Una relación de amor y odio entre Vladímir Putin y Mijaíl Gorbachov
El actual presidente ruso y el último dirigente de la Unión Soviética se mostraban muy críticos el uno con el otro desde hace años
El actual presidente ruso, Vladímir Putin, y el último dirigente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, mantenían desde hace años una relación de amor y odio exacerbada por las críticas a la involución democrática y la agresiva política exterior del Kremlin. «No puede ser que todas las decisiones confluyan en una sola persona. Nadie tiene el monopolio de la verdad», dijo Gorbachov en una entrevista con el recientemente desaparecido diario independiente Nóvaya Gazeta.
Gorbachov había sido uno de los mayores críticos con la gestión de Putin, del que le separaban no sólo más de veinte años, sino su total rechazo del autoritarismo y su apoyo a una relación pragmática con Occidente, especialmente en el ámbito del desarme nuclear. Putin no dudó en responder en ocasiones a las críticas, pero, al contrario que con otros dirigentes opositores, nunca se atrevió a censurar a un hombre con un incontestable prestigio internacional.
Mientras el último dirigente soviético es una figura idolatrada en Occidente, donde era conocido como «Gorbi», recibió el Nobel de la Paz en 1990 y era un líder respetado por países del segundo y tercer mundo, Putin se ha convertido en el enemigo número uno de Estados Unidos y la Unión Europea. Gorbachov, cuyos abuelos fueron víctimas de las purgas estalinistas, intentó reformar la URSS para darle un «rostro humano».
Putin, que admite que nunca tiró el carnet del partido, intenta rehabilitar la figura de Stalin y reverdecer por la fuerza el imperio soviético. Mientras el primero pasó a la historia por derribar el Telón de Acero y acabar con la Guerra Fría, el segundo no acepta su resultado y quiere revisar las fronteras internacionalmente reconocidas desde 1991. Gorbachov era accionista de Nóvaya Gazeta, cuyo director recibió el Nobel, lo que no impidió que las autoridades rusa eliminaran después esa cabecera, mientras Putin es conocido por su animadversión a la prensa.
Además, Putin fue aupado al poder por el principal rival de Gorbachov, el primer presidente democrático de Rusia, Boris Yeltsin, a cambio de garantías para él y su familia, que incluía a oligarcas como su tesorero, Román Abramóvich.
Putin siempre echó en cara a Gorbachov que no lograra reformar a tiempo la economía planificada, la clave para salvar el sistema soviético. Mantiene que la situación en la Rusia de finales de los años 90 del siglo pasado «era mucho más dramática que en los últimos años de la URSS. Rusia estaba al borde de la desintegración», aseveró. Para evitarlo, Putin lanzó una operación antiterrorista en Chechenia, impuso una vertical de poder, cerró los medios de comunicación más críticos y restringió las libertades más básicas.
Según los historiadores, la época más libre en la historia de este país fue el lustro que va de 1988, en plena «perestroika» y «glasnost» (reestructuración y transparencia), al bombardeo de la Casa Blanca por orden de Yeltsin en 1993.