El espacio para el duelo, también en verano
Relacionada con la alegría y el ocio, la época estival acentúa el dolor de las personas que transitan por una pérdida. Fundación Mémora cuenta con un servicio personalizado de apoyo
Pasamos buena parte del año pensando en él. En los lugares a los que viajaremos, los planes que haremos con familia y amigos, las playas donde desconectaremos... El verano es una época deseada que se asocia a los buenos momentos, la alegría y las actividades de ocio. Precisamente por esto durante la temporada estival es «mucho más difícil de gestionar para las personas que están transitando por un proceso de duelo y se acentúa el dolor por la pérdida», explica Lola Cabrera, psicóloga especializada en duelo. «Disponer de tiempo libre y la falta de rutinas como, por ejemplo, acudir al trabajo, facilita los pensamientos recurrentes acerca de lo perdido y aumenta el sentimiento de vacío y soledad. En esta época del año se recuerdan experiencias pasadas de otros veranos compartidos con el ser querido que ya no podrán repetirse», apunta Cabrera quien colabora desde hace años con Mémora en los grupos de duelo, en los que se comparten las pérdidas para mejorar en el proceso y se ofrecen recursos y estrategias para superar los diferentes procesos que conlleva la pérdida de un ser querido.
Este tipo de apoyo es importante ya que durante el proceso de duelo se experimentan distintas emociones, desde la rabia, pasando por la tristeza o la culpa, «muchas de ellas de forma tan intensa que escapan a nuestro control y consiguen desestabilizarnos, por eso muchas personas describen el proceso de duelo como una montaña rusa de emociones, con subidas y bajadas», ilustra la psicóloga, quien también enmarca este duro trance en cinco etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
La ayuda profesional, clave
Además, se trata de un camino de largo recorrido, en el que cada uno debe hacerlo a su ritmo, ya que un duelo mal elaborado puede llegar a cronificarse y prolongarse en el tiempo y, en algunas circunstancias, «desembocar en patologías como el estrés post-traumático, la depresión o el trastorno de ansiedad», relata la especialista. El malestar emocional repercute también en nuestra salud física, «agravando algunas enfermedades que ya padecíamos o generando nuevos síntomas. Por eso, en el camino del duelo es necesario pararse, darse tiempo, reflexionar, permitirse sentir, conectar, para elaborar el duelo y seguir con la vida, asegura Cabrera.
En muchas ocasiones la ayuda profesional es clave para recuperar el bienestar emocional, porque aunque el duelo es un proceso natural, en nuestra sociedad está considerado como un acontecimiento vital muy estresante que afecta a nivel psicológico, biológico y también social. «No todas las personas van a enfrentarlo partiendo de las mismas condiciones ni contando con los mismos recursos, internos y externos. Por eso, en algunos casos el proceso puede llegar a complicarse, impidiendo un funcionamiento adecuado en la vida cotidiana, y es entonces cuando es necesario buscar ayuda especializada», afirma la psicóloga. «Por ejemplo, una personalidad pesimista, un estilo evitativo al enfrentar las dificultades, una muerte traumática e inesperada, la muerte de un hijo/a o la ausencia de apoyo del entorno son algunos de los factores que pueden complicar el proceso».
Conscientes de esta casuística, la Fundación Mémora también dispone de un programa gratuito de atención al duelo a las familias con un grupo de psicólogos especializados. La asistencia puede ser física, online o telefónica durante las 24 horas del día, los 365 días al año. Las llamadas se consideran de forma confidencial y anónima, sin límite de cobertura horaria. A nivel presencial, en Tarragona existe un Espacio de Apoyo Mémora ubicado en la calle Joan Ruiz i Porta, número 6.
El acompañamiento del entorno
Y nuestro entorno, ¿también puede ayudarnos? La psicóloga es clara en este aspecto: «a menudo creen que pueden ofrecer consuelo con frases como ‘la vida sigue’ o ‘el tiempo lo cura todo’ y dando consejos sobre lo que ‘hay que hacer’. Pero contrariamente a lo que pretenden, no sólo no ayudan, sino que crean más malestar al tratar de minimizar el sentimiento de pérdida y al juzgar la forma de reaccionar del doliente».
Respetar los espacios y los tiempos del otro, mostrando disponibilidad es la mejor ayuda. «Acompañar es una palabra que me gusta mucho porque significa hacer compañía, estar al lado de alguien; es decir, sin empujarle y tampoco sin perderle de vista. Escuchando más y hablando menos. Así que yo diría que fundamentalmente, el entorno ha de estar disponible, acompañando, escuchando, respetando, no juzgando», explica Cabrera.
Además, permitirnos un espacio para el ocio y la sociabilidad que deseemos, así como mantener las rutinas de forma flexible, es una garantía para una mayor estabilidad emocional en la gestión del duelo en verano.