Abrir camino en contra de los ‘trabajos de los hombres’
Ellas son pioneras, referentes. Muestras de que los oficios masculinizados han pasado a mejor vida y ejemplos a seguir para todas y cada una de las futuras generaciones
Ya no hay ‘trabajos de hombres’. A pesar de que, durante la historia, haya habido diferentes oficios que se hayan asociado al género masculino, cada vez hay más ejemplos, aunque aún quede mucho trabajo por hacer, de que este desequilibrio está reduciéndose en los últimos años.
El Diari conversa con cinco referentes. Cinco mujeres que actualmente desarrollan trabajos que históricamente han estado erróneamente relacionados con los hombres. Ellas demuestran que también pueden, que no son menos que nadie por el simple hecho de ser mujeres.
Admiten que, lamentablemente, durante su carrera han tenido que pasar por momentos complicados: comentarios, dudas, situaciones difíciles... No obstante, afirman que la cosa está cambiando últimamente. Son transformaciones pequeñas y que van estableciéndose poco a poco en la sociedad.
Es evidente que la brecha de género aún está presente en muchos ámbitos: tan solo hay que echarle un vistazo a la estadística de salarios que la Agencia Tributaria publica de forma anual, a las denuncias y muertes por violencia de género, a según qué comentarios a través de las redes sociales, al miedo al caminar en soledad por la calle...
En el ámbito laboral, la falta de referentes es uno más de la infinidad de factores que provocan esta desigualdad. A pesar de que cada vez hay más, las figuras femeninas aún brillan por su ausencia en muchos ámbitos. ¿Puede causar mencionada ausencia que las futuras generaciones no piensen en dedicarse a un trabajo en el que solo ven hombres?
Por ese motivo es tan vital abrir camino. Es lo que hacen estos cinco testimonios. Algunas de ellas manifiestan que, aunque pocas, sí que tuvieron mujeres referentes. Otras, en cambio, fueron las primeras que entraron en su puesto de trabajo.
Lo que sí que comparte su discurso es el hecho de animar a las mujeres del futuro a dedicarse a lo que les llene, independientemente del resto de la sociedad. Ellas no tuvieron miedo y expresan que la experiencia les ha enseñado que la decisión que tomaron ha terminado siendo la correcta.
Son cinco historias diferentes, pero parecidas. Cinco vidas. Cinco mujeres que demuestran que aquello de los oficios masculinizados ya va siendo cosa del pasado, que han pasado a mejor vida.
Laia Merino: «Creo que el sector es poco conocido»
Laia Merino tiene 24 años y es antropóloga. Afirma que, durante sus estudios, empezó a interesarle mucho el concepto de la muerte y las emociones y los sentimientos que la rodean. Actualmente, estudia el máster de antropología médica y está trabajando en el crematorio municipal de Reus. Afirma que su intención es acabar especializándose en duelo y realizar un doctorado en antropología de la muerte.
«Cuando lo explicas, sorprende y hay un tabú al hablar de ello; pero, como desde pequeña siempre me ha interesado reflexionar sobre esta parte emocional, mi entorno lo entendió perfectamente», recuerda.
Después de acabar un curso de funeraria, en diciembre de 2022, vio una plaza en el crematorio de Reus, donde empezó a trabajar en julio de 2023: «Decidí apuntarme porque sabía que quería dedicarme a esto».
«Igual sí que, históricamente, la profesión se ha asociado a los hombres, pero también tenemos una gran plantilla de mujeres; aquí estamos muy equiparados y, a la hora de trabajar, nunca he tenido ningún inconveniente», comenta. Merino se encarga del proceso de incineración y acompañamiento a las familias.
A las posibles futuras trabajadoras en su ámbito les diría «que buscasen cursos homologados y que, aunque cueste, intenten buscar trabajo en el sector porque seguro que encontrarán».
Una presencia en crecimiento
Según un estudio estatal de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (PANASEF), el porcentaje de mujeres en el sector funerario no supera aún el 26%, y tan solo un 3,8% de ellas se encuentra en puestos directivos.
Sin embargo, la publicación El trabajo de las mujeres en los empleos funerarios, elaborada por la profesora María del Carmen Barrera, expone que «la demanda de empleo femenino en los trabajos relacionados con la muerte se ha incrementado considerablemente» en los últimos años.
