Primer regional desde Barcelona a la boca del lobo de Sant Vicenç hacia Tarragona y con final en Tortosa
Primeros despistados a primera hora de la mañana
El primer regional desde Barcelona a la boca del lobo de Sant Vicenç, con final en Tortosa, traquetea tranquilo. Unos pocos usuarios ejecutan su rutina con los ojos aún somnolientos. Ni la interrupción de la megafonía, apagada por el sonido del tren y de la que tan solo pueden escucharse palabras sueltas (Sant Vicenç, carretera, Torredembarra...), les perturba. Van informados. Incluso los que se quedan en Sant Vicenç. Saben que deberán hacer transbordo para dirigirse a Tarragona, Torredembarra, Altafulla... Una más, asegura una usuaria. Entre que desconocen la magnitud del caos de autobuses que se pueden encontrar en Sant Vicenç y la paciencia cultivada durante años de matrimonio con la Renfe, hacen que su primer viaje en su nueva rutina sea con tanta calma como resignación. Hasta para mantener la costumbre de echarse una cabezadita. Si de algo hay que morir, al menos que te pille descansado.
Menos para un viajero. Se ha subido seguro de que el tren paraba en Vilanova. Por suerte para él, solo verá los autobuses de lejos.
El mensaje «Final de trayecto» es el primer aviso del cambio. Las dudas comienzan nada más poner un pie en el andén de la estación. Empiezan a aparecer los despistados. «Llevo 15 días sin venir y ahora me encuentro con esto», cuenta Antonio. Viene de Sabadell para trabajar a Tarragona. Mientras espera empieza a calcular de cara a mañana. El resultado es fácil: «A partir de ahora me tendré que levantar más pronto».
Dídac también es de los sorprendidos. Ha estado en Canarias y empieza a entender que su regreso será diferente. Llevo ya un avión, un tren y ahora el bus hasta Hospitalet de l’Infant y otro tren a Tortosa va cabilando.
Los usuarios se agolpan ante la valla ubicada delante de la estación. Los informadores van levantando carteles con los diferentes destinos. La espera se alarga unos quince minutos. Hasta que comienza la salida. Hospitalet de l’Infant, Cambrils, Vila-seca y Tarragona Battestini. En 20 minutos se vacía. Ha sido fácil. Apenas una treintena de personas para repartirse en tres buses.
«No nos dejamos a nadie», grita el encargado de dirigir el traspaso satisfecho de haber cumplido con el primer objetivo.