Las familias atendidas por Càritas de Reus menguan al absorber muchas de ellas el Centre Social El Roser
Las unidades familiares usuarias pasaron de ser 894 en el año 2020 a 639 en 2021, cifras que siguen descendiendo a raíz de la apertura del equipamiento municipal
Càritas Interparroquial de Reus atendió, en lo que se refiere a necesidades básicas, a 894 familias en 2020 y 639 en 2021. El descenso de la cifra, en palabras del director de la entidad, Miquel Maria Aragonès, se justifica por un descenso en la actividad «por la llegada de la pandemia y por la puesta en marcha del Centre Social El Roser, que ha absorbido muchas de estas familias».
La actividad en el comedor social era continua con 33.650 comidas recogidas presencialmente y 22.669 comidas entregadas en el domicilio en 2021. La apertura del centro social municipal supuso que el comedor social de la calle Francesc Bartrina, del que se ocupaba Càritas, cerrara, «aunque seguimos implicados en parte, puesto que una de las sociedades de la UTE que gestiona los servicios alimentarios del Roser es de Càritas y parte del equipo humano se ha reubicado allí». Se trata de ARADA Empresa d’Inserció Càritas Diocesana Tarragona SL, que junto a Formació i Treball, Empresa d’Inserció SLU forman la UTE ARADA i FITEI Alimentació Reus. Este fue uno de los temas que expuso Aragonès ayer en una asamblea en la que se aprobaron la memoria de actividades y la económica de 2020 y 2021, así como el presupuesto del año actual, que cuenta con 161.000 euros de ingresos y 167.000 euros de gastos.
«Haciendo repaso de los años 2020 y 2021, y como siempre observamos, los voluntarios son indispensables y con la llegada de la Covid los redujimos de 300 a 200 personas (2020). Por lo general, las personas voluntarias tienen cierta edad y quisimos minimizar su exposición social», añadió el director de Càritas.
Los proyectos
A día de hoy, Càritas de Reus está trabajando en contabilizar los voluntarios que colaboran con la entidad, desde la que ayer hicieron un llamamiento para conseguir más voluntarios jóvenes, también. «Gracias a muchos voluntarios y profesionales contratados» se realizan numerosos proyectos en Càritas de Reus, como ‘Llet i farinetes’, que ayuda a madres y bebés; o los que tienen que ver con el ámbito laboral, como el programa Orla, que tiene en cuenta la formación para la inserción social y laboral, así como la orientación. «Nuestra intención es mejorar la orientación laboral, en la que además de recoger currículums y derivar, también realizaremos entrevistas, para ofrecer una atención más personalizada y cercana», expuso, por su parte, la educadora Social, Marta Calbet.
Otros proyectos de Càritas son Filigrana, el ropero social, del que, según expuso Aragonès, «es imprescindible y una entrada de ingresos que revierte en otras acciones sociales». «Para cualquier emergencia, también disponemos de una vivienda social», recordó el director.
Uno de los proyectos que ha tenido «muy buena acogida» es el de apoyo pedagógico a niños y adolescentes, que estrenó ayer nombre nuevo: pasó de ser ‘Suport pedagògic’ a ‘Suport pedagògic Dolors Cuadrada’.
«Le debemos mucho a Cuadrada y se merece que el proyecto lleve su nombre, dedicó a la iniciativa su tiempo, y esta está vigente desde hace 40 años», manifestó Antonieta Roig, una de las voluntarias al frente de la actividad. En ella, los pequeños y adolescentes hacen repaso y, si han terminado los deberes, «les enseñamos catalán y matemáticas». «En 2021, fueron 90 los alumnos atendidos y 20 los voluntarios. Este año, ha aumentado la cantidad de niños y adolescentes hasta 165, niños de entre P5 y primero de primaria, y ahora somos 28 voluntarios», detalló Roig. Entre aquellos que imparten el refuerzo pedagógico, los hay que son «estudiantes de medicina, arquitectura e ingenieros, así como jubilados maestros y pediatras».
Los perfiles
Los perfiles de la gente que acuden a Càritas, dicen desde la agrupación, es «muy amplio». Una de las sensaciones es que hay «más jóvenes» que precisan de ayuda últimamente, algo que achacan a la crisis de la energía, pero las cifras no refuerzan la tesis en realidad. «La media de edad se mueve entre los 25 en adelante, hasta los 60, aproximadamente», explica la trabajadora social de Càritas de Reus, Raquel Castaño, junto a la educadora Social, Marta Calbet. Las técnicas explican perfiles jóvenes han visto tanto autóctonos como migrados. «Con el caso de los matrimonios jóvenes migrados, suelen venir solos, no tienen la familia aquí y necesitan mucha ayuda», explica Castaño. Hay «mucha gente» que ha salido malparada de la llegada de la pandemia y que «aún lo arrastra»: «Nos encontramos con gente que tenía trabajos puntuales en la restauración y que no han podido recuperar tras la reactivación de los distintos sectores, y el trabajo tal vez ayudaba a mantener al resto de la familia».
Algunas acciones que implementará Càritas, por otro lado, será un servicio de migración con un técnico de Càritas Diocesana de Tarragona, en el que un abogado ayudará en temas administrativos al usuario, generalmente en situación irregular, y volverá el taller de costura.