Joaquim Enseñat: «Lo más importante es la calidad de vida»

Tratar tumores cerebrales de forma mínimamente invasiva es el foco de la labor de este reusense, jefe de neurocirugía del Hospital Clínic de Barcelona, cuya excelencia reconoce la Fundació Gresol. «En neurocirugía se hacen hoy cosas espectaculares», explica

El reusense Joaquim Enseñat, formado en la URV y al frente del servicio de neurocirugía del Hospital Clínic de Barcelona desde 2014, es uno de los diez galardonados con los Premis Gaudí Gresol a la Notorietat i l’Excel·lència en esta 17ª edición del certamen. Los galardones se entregarán en FiraReus el 13 de junio.

¿Qué cree que ha valorado la Fundació Gresol?

Mi trayectoria es la que está en las redes científicas: artículos, investigación, becas... Voy operando a enfermos y esa buena fama les habrá llegado. No me lo esperaba, no soy mediático y no estoy acostumbrado. Ha sido una alegría y me ilusiona aún más al ser en casa.

¿Uno puede querer, de pequeño, ser neurocirujano?

Yo quería ser jugador de baloncesto. Pero mido 1,72 y la genética no me fue favorable. Me gustaba la medicina y, en la facultad, me interesó el sistema nervioso y la cirugía también me encantó. En último curso, pude ir al Sant Pau a ver una cirugía y me apasionó. De ahí, a la residencia del Clínic.

¿Qué vio que tanto le cautivó?

Cuando uno ve por primera vez la neurocirugía, no entiende su dimensión. Lo más importante es la calidad de vida del paciente. Todo lo que hacemos tiene impacto directo en él, lo bueno y lo malo. Cometer un error puede suponer que un enfermo acabe con un párpado caído, en silla de ruedas, sin poder hablar... Y eso, a menudo, depende de nuestra técnica quirúrgica, de cómo vemos el tumor, de cómo intentamos llegar a él sin dejar déficits y que el paciente salga adelante. Ese reto técnico, de planificación, mental... Me atrajo.

¿Cuáles son sus claves para alcanzar la excelencia?

Ser lo más cercano posible con los enfermos, que ellos tengan sensación de que se les cuida. Y el método científico. Si ves que no puedes ayudar, pensar cómo hacerlo. Y seguir líneas de investigación.

¿Qué líneas son esas?

Acceder a los tumores cerebrales complejos de forma mínimamente invasiva: a través de la nariz, sin cicatriz; a través del ojo, con cicatriz de un centímetro, de manera que los quitemos sin crear déficit estético ni neurológico y que la recuperación sea muy rápida. A menudo, esos modelos de abordaje los imaginamos y trabajamos con cadáveres en la Universitat de Barcelona antes de aplicarlos al enfermo. Abrