Corte en Renfe: Primer día superado con menos usuarios
El servicio de autobuses fue la nota positiva de una jornada en la que los propios trenes se encargaron de boicotear el plan de alternativas de transporte por las obras de Roda
Prueba superada. Los usuarios del corredor sur de Regionals ya saben qué es vivir una jornada sin trenes entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders, un primer día en el que se puso de manifiesto que en adelante será imprescindible salir con más tiempo de casa y armarse de paciencia, porque el modelo pende de un hilo y cualquier contratiempo generará la tormenta perfecta sobre un sistema muy tensionado.
«Yo con el bus he venido muy bien, porque a esa hora tampoco hay tráfico. El problema será a partir de las ocho, porque todos sabemos de los problemas de tráfico que hay para entrar a Tarragona a esa hora y la gente no llegará», decía un vecino de Altafulla que llegaba con uno de los primeros buses de la mañana a la estación de Tarragona. Esta ofrecía un aspecto muy tranquilo. De hecho, mucho más de lo habitual.
Muchos viajeros no quisieron ponerse en el papel de conejito de indias en este primer día y decidieron buscarse la vida, ya sea con vehículos compartidos, buses directos, el Avant o incluso han alquilado una habitación en Barcelona o solicitado hacer más teletrabajo para evitar los desplazamientos.
Renfe confirmó esta percepción, aunque no será hasta los próximos días cuando puedan empezar a conocerse las primeras cifras oficiales. Esto hizo que el arranque de la jornada se saldara con buena nota.
El despliegue fue seguido in situ desde Sant Vicenç de Calders por el presidente de Renfe, Raúl Blanco, junto al director de Rodalies, Antonio Carmona, y el secretario de Infraestructures i Mobilitat de la Generalitat, Manel Nadal. Este último aseguraba que «no debemos entrar en el triunfalismo, pero tampoco caer en catastrofismos», y ya anticipó que «el tiempo de viaje no es una cosa que podamos arreglar».
Primeras mejoras
Ya en la primera valoración del día, Carmona aseguró que «intentaremos seguir mejorando el plan de alternativas», que principalmente pivota sobre un dispositivo con hasta 87 autocares al día y cerca de 600 expediciones diarias. Entre los cambios que se introducirán a corto plazo está la mejora de la señalización y los encaminamientos en las estaciones. Un déficit pensado sobre todo de cara a Sant Vicenç de Calders, que puede llegar a registrar un tráfico de hasta cincuenta autobuses en horas punta. Este primer examen se superó gracias a la entrega del jefe de la línea R2 Sur y con colas de autobuses para poder acceder a la zona de estacionamiento.
Y es que los propios trenes se encargaron de boicotear el plan de alternativas, con retrasos puntuales desde primera hora de la mañana, que a medida que fue avanzando el día se acentuaron llegando a los más de 60 minutos en algunos casos. Esto provocó desajustes entre los autobuses y la llegada de los trenes en la terminal del Baix Penedès, de forma que a media tarde se vivieron situaciones con mucha afluencia de gente en los andenes.
La portavoz de la plataforma Dignitat a les Vies, Ana Gómez Llauradó, defendía que «se han salvado los muebles». Esta lo atribuía a la reducción de los usuarios, lo que permitía que el dispositivo pudiera irse activando a medida que despertaba el día.
Acostumbrados al calvario de este último medio año, con retrasos que llegaron hasta el mismo momento de cortar las vías el lunes por la noche, algunos usuarios intentaban tomárselo con filosofía. «Normalmente la Renfe ya no funciona. A lo mejor con los buses llego más pronto», decía Rita Argelet, usuaria de Tarragona.
Los puntos débiles
Los usuarios que siguen ‘gafados’ son los de la R-15, que con el plan de alternativas son los únicos que no tienen que hacer transbordo ya que son desviados por la línea interior que circula por Valls. Sin embargo, algunos de estos convoyes registraron demoras de más de sesenta minutos, de forma que algunos viajeros tardaron más de tres horas en cubrir el trayecto desde Reus a Barcelona.
«Es un punto débil sobre el que deberemos estar atentos, teniendo en cuenta que Reus no dispone de autobuses directos», decía Adrià Allo, también miembro de la plataforma.
La solución de La Plana-Picamoixons se medía como una alternativa que permitía establecer un récord de circulaciones por un tramo en vía única al que deberá estarse muy atento. «Está todo medido al milímetro, de forma que si se produce cualquier demora se contagia sobre el resto», decía Allo.
Este primer día de prueba también ponía de manifiesto los problemas de movilidad que está generando todo este amplio dispositivo de autobuses que se mantendrá durante los próximos meses, que está diseñado para transportar un promedio de unas 15.000 personas al día.
Más allá de la ratonera de Sant Vicenç de Calders, uno de los puntos que sufrió esta presión era las inmediaciones de la estación de autobuses de Tarragona. En este caso, al tráfico habitual de los servicios urbanos e interurbanos hay que sumarle la nueva parada para los buses de la Renfe, desde la que salen los vehículos lanzadera que conectan directamente con Sant Vicenç de Calders. Esto generó importantes problemas de tráfico que también sufrieron los viajeros que decidieron pasar del tren y coger el bus directo para ir a Barcelona.
La compañía Bus Plana aseguraba que estos servicios habían registraron un promedio de unos veinte viajeros, por lo que no hizo falta movilizar los nueve vehículos que estaban en reserva en las cocheras por si acaso.
La información
El plan que se ha desplegado para las obras del túnel de Roda de Berà es el plan de alternativas más importante de la historia. Este comportará una inversión de cerca de 30 millones de euros, que prácticamente dobla el coste de la obra que va a hacerse en Roda de Berà, que asciende a 16 millones de euros. Y uno de los aspectos en los que se ha puesto el acento ha sido la información y la comunicación de las alternativas. Está claro que siempre hay quien llegado al día se presenta a la estación y no se ha enterado de nada. Los hubo y siempre los habrá. También los había que estaban inquietos porque no sabían a donde tenían que ir, qué bus coger o si les cuadrarían los horarios, pero en los puntos de más afluencia se hizo un refuerzo notable de efectivos que consiguió que el caos fuera menos caos.