «empeoramiento generalizado» del sistema de salud debido a «la falta de esfuerzo inversor» y sitúa a Catalunya en 2022 como la segunda comunidad con peores servicios sanitarios de toda España.
En un ranking general de autonomías liderado por el País Vasco, con 95 puntos, Catalunya aparece la penúltima (66), solo por delante de Murcia (63).
Para elaborar el informe, la FADSP ha tenido en cuenta diferentes parámetros. Además del presupuesto del que dispone cada comunidad, analiza el número de camas, de quirófanos, de médicos de consultas especializada, de Atención Primaria y de enfermería por cada 1.000 habitantes y atiende al coste que supone el alta hospitalaria, las urgencias, la cirugía mayor ambulatoria o el dispendio farmacéutico.
«No es una prioridad»
Catalunya sale malparada en algunos de esos índices examinados: es la cuarta por la cola en financiación per cápita o la segunda peor en espera para una cirugía. Catalunya nunca ha ocupado plazas boyantes de la relación, pero es la peor posición de los últimos años. En 2021 estaba la sexta por la cola y ahora ha descendido cuatro puestos. «Desafortunadamente no es el primer año en que pasa esto. Ya sabemos que la sanidad en este país no es una prioridad, aunque digan que el gasto es el más alto de los últimos años. Si haces un análisis comparativo respecto a otros gastos históricos te das cuenta de que es una cortina de humo», denuncia Xavier Lleonart, secretario general de Metges de Catalunya.
Salut es consciente de las necesidades. El propio conseller, Josep Maria Argimon, ha admitido que se precisa una mayor inversión para paliar el déficit del sistema. Salut ha pasado de un presupuesto de 9.800 millones en 2020 a uno de 11.200 para 2022, 1.400 más en dos años. Lleonart matiza: «De ahí hay que pagar también el gasto extraordinario derivado de la pandemia y seguramente a final de año serán 1.500 millones para la Covid, por lo que el gasto ordinario se quedará en 9.500, que es el presupuesto de 2019, justo antes de la pandemia. Por tanto, difícilmente podemos remontar el vuelo, y ese dinero es más o menos el mismo que el de 2008, hace 14 años». El mismo informe estatal elaborado por la FASP reconoce que «ha habido aumentos presupuestarios en todas las comunidades autónomas, menos en las dos que han convocado elecciones anticipadas, pero siempre insuficientes para abordar los problemas detectados durante la pandemia y para recuperar la atención a los enfermos postergados».
Pero más allá del baile de millones, Lleonart recalca que las urgencias actuales no son comparables con las de hace una década. «Las necesidades han cambiado mucho, no puedes asumir con el presupuesto de 2008 lo que se necesita en 2022. Estamos 5.000 millones por debajo de lo que haría falta, no puedes asumir el curso sin 15.000 millones. La población está más envejecida, los tratamientos son más sofisticados, hay más necesidades diagnósticas, con aparatos de más tecnología. El sistema está agonizando. Además, tenemos una crisis de profesionales».
Relevo generacional pendiente
Metges de Catalunya, por tanto, considera que «el sistema público de salud no ha salido de la UCI» y las mejoras son «insuficientes» para «revertir al completo los recortes», lo que «no permitirá realizar las inversiones prioritarias» y que pasan por «la mejora de las condiciones laborales y retributivas de los profesionales, afrontar el relevo generacional y el incremento de plantillas de facultativos y la renovación de los equipamientos». Para Lleonart, las cuentas sanitarias de Catalunya este año «no son un salto adelante sino la continuidad de la infrafinanciación crónica de la sanidad».
Tani Francesch, médico especialista en geriatría el Joan XXIII, miembro de Metges de Catalunya y vocal del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT), también ofrece una visión desesperanzada: «La situación es muy preocupante, hemos ido cayendo cada vez más bajo, cuando hace unos años estábamos arriba. No sé si hay una incompetencia de los que nos han llevado o una connivencia en busca de un determinado objetivo, hacia otro modelo. Pero sea por una cosa u otro, yo llevo 33 años de asistencia y esta época es de las peores».
Francesch alerta de una deriva haca «una sanidad pública muy precaria, de mínimos, casi de beneficencia, para que vaya gente, quien se lo pueda permitir, a la privada, y el que no se quede colgado, es muy triste».
La doctora tarraconense pone el foco en «la falta de recursos profesionales, realidad que se ve en la ausencia de médicos, algo a lo que no se pone remedio, y eso que hace mucho tiempo que lo venimos reclamando, teniendo en cuenta también que para formar un médico tardas entre 10 y 11 años». Francesch destaca que «hay un problema gravísimo de financiación» y falta «liderar una reforma de la sanidad, que solo pasa por más recursos, y por tener discursos asistenciales y no políticos. Hace falta algo más que buenas palabras y una planificación a largo plazo».
Lluïsa Brull, presidenta del Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Tarragona (CODITA), cree que «aún no nos habíamos recuperado de la crisis que hubo a partir de 2007 cuando nos ha venido la pandemia» y lamenta que «Catalunya esté en las posiciones más bajas de algunos indicadores y contrasta, por ejemplo, con la situación de comunidades como el País Vasco».
Final de contratos Covid-19
Brull subraya que «Catalunya también está entre las comunidades con más cesáreas por habitantes», un indicador que sirve para testar la calidad de la atención sanitaria que se dispensa», pero, como otras, veces, siempre se va a parar al núcleo de la cuestión: «Para que todo esto mejore hace falta más inversión».
Todas esas penurias, enfocadas en la enfermería, derivan en algunas carencias: «De momento no notamos que haya habido un aumento del presupuesto, eso no nos está llegando. Es difícil discernir, porque hay una parte de inversión adicional que es la Covid. Estamos viendo a enfermeras a las que no les renuevan los contratos, que estaban vinculados a la pandemia, que todavía no ha terminado, y sabiendo que en septiembre habrá que volver a vacunar a una parte muy importante de la población».
Brull alerta de que persiste el peligro de que las enfermeras se marchen fuera ante condiciones precarias, como ha sucedido en los últimos años: «Hay una reclamación que tiene que ver con que la enfermería debe liderar algunos de los ámbitos de la sanidad y también necesitamos que nos suban a la categoría A-1 de la administración pública».
«Gastamos mucho en privada y menos en público, y es algo que se ve en el informe. En Catalunya hay una tradición muy larga del sector privado pero también existe una tendencia en que gente se va a una mutua porque algo en la pública no funciona como debería», reconoce Lluïsa Brull, presidenta del Col·legi d’Infermeres i Infermers de Tarragona. El estudio, en su apartado dedicado a la privatización, sitúa a Catalunya como la tercera comunidad con más consultas al año por habitante al especialista privado (1,07). Ocupa la cuarta plaza en visitas al médico de cabecera privado, por detrás de Aragón, Madrid y Canarias.
Donde Catalunya destaca por encima de los demás es en el porcentaje del gasto sanitario dedicado a contratación con centros privados. Es un 24,5%, muy por encima de la segunda comunidad en la lista, las Islas Baleares (9,2%). «Mucha gente no se va a poder permitir hacerse una póliza y quedará excluida», apunta la doctora Tani Francesch.
El coronavirus, si cabe, ha acelerado la contratación de estos seguros, si bien la dinámica en la última década ya era al alza. 25.600 tarraconenses se han ido a las mutuas durante la Covid. La afiliación ha crecido en pandemia el doble de lo normal. Un total de 227.427 tarraconenses tienen mutua, el 27,7%, según los datos de 2021 de la patronal Unespa.