Carme Forcadell: «La amnistía es una reparación, ahora toca ir a por el referéndum»
Entrevista a la presidenta del Parlament de Catalunya entre 2015 y 2017. «La ley puede ser la chispa para recuperar la unidad independentista. Se abre una nueva etapa en la que la autodeterminación debe ser el objetivo»
Carme Forcadell (Xerta, 1955) fue la presidenta del Parlament de Catalunya entre octubre de 2015 y octubre del 2017. Antes lideró la Assemblea Nacional Catalana (ANC), organizando las manifestaciones independentistas más multitudinarias del procés. Ya jubilada, se muestra esperanzada con la Ley de Amnistía, a la vez que no cierra la puerta a volver a la política institucional.
¿Qué le parece el acuerdo entre PSOE, ERC y Junts para aprobar la Ley de Amnistía?
Es muy positivo. El país necesita esta ley, que es una reparación. Hay muchas personas que están esperando juicios o sentencias, otras que ya han sido sentenciadas y condenadas... Hay muchos represaliados y, evidentemente, servirá para que toda esta gente que ha trabajado por la independencia de Catalunya pueda, como mínimo, tener una reparación por la terrible injusticia que se ha cometido.
¿Es un volver a empezar?
No volvemos a empezar porque la lucha por la independencia no ha parado nunca. Sí que es una oportunidad para volver a estar en las mismas condiciones y, sobre todo, para reparar a todos los jóvenes que ahora tienen su vida rota por las protestas tras la sentencia de octubre de 2019, y que fueron a prisión pese a no estar ni juzgadas, como Joan Tortosa y Laura Solé.
La ley la aplicarán los jueces, con el Código Penal español...
Es una ley de país, que es buena para todos, que quiere acabar con la represión y que pasa los estándares de la normativa europea. Está bien blindada, pero nunca lo estará al 100% si hay jueces que dicen disparates. Marchena o García Castellón son capaces de hacer cualquier cosa, como decir que la protesta de Tsunami Democràtic es terrorismo en los casos de Wagensberg y Puigdemont.
¿Cree que no la aplicarán?
Se inventan barbaridades. Quieren convertir en terrorismo protestas legítimas.
¿Habrá amnistiados este 2024?
Dependerá de cada juez. El peligro es que tarden mucho tiempo con las consultas al Constitucional o a Europa. Esto puede alargar el sufrimiento y la represión.
¿Ha sido clave la verificación de la Comisión de Venecia?
Sí, porque la pidió el PP, que se ha marcado un gol en propia portería.
En julio, antes de las elecciones, Pedro Sánchez descartaba la amnistía.
También dijo en 2019 que los presos políticos cumpliríamos la sentencia entera. Y salimos...
¿El PSOE impulsa la amnistía por convicción o por necesidad?
Por las dos cosas. Sánchez sabe que pronto saldrá la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, por esto también eliminó el delito de sedición. Hace cuatro años, además, el contexto era otro, con un partido como Ciutadans...
¿Ha sido clave la desaparición de Cs para llegar al acuerdo entre PSOE, ERC y Junts?
Sí. Ahora el PSOE no tiene a nadie: o pacta con el PP o con la izquierda, no tiene muletas.
¿Las elecciones del 23 de julio lo han cambiado todo?
Ayudaron muchísimo, pese a que Sánchez ha tenido guerra interna.
La amnistía también se aplicará a policías y guardias civiles.
¿Hay condenados? No he visto a ninguno...
Usted fue indultada. ¿En qué le beneficia la amnistía?
Tengo antecedentes penales. No puedo volver a ejercer de profesora, pero estoy jubilada. Y tampoco viajar a países que piden visado. Es peccata minuta comparado con la situación de los exiliados.
El 23 de marzo se cumplen seis años de su entrada en prisión. ¿Qué sentimientos tiene ahora con la amnistía en el horizonte?
Ese día igual estoy triste, pero hoy estoy contenta por los compañeros del exilio y los jóvenes represaliados.
¿Qué le ha supuesto la estancia de 39 meses en prisión?
Fue un proceso muy duro, una nunca se espera entrar en prisión, y más si no ha cometido ningún delito. La cárcel también la sufre la familia, no pude ver nacer a mi segundo nieto, y el primero solo tenía meses...
