Una protesta obrera, de las de antes, toma el Mercadal de Reus
La céntrica plaza acoge una manifestación en la que trabajadores abuchean a burgueses, y estos se les encaran. Esta y otras recreaciones, representaciones y visitas despiden el evento de la Il ‘Reus 1900. Festa Modernista’, que casi agota todas las entradas
Te apuntarás a la manifestación obrera de esta mañana?», se ha oído preguntar una persona a otra este domingo 29 de septiembre por la mañana, en una plaza del Mercadal de Reus a rebosar de gente. Todo ello se desarrolló en el último día de la II ‘Reus 1900. Festa Modernista’, iniciativa que ha logrado agotar casi todas las entradas y promovida por Casa Navàs y la Agència de Promoció de Ciutat; con, en su mayoría, actos de recreación histórica. Y, atendemos a la respuesta de la pregunta del principio. «¿Yo? ¡Pero si soy burgués!», ha exclamado, efectivamente, un burgués de los pies a la cabeza, de los de antes: con sombrero, lentes y un bigote ensortijado de lo más trabajado.
De esta guisa, pues, ha comenzado la jornada, con un casco antiguo repleto, lleno de algarabía y con numerosas personas vestidas de época. Cabe decir, que el aspecto gastronómico, llegado el mediodía –y más tarde con la comida popular en la plaza de la Patacada– ha triunfado: se ha podido ver a cantidad de reusenses paseándose por la plaza con su vermut y un buen trozo de pan con aceite de oliva para acompañar el aperitivo.
Los tocados de las señoras
Los tocados de las señoras, así como sus vestidos, por otro lado, han sido el centro de las miradas y el objetivo de fotógrafos profesionales y espontáneos, quienes han inmortalizado todos y cada uno de los detalles, tanto de sus peinados y sombreros, como de sus atuendos. Este domingo ha sido el segundo día fuerte de la fiesta (que ha ido de la mañana al mediodía) y, a pesar de la cantidad de actividades programadas, la gente no se acobardado, ha querido ver cuanto más, mejor. El ritmo de los presentes en la céntrica plaza ha sido frenético. Aparte de las paradas de mercado a la antigua, con quiosco incluido, lo que también ha llamado la atención a muchos curiosos han sido los obreros preparando su material reivindicativo.
Iniciado el recorrido de la comitiva que ha secundado la huelga general de obreros, la multitud ha rodeado varias veces la plaza y se ha colocado delante de muchos burgueses a los que han abucheado, con éstos encarándose. Una situación de lo más resultona. A voz en grito, pues, los obreros se han movido por algunas de las calles céntricas de Reus. Simultáneamente, también, se han podido oír los gritos de un joven repartidor de periódicos. Paralelamente, si una servidora se desplazaba hacia la plaza de Prim, la fiesta seguía su curso por allí. Y es que en dicho espacio y, como novedad de esta segunda edición de la Festa Modernista, se ha acogido un espacio lúdico pensado para los más pequeños (y jóvenes) y sus familias. Además de una pequeña noria de madera, los asistentes, han podido divertirse con juegos antiguos, incluso escuchar música en directo procedente de una pianola musical, dispuesta en la misma plaza, a cargo de la Agència de Promoció de Ciutat.
Visitando el Teatre Fortuny
Con motivo de la celebración de la Festa Modernista, también se ha podido descubrir –desde un aspecto más histórico– el Teatre Fortuny, que ha acogido una visita guiada de la mano de un señor de la época. Una treintena de asistentes (varios vestidos como antiguamente) han podido conocer algunas peculiaridades del emblemático edificio dedicado al pintor Marià Fortuny, así como aspectos sucedidos en una franja de tiempo concreta, de 1882 a 1915.
Las dosis de humor y la interacción con el público a cargo del conductor del recorrido, a menudo improvisando con soltura, han sumado un valor añadido a la cita, que se ha localizado en el vestíbulo primero, luego en el patio de butacas, siguiendo hacia los palcos y finalizando –por las escaleras– hasta el palco presidencial. Al inicio, aun así, el encargado de la visita, con mucha gracia, ha hecho varias consideraciones y ha recordado algunas normas de saber estar: «Saben que los caballeros, al entrar en el interior de un edificio, ¿han de quitarse el sombrero? Pues... ¿Por qué no lo hacen? Es algo a lo que las mujeres no estaban obligadas... Son/eran unas privilegiadas».
Las aportaciones del guía en el Fortuny han estado plagadas de palabras coloquiales del catalán de antes, como teaitru, això fa luju o la magnífica pinícula. Su explicación ha repasado el tratamiento hecho por los medios de comunicación sobre lo que acontecía en el teatro.
Hizo alusiones, por ejemplo, al telón (que no se lució ayer) por el que pasaban corrientes de aire que provocaron antaño que, algún que otro miembro del público, se constipara. Algo que quedó reflejado en las cabeceras de la época con palabras peculiares, según ha acotado el responsable de la visita. El lenguaje, de hecho, ha sido una de las máximas en la actividad. Otros detalles han estado relacionados con lo complejo que era captar grandes producciones en los inicios del teatro, que además de acoger piezas teatrales o musicales, celebraba mítines y otros encuentros sociales. La escasez de obras acogidas en algún momento en el Fortuny fueron la comidilla de los rotativos –ha añadido– llegándose a comparar el equipamiento con una «jaula de oro sin pájaros». Las musas han estado presentes durante el recorrido, por otra parte, y literalmente. Han sido como apariciones: tres jóvenes con diademas doradas y vestidos aguados han añadido el punto onírico al encuentro. De repente, se han dejado ver entre los palcos. Su presencia se podía advertir por sus risas y correteos. «Las musas nos inspiran», ha señalado el guía.