Cáritas atiende a un 14% más de personas vulnerables que antes de la pandemia

Las mujeres siguen siendo mayoría entre quienes piden ayuda y desde la entidad
advierten que el coronavirus ha dejado una «sociedad herida en términos de cohesión»

«Tenemos una sociedad herida en términos de cohesión, con un aumento sin precedentes de exclusión social», señala Salvador Grané, director de Cáritas Diocesana de Tarragona en la presentación de la memoria del año 2021 de la entidad.

El dato es claro, el año pasado atendieron, a través de distintos programas, a 7.133 hogares del Camp de Tarragona (17.801 personas). Son un 14% más que las atendidas en 2019, antes de la pandemia. Con cada crisis, reflexiona Grané, aumenta la exclusión, «para las personas vulnerables llueve sobre mojado».

Pilar Ribas, coordinadora del Observatorio Social de Cáritas, explica que «la pobreza sigue teniendo rostro de mujer», un 67% de las personas que acuden a pedir ayuda a Cáritas lo son. En cuanto al perfil de los hogares destaca que el 52% tiene menores a cargo, pero también que en un 25% de los casos están formados por personas solas.

En lo que si se ha evidenciado un cambio importante, reconoce Ribas, es en la complejidad de las situaciones que llegan «las personas vienen muy angustiadas, la pobreza es multifactorial».

Pone el ejemplo de la inestabilidad habitacional; de hecho un 25% de las personas que acuden a buscar ayudas viven en viviendas ocupadas, realquiladas o acogidas por otros. En estos casos el problema no solo es la vivienda en sí misma, sino la convivencia con otros y con los vecinos.

Y no se trata solo de atender necesidades básicas como alimentación (el año pasado se beneficiaron de este programa 12.822 personas), sino de que «tu hijo no sea el que se queda siempre sin ir a las excursiones de la escuela».

«Que la persona se reconstruya»

Así pues, no solo aumenta el número de personas atendidas, sino la cantidad de ayuda que necesitan. Las ayudas económicas se han triplicado respecto al 2019. Pero la tendencia es a repartir menos alimentos y a entregar más tarjetas monedero.

Es un suma y sigue; se agregan a la larga lista los problemas psicológicos que se han agravado con la pandemia, el aislamiento social, la precariedad del trabajo (un 12% de los atendidos son trabajadores pobres, es decir, que a pesar de tener empleo necesitan de Cáritas para poder vivir con dignidad) y la brecha digital. «El trabajo está en que la persona se reconstruya y recupere su autoestima», dice Ribas.

Entre los 41 programas que desarrolla la entidad en las comarcas tarraconenses se ha decidido poner el acento en la formación para la inserción laboral. Los cursos que han pasado de cinco a 10, están destinados especialmente a personas inmigrantes no comunitarias que no tienen papeles, lo que les impide acceder a los circuitos formales de educación. Para muchos es la única puerta para encontrar un trabajo. El año pasado llegaron a 423 personas.

El otro gran esfuerzo está en conseguir la inserción. En este aspecto llegaron a 843 personas; un 29% de las que participaron en un itinerario de inserción encontraron empleo.

Combatir la soledad

La demanda de ayuda ha aumentado en todos los sentidos; solo en el servicio de acogida, que es la puerta de entrada a la entidad, ha crecido en un 32% respecto a antes de la pandemia.

En lo que se refiere a las personas mayores 165 participaron del programa de acompañamiento ‘Ara al teu costat’, aunque el programa se está ampliando este año.

En materia de inmigración se atendió a 797 personas y se realizaron 1.833 intervenciones; 40% de ellas tuvieron que ver con temas de arraigo.

Acompañar en derechos

Hay que tener en cuenta que los datos hacen referencia al año pasado, por eso Salvador Grané advertía que «a las consecuencias sociales de la COVID-19, ahora se añaden los fuertes incrementos de precios de los productos agroalimentarios, de la vivienda y de la energía, que está afectando dramáticamente los hogares con menos ingresos. Por lo tanto, desde Cáritas, tenemos que seguir acompañando en derechos a las personas más vulnerables y tenemos que pedir ayudas públicas focalizadas a los colectivos más afectados por la crisis, en concreto con políticas de inclusión y mejoras en la redistribución de la renta».

Y es que, advertía, más que ofrecer ayuda, una de las prioridades de la entidad para el futuro inmediato consiste en acompañar a las personas a acceder a sus derechos.

Destacaba Grané la baja cobertura que ofrecen las dos prestaciones de rentas mínimas que conviven en Catalunya, y que se diseñaron como última red de protección social de las personas. Según el informe FOESSA 2021, el ingreso mínimo vital (IMV) estatal solo está llegando al 13% de las personas en pobreza severa de Cataluña y la renta garantizada de ciudadanía (RGC) de Cataluña al 28%, «de forma que un número importante de personas se encuentran, a día de hoy, totalmente desprotegidas, sin ingresos, sin ahorros y sin acceso a prestaciones».

Por su parte el arzobispo Joan Planellas destaca la labor de Cáritas para llegar allá donde las administraciones no llegan. Es algo, asegura, que sería imposible si no fuera por el trabajo de los 47 profesionales y 1.215 voluntarios que trabajan en la entidad.

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