Carolina Pérez: «Mi familia siempre me ha apoyado»
Desde pequeña, a Carolina Pérez ya le llamaban la atención las policías: «Sobre todo cuando observaba a las mujeres vestidas con el uniforme». «Las admiraba cuando las veía de policía», recuerda con cariño. Sus padres, de hecho, siempre han trabajado como vigilantes de seguridad.
Tal era esa admiración que ya de pequeña jugaba con cochecitos de ambulancia y de policía: «Les decía a mis padres que yo no quería muñecas», explica. «Ellos fueron los primeros que me apoyaron, aunque había algún familiar que me decía ‘con lo mona que eres... ¿De verdad quieres ser policía? ¿No tienes miedo?’».
Siempre lo tuvo claro. Empezó de interina en L’Hospitalet de l’Infant. De eso hace ya diecisiete años: «Estando allí, salieron plazas en Cambrils, Reus, Tarragona... Me presenté a todas y, finalmente, conseguí el puesto fijo en Cambrils y, tras nueve años y medio, hice una permuta con una agente de Reus».
Afirma que, pese a que han ido en descenso, durante su carrera ha vivido situaciones de discriminación: «Afortunadamente, cada vez menos, aún así, en depende qué casos, sigue costando que te respeten». «En el ámbito laboral, ningún problema: todos cobramos lo mismo y tenemos las mismas oportunidades», explica. El último año y medio de servicio lo ha desarrollado como cabo, y afirma que es tarea pendiente que las mujeres lleguen más a puestos directivos.
Comenta que, actualmente, «las adolescentes no tienen la información necesaria para poder opositar», motivo por el cual el cuerpo organiza charlas en institutos: «Queremos alentar a las jóvenes para que se animen a ser policías, ya que es algo que en la escuela no se enseña».
Aumenta la cuota
«Recientemente, ha habido bastantes jubilaciones y hemos renovado la plantilla de la Guàrdia Urbana de Reus», explica Pérez.
Actualmente, las diecinueve mujeres –diecisiete agentes y dos cabos– que forman parte del cuerpo suponen un 12% de todos los trabajadores de la Guàrdia Urbana.
Yolanda Fuentes: «Amo mi oficio y estoy orgullosa»
Yolanda Fuentes es estibadora en ESTARRACO, en el Port de Tarragona, desde el año 2008: «Tenía compañeros que trabajaban en el sector, me comentaron que había una convocatoria y me animaron a presentarme». Tras realizar las pruebas físicas y psicotécnicas, empezó a desarrollar el oficio.
Cada mañana, a las siete, cuelga su disponibilidad durante el día y, en función de los barcos y de la faena que haya prevista, puede trabajar en diferentes turnos. En total, hay cuatro: mañana, tarde, noche, madrugada y el ‘normal’ –que es un horario partido–. «En caso de que no trabaje, ese día puede ser que haya algún tipo de formación», expresa Fuentes, quien cree que el oficio de estibadora es desconocido para la gran mayoría de la ciudadanía.
«Mucha gente se sorprende cuando les digo cuál es mi trabajo, pero es siempre desde el punto de vista positivo», afirma Fuentes. También argumenta que «la mecanización ha provocado que cada vez haya más mujeres que se dediquen a este sector».
La eliminación de estereotipos
Un informe de Empar Agudo, de la Universidad de Valencia, titulado Mujeres en la estiba. El caso de las estibadoras portuarias del Puerto de Valencia, expone que «la composición por sexo de la fuerza de trabajo de los puertos europeos ha cambiado con el aumento de las mujeres empleadas, algo que está removiendo el imaginario de masculinidad hegemónica imperante en la profesión».
Lo certifica Fuentes, quien afirma que nunca ha sentido discriminación por parte de ningún compañero: «Tenemos las mismas condiciones y somos casi como una familia». Actualmente, son ocho mujeres en la plantilla. Cuando ella entró, eran cuatro.
«A todas las que tengan inquietud por esta profesión, yo las animaría a iniciarse, ya que es muy bonita y se aprenden cosas cada día», indica. Hace especial hincapié en el hecho de que no es un oficio monótono: «Haces cosas diferentes cada día». «Yo amo mi trabajo», sentencia.
