Agustín Chaler: «Vi ejecutar a una persona delante mío. Me salpicó la sangre»

Agustín Chaler es el mejor viajero de España. Forma parte de la Asociación de Escritores y Viajeros, con sede en Altafulla

Agustín Chaler vive a caballo entre Vinaròs (Castellón) y Sao Paulo y Río de Janeiro (Brasil), pero su verdadero hogar es el mundo. Ha realizado innumerables viajes, pero se distingue por completar lo que él mismo denomina «largas expediciones temáticas». Ha recorrido, por ejemplo, la Ruta de la Seda, la Transamericana, la Transafricana, las exrepúblicas soviéticas, el sudeste asiático y Oceanía, Latinoamérica (de México a la Antártida) y la más reciente, un periplo por el mundo árabe. La ruta que más le impactó fue cruzar todo el Himalaya por ambas vertientes durante 15 meses.

¿Cómo nace su pasión por los viajes?

Nació cuando era muy pequeño, por culpa de mi abuela. Me regaló El libro de las maravillas, de Marco Polo. Fui un niño diferente. En vez de tener Zipi y Zape o Mortadelo y Filemón tuve un libro de viajes.

Ya de niño usted quería ser el Marco Polo español.

Sí. Siempre me han gustado los viajes y he dedicado mi vida solo a viajar, la arquitectura fue solo un accidente.

Empezó a viajar a los 18 años y ahora tiene 57. Ha visitado 180 países. ¿Qué ha aprendido?

Cuatro conceptos. Uno: a vivir el presente y más tras una pandemia. Dos: a valorar el silencio, que es el ruido que más nos falta. Tres: a llorar y reír por una causa justa. Y cuatro: humildad y respeto. Aprendes a vivir con muy poco y valorar lo que tienes. Pero, sobre todo, para ser un buen viajero tienes que ser una buena persona.

¿A qué se refiere con una «causa justa»?

Los prejuicios son un defecto del ser humano. Cuando vas a un país tienes que tener altura de miras. Muchas veces me han preguntado por qué voy a Israel, o a China en plena represión al Tíbet o a un país africano en que manda un dictador.

¿Y por qué va?

Porque siento curiosidad por saber cómo es un mundo ajeno y diferente al mío y tengo la capacidad de abstraerme del contexto y valorar lo que veo. Normalmente las personas locales no son como los políticos y te llevas sorpresas agradables.

Y desagradables.

He visto la muerte y he visto matar a personas. También represiones brutales en China, Corea del Norte... Tienes que intentar adaptarte. Pero piensa que los viajes son un mundo ficticio.

¿Ficticio?

Dura lo que dura el viaje. Vuelves y tienes que extraer todo aquello que te sirva para ser mejor persona y vivir mejor. Pero los viajes no son tu vida real. Mi caso es extremo, ya que yo no viajo, yo vivo viajando.

Decía que ha visto matar.

Vi ejecutar a una persona delante mío. Me salpicó la sangre. Fue en la Comuna 13, en Medellín (Colombia). Unos sicarios iban en moto y mataron de tres tiros en la cabeza a una persona delante mío. No la conocía de nada. Aún no sé porque el pistolero no giró el arma y disparó al testigo, es decir a mi.

Qué duro. ¿Cómo se supera esa experiencia?

Uno nunca está preparado para ver cómo se arranca una vida. Yo vi la cara del asesino, que seguramente ya debe estar muerto. Al día siguiente me fui por si acaso iban también a por mí.

Aparte del momento del asesinato al que alude, ¿ha pasado miedo en algún otro viaje?

Sí. El miedo es muy importante en el viaje porque te obliga a estar atento a los detalles. Canalizo el miedo hacia una vertiente positiva. He pasado miedo muchas veces. El viajero que te diga que no ha pasado miedo te miente.

¿Miedo a morir? ¿A que le secuestrasen? ¿A qué?

Miedo a que me retuviesen lo pasé en Yemen. A que me encarcelaran lo pasé en China cuando entré en las ciudades prohibidas saltándome los controles a través de las montañas. En Sudamérica tienes que tener miedo todas las noches. Tengo miedo, sí, pero voy a continuar viajando.

¿No cree irresponsable saltarse unos controles policiales?