¿Cómo le cambió?
Me ha hecho ser más empática. A prisión van los más pobres, los que no tienen recursos económicos... Hay un sesgo de género, de pobreza, de etnia...
El ministro Bolaños (PSOE) dice que la amnistía cierra una etapa de conflicto y abre otra de «diálogo». ¿El procés acaba con esta ley?
Se abre una etapa, pero el conflicto no se cerrará hasta que se vote «sí» o «no» en un referéndum.
¿Este debe ser el objetivo de esta nueva etapa?
Sí, debemos ir a por el referéndum. Es muy importante porque tiene un amplio consenso, la gente del «sí» y del «no» tiene claro desde hace muchos años que debe votarse.
¿Cómo ve la situación por la que pasa el independentismo? Se ha pasado de la legislatura del 52% a no poder acordar ni un presupuesto.
Así es difícil... Me gustaría que hubiera seguido el Govern, ya que cuantos más apoyos tenga mejor. Ahora, en cambio, debe pactar con quien pueda.
Y todo pasa por el PSC.
Y por la CUP, Sumar, Junts...
¿La amnistía puede ser el primer paso para recuperar la unidad independentista del 9N, Junts pel Sí y el 1 d’octubre?
Me gustaría, espero que sea la chispa necesaria para volver a encender la ilusión y la unidad independentista. No tanto por Junts pel Sí, que fue un experimento temporal y que no sacó los resultados esperados, pero sí me gustaría que fuera el primer paso para recuperar una estrategia en común.
Sacaron 62 diputados, se quedaron a 6 de la mayoría.
Las expectativas por la franja baja eran 65-66 diputados. Mucha gente que decía que nunca votaría a ERC o Convergència votó a la CUP. Cuando vamos separados sacamos más votos.
¿El 1 d’Octubre fue la cara y la DUI del 27 la cruz del procés?
Matizaría. El 1 d’Octubre fue una gran victoria colectiva, el acto de desobediencia más grande que se ha hecho en este país desde el 1714.
¿La DUI fue un fracaso?
No fue una experiencia positiva.
Raquel Sans (ERC) la definió en términos castellers como un «intent desmuntat».
Vam fer llenya, pero nos da una experiencia positiva para el futuro.
Las imágenes de ese día, tras la DUI, no eran de alegría...
Nadie reía. Habíamos estado días con la duda de si se convocaban elecciones o no. No supe hasta el mismo día que se haría la declaración. Se cambió a última hora. Tenía el pleno convocado, pero no sabía qué se haría. Fue triste.
¿Usted habría avalado las elecciones?
Ahora es difícil decirlo. Con perspectiva quizás sí que habría ido bien convocarlas, pero en 2017 había mucha presión, muchos nervios...
¿Qué falló? Se hablaba de que habría apoyo internacional si había DUI... y nadie se mojó.
No lo sé, era un tema del Govern.
¿Lo volvería a hacer?
Lo único que cambiaría sería declarar en catalán en el juicio. Es lo único de lo que me arrepiento. Quería hacerlo, pero los abogados me lo desaconsejaron.
¿Entiende que la gente que se movilizó el 9N, en 2017 y en 2019 ahora se sienta decepcionada con los partidos?
Sí. La victoria del 1 d’Octubre es tan grande que la gente no estará contenta hasta que hagamos una cosa similar, como un referéndum. Lo tuvimos muy cerca y ahora todo parece poco. Cuando la ciudadanía vea que avanzamos en este objetivo, la gente se volverá a animar.
¿Ve posible acordarlo en alguna de las tres mesas de diálogo?
No sé el mecanismo concreto, pero el Estado ha pasado del ‘no’ a los indultos, a la reforma del Código Penal y la amnistía, a hacerlo. No será fácil, pero la historia del independentismo tampoco lo ha sido.
¿Mantiene contacto con Carles Puigdemont?
Tuvimos alguno, pero ahora hace tiempo que no. Lo fuimos a ver al salir de la prisión. Sí que me escribo con Toni Comín.
¿Se plantea volver a la política institucional?
De momento, no.
¿No lo descarta?
No, porque una vez dije que ‘no’, y luego lo hice dos años después. Mi intención ahora es decir ‘no’, pero no quiero ser categórica.