Estrella Larrarte: «Siempre me he sentido una mas»
Hace ya veintisiete años que Estrella Larrarte fue la primera mujer en entrar a trabajar a Repsol en mantenimiento. Ella había cursado el título de Mecánico Naval Mayor en la Escuela Naval de Pasajes, donde residía: «Me matriculé porque me llamó la atención y se me daba bien; no habían pasado muchas mujeres por este ámbito».
Recuerda que, en el País Vasco, hace ya años que la industria tiene mucho peso y, por eso, «aunque no como ahora, ya había más mujeres integradas en este mundo laboral». «En mi casa, siempre me han animado; al principio, hay gente que se extraña, pero me han apoyado mucho», expone. Larrarte narra que veraneaba por la Costa Daurada mientras Port Aventura estaba terminándose de construir: «Eché un currículum y estuve dos temporadas trabajando allí como maquinista».
La mayoría de compañeros que tenía eran hombres, pero afirma que en ningún momento se sintió discriminada. Después de esas dos temporadas, tomó la decisión de postular para trabajar en el complejo petroquímico y fue entonces cuando entró a Repsol. Desarrolla las labores de supervisora de planificación: su departamento prepara paradas como en la que ahora está inmersa el área de química del complejo, realiza el seguimiento y el mantenimiento preventivo de las instalaciones, entre otras tareas.
Unos tiempos de cambios
Con 53 años, reconoce que siempre se ha sentido una más: «Nunca he creído ni que se me haya discriminado ni que se me haya sobreprotegido; siempre nos hemos ayudado entre todos». «En veintisiete años, esto ha cambiado muchísimo; después de entrar yo, han empezado a trabajar en el sector cada vez más mujeres».
Según datos de población ocupada del Instituto Nacional de Estadística (INE), de las 615.000 personas que se dedican a la industria en Catalunya, 201.000 son mujeres –un 33%– y 414.000 son hombres –un 67%–. El peso femenino en este sector ha aumentado, ya que, en 2001, primer año del que se tienen datos, era del 29%.
Alícia Figueras: «Aún se sorprenden si me ven en tractor»
Trabajar en la agricultura no era la idea de Alícia Figueras. Al menos no de inicio, ya que ella había estudiado una ingeniería técnica en informática de gestión. En su casa, no obstante, siempre ha habido terrenos. «Llegó un momento en el que mi padre se hacía mayor y ya iba dejando las tierras y dándose cuenta de que no podía estar al frente de todo», apunta. Sus hermanos no quisieron quedarse con el cultivo y, finalmente, fue ella quien tomó las riendas: «Quise probar, y ya hace una década que estoy ‘probando’», bromea.
Sus tierras están en Sant Jaume dels Domenys. Su explotación tiene la condición de prioritaria y está centrándose en la producción ecológica. Tiene viñas, olivos y almendros. «Hasta hace poco, siempre me preguntaban que si estaba segura de dedicarme a este oficio, ya que mis padres siempre han tenido la visión de que es un trabajo muy duro; de todas formas, siempre, siempre me han apoyado», remarca.
Añade que «aunque ha habido mujeres trabajando en el campo, en muchas ocasiones han sido invisibilizadas, ya que se las veía como ‘la mujer de’ o ‘la hija de’, y eso es algo que en la actualidad ha cambiado». Ella es socia de Cellers Domenys, cooperativa municipal, donde formó parte del Consell Rector durante cuatro años.
«Muchas veces te sientes cuestionada: ¿Quieres decir? ¿Estás segura de esto que vas a hacer? Son preguntas que se repiten; hay gente que aún se extraña y se da la vuelta si me ve en el tractor». «Yo recomendaría a las futuras generaciones que, si les llama la atención, lo prueben; es un trabajo muy agradecido y que te engancha», reconoce.
Cada vez hay menos campesinos
Los datos de población ocupada del Instituto Nacional de Estadística (INE) exponen que, de las cerca de 46.000 personas que se dedican en la actualidad a la agricultura en Catalunya, tan solo 7.500 son mujeres –un 16,3%– mientras que 38.500 son hombres –un 83,7%– son hombres.
Figueras forma parte de la Associació de Dones del Món Rural, cosa que indica que la ha ayudado mucho durante toda su experiencia profesional.