En los viajes siempre hay una parte de riesgo que tienes que valorar. Por ejemplo, acabo de entrar en la Meca y no soy musulmán. Decidí asumir el riesgo.

¿Cómo logró entrar en la Meca sin ser musulmán?

Con una dosis de valentía y una dosis de inconsciencia. Me dejé barba, fui vestido como los peregrinos, aprendí a hablar un poco de árabe y, sobre todo, aprendí a rezar, que es lo que se va a hacer a la Ka’aba. No sé qué hubiera pasado si las autoridades me hubieran descubierto.

¿Es como un subidón de adrenalina? ¿Como hacer puenting, por poner un ejemplo?

No. En mi caso viajar es una forma de vivir. No es que vaya buscando adrenalina todos los días, sino que se te plantea la ocasión de hacer una cosa que está prohibida y dudas de si hacerlo o no. Yo personalmente siempre lo acabo haciendo porque creo que será el destino el que decida si me pasa algo.

Usted vive muchas veces en las casas de los habitantes de los países a los que viaja.

Siempre me muevo en transporte local, visto como ellos y como lo mismo. Estableces una conexión. Eres el elemento sorpresa del autobús de turno. Tienen la misma curiosidad por conocerte que tú por conocerlos a ellos. Generalmente te invitan a sus casas a conocer a su familia.

¿Cómo se comunica?

El sentido común y los gestos ayudan. Hablo seis idiomas. Si hablas inglés, francés y español ya tienes mucho ganado. También hablo portugués, italiano y catalán y tengo nociones de japonés, chino y ruso.

¿Mejor viajar solo o acompañado?

Solo. La conexión con las personas, las sorpresas que te llevas, la capacidad de observación y análisis, son siempre solo.

¿Su familia como lo lleva?

Mis padres ya fallecieron y los cuidé hasta el final. Mi pareja me dejó después de 25 años por los viajes. Yo abandoné mi trabajo de arquitecto. Mi vida se ha volcado en los viajes al 100%. No soy un buen ejemplo familiar. Mi familia es el mundo.

¿Ha merecido la pena perder a su pareja por los viajes?

No. Es la persona más importante que he tenido en mi vida. Este es el único punto que me hace reflexionar cuando viajo: si todo esto que me hace muy feliz ha valido la pena. Sí, excepto el amor.

Agustín Chaler, en un balcón de la notaría Rambla 88, de Martín Garrido, responsable de la Asociación de Escritores y Viajeros. Foto: Àngel Ullate

¿Conoce España?

Bastante. He hecho cinco veces los caminos de Santiago, tres en bici y dos a pie. Es el viaje interior más fascinante que se puede hacer.

Apenas pasará tiempo en casa.

Estoy muy poco tiempo, sí. En casa lo paso mal. Soy un animal viajero. Me siento más cómodo en la vida estrictamente nómada. Hay gente que no sirve para esto. No es fácil dormir cada noche en un sitio diferente, comer alimentos a los que no estás acostumbrado, vivir situaciones extremas...

¿Como por ejemplo?

Pasar inviernos muy crudos. Estuve a menos 25 grados en Xinjiang, una remota región china en la Ruta de la Seda. Es el mundo puro y duro. El que quiero conocer.

¿Qué país le ha impresionado más en positivo?

La India. Allí encuentras todo lo que buscas como viajero y en la vida en general. En la India he encontrado la esencia de lo que he venido a hacer a este mundo, mi ikigay, una palabra japonesa que quiere decir lo que te hace feliz. También me gusta Japón por el gran respeto que tienen a la gente mayor. Me asombran México, Brasil y la Antártida.

¿Cuál fue el momento más feliz en sus viajes?

Hay varios en lo que me pudo la emoción y lloré. Por ejemplo, pisar la Antártida: no podía controlar mi emoción. Ves todo ese blanco. Y el silencio. Solo oyes el sonido atronador de los derrumbes. Ves un mundo a cámara lenta que me produce un placer enorme, una gran calma.

¿Repite países en sus viajes?

Sí. No me importa en absoluto hacerlo. En la India he estado doce veces y fueron diferentes. El país cambia y mi mirada también.

¿Conoce España?

Bastante. He hecho cinco veces los caminos de Santiago, tres en bici y dos a pie. Es el viaje interior más fascinante que se puede hacer.

Apenas pasará tiempo en casa.

Estoy muy poco tiempo, sí. En casa lo paso mal. Soy un animal viajero. Me siento más cómodo en la vida estrictamente nómada. Hay gente que no sirve para esto. No es fácil dormir cada noche en un sitio diferente, comer alimentos a los que no estás acostumbrado, vivir situaciones extremas...

¿Como por ejemplo?

Pasar inviernos muy crudos. Estuve a menos 25 grados en Xinjiang, una remota región china en la Ruta de la Seda. Es el mundo puro y duro. El que quiero conocer.

¿Qué país le ha impresionado más en positivo?

La India. Allí encuentras todo lo que buscas como viajero y en la vida en general. En la India he encontrado la esencia de lo que he venido a hacer a este mundo, mi ikigay, una palabra japonesa que quiere decir lo que te hace feliz. También me gusta Japón por el gran respeto que tienen a la gente mayor. Me asombran México, Brasil y la Antártida.

¿Cuál fue el momento más feliz en sus viajes?

Hay varios en lo que me pudo la emoción y lloré. Por ejemplo, pisar la Antártida: no podía controlar mi emoción. Ves todo ese blanco. Y el silencio. Solo oyes el sonido atronador de los derrumbes. Ves un mundo a cámara lenta que me produce un placer enorme, una gran calma.

¿Cómo financia sus viajes? No serán baratos.

Tuve la suerte de ganar mucho dinero como arquitecto e invertirlo bien sobre todo en casas. Todas esas casas las tengo en alquiler. Gano muchísimo menos que cuando era arquitecto, pero soy feliz. Me resulta más barato viajar que vivir en España.

Imagino que recomienda a todo el mundo que viaje.

Por supuesto. Viajar es la mejor forma que conozco de burlar el paso del tiempo.

Apenas le faltan unos pocos países para haber estado en todos los del planeta.

Si hubiera querido estar en todos, lo hubiera hecho, pero prefiero que el sueño de viajar dure todo lo que dure mi vida. Ser testigo de mundos que desaparecen es mi motivación.

Su mentalidad viajera no es la de hacer una lista e ir tachando.

En absoluto. Habré dado muchas veces la vuelta al mundo, pero no las he contado. Nunca compro billete de vuelta. Me afectaría demasiado a la psicología del viaje. Quiero sentirme libre y dejar fluir el viaje, que dure lo que tenga que durar. Vuelvo cuando siento que el viaje ha acabado.

¿Repite países en sus viajes?

Sí. No me importa en absoluto hacerlo. En la India he estado doce veces y fueron diferentes. El país cambia y mi mirada también.

¿Conoce España?

Bastante. He hecho cinco veces los caminos de Santiago, tres en bici y dos a pie. Es el viaje interior más fascinante que se puede hacer.

Apenas pasará tiempo en casa.

Estoy muy poco tiempo, sí. En casa lo paso mal. Soy un animal viajero. Me siento más cómodo en la vida estrictamente nómada. Hay gente que no sirve para esto. No es fácil dormir cada noche en un sitio diferente, comer alimentos a los que no estás acostumbrado, vivir situaciones extremas...

¿Como por ejemplo?

Pasar inviernos muy crudos. Estuve a menos 25 grados en Xinjiang, una remota región china en la Ruta de la Seda. Es el mundo puro y duro. El que quiero conocer.

¿Qué país le ha impresionado más en positivo?

La India. Allí encuentras todo lo que buscas como viajero y en la vida en general. En la India he encontrado la esencia de lo que he venido a hacer a este mundo, mi ikigay, una palabra japonesa que quiere decir lo que te hace feliz. También me gusta Japón por el gran respeto que tienen a la gente mayor. Me asombran México, Brasil y la Antártida.

¿Cuál fue el momento más feliz en sus viajes?

Hay varios en lo que me pudo la emoción y lloré. Por ejemplo, pisar la Antártida: no podía controlar mi emoción. Ves todo ese blanco. Y el silencio. Solo oyes el sonido atronador de los derrumbes. Ves un mundo a cámara lenta que me produce un placer enorme, una gran calma.