Un año sin coches en el primer tramo del Raval de Santa Anna de Reus
Los viandantes ocupan la calle y las tiendas esperan el fin de la reforma: «El peatón ganó sitio. Cuando la obra se acabe, ojalá el comercio gane también».
«Creo que ahora está mejor porque hay más espacio para los viandantes. Al tratarse del centro, es bueno que no circulen tantos coches y no haya tanto tráfico como antes», opina Sonia García, que ayer caminaba por el tramo peatonal del Raval de Santa Anna. El cierre al tráfico de la parte entre la plaza Prim y la calle de Santa Anna cumplirá un año en pocos días. Fue a principios de abril de 2022 cuando se dio por culminada la reforma, con la instalación de mobiliario. Y la imagen de personas paseando por lo que había sido la calzada ya se ha vuelto familiar.
Preguntada sobre el nuevo aspecto de la zona, otra transeúnte, Montse Corts, explica que «la voluntad es positiva. Poder pasar con el coche iba bien, pero ahora el peatón ha ganado espacio y ojalá el comercio también gane cuando acaben las obras. Si es así, la intención habrá sido buena». «Pese a todo», señala Corts, «siguen colándose motos y patinetes y algún repartidor concreto de paquetes. Si realmente es para viandantes, habría que controlar que se cumpla».
Y Laura Aubí, que es vecina del entorno del Raval, indica que «ha quedado bonito y pienso que está bien porque antes, algunos días, se acumulaba mucha gente, era un poco caótico y costaba ir por la acera». Las restricciones de acceso a los vehículos a motor, igualmente, comportan que «tenga que dar toda la vuelta para poder salir del parking».
Dolors Garcia trabaja en el Raval de Santa Anna desde hace alrededor de seis meses. «La primera parte está bien, pero la que se está remodelando ahora ha perdido algo de vida. Claro, es positivo para los peatones, pero, mientras que este tramo se ve animado e invita a sentarse y a estar en los bancos que se pusieron, mi sensación es que el otro se ha apagado un poco», apunta. Por eso, «tenemos ganas, en general, de que se acaben ya las obras, para ver cómo funciona la peatonalización».
Y para Marina Rodríguez, que se instaló en esta zona cuatro meses atrás, el Raval «está un poco raro porque todavía falta acabarlo» y «a veces veo a personas que pasan en silla de ruedas y es complicado». «Cuando se junta bastante gente, agradeces que haya más espacio porque antes no se podía pasar. Y tampoco hay ruido de los coches», añade.
En cuanto a los comerciantes, a lo largo de todo el Raval, el deseo es que acaben pronto las obras en el que llevan inmersos desde el 4 de octubre de 2021 y los inconvenientes asociados. En el negocio Fil i Cotó explican que «estas últimas semanas han estado haciendo el suelo y lógicamente nos entraba mucho polvo, así que estamos esperando que todo finalice y se normalice».
Por otro lado, en Sushi Yummy, que a finales de agosto abrió en el Raval de Santa Anna, exponen que «está mejor así». Hasta que se peatonalizó, «estaba la gente y, además, pasaban coches. Ahora es más relajado y se puede pasear tranquilamente». Las actuaciones que aún se desarrollan en la calle de Salvador Espriu «sí que son una molestia para los proveedores y para repartir» pero «no les debe de quedar mucho». Y en La Parra expresan que «ponemos la mirada en la primevera», cuando está previsto que culmine la peatonalización de la segunda mitad de la calle. En todo este tiempo, los negocios se las ven y se las desean para el carga y descarga.
«La gente ya se lo ha hecho suyo»
Consultado sobre el balance que deja para el gobierno la peatonalización, el alcalde de Reus, Carles Pellicer, indica que «es un proyecto muy importante para dar continuidad a la pacificación del tráfico en el centro y promover la dinamización comercial, priorizando la movilidad a pie». «Apostamos por la calidad de vida y la activación económica», destaca, y subraya que «ya pasó hace años con las calles Llovera y Monterols, que configuran la principal arteria comercial de Reus, y ahora estamos dando un paso adelante con un proyecto que dinamizará esta otra zona del Tomb de Ravals y que supone un avance más en la configuración del centro histórico de la ciudad».
Por su parte, la concejala de Urbanisme, Marina Berasategui, comenta que «la transformación del Raval de Santa Anna en zona de peatones nos hace ir hacia la movilidad más sostenible». «La apertura de la primera fase ya nos ha permitido visualizar cómo los vehículos ceden protagonismo a los viandantes, en una apuesta para hacer un Reus más sostenible y saludable», precisa la concejala. Y detalla que «uno de los éxitos de la remodelación es que la ciudadanía ya ha hecho suyos los nuevos espacios». «Convertir el Raval en islas de peatones de plataforma única, con elementos de mobiliario urbano diseñados para fomentar el uso de la ciudadanía a pie, ha sido un acierto», concluye Berasategui.
La esencia del proyecto, en cuya ejecución completa habrá invertido el Ayuntamiento cerca de un millón de euros, es convertir el vial en un espacio peatonal a un solo nivel, una plaza alargada con zonas de estancia que, a la vez, sean un vestíbulo para las tiendas y el patrimonio arquitectónico. En el primer tramo se colocaron en su momento plataformas de madera con vegetación en las que sentarse (parklets), sillas y aparcamientos para bicis, y se señalizó patrimonio. El segundo estará listo este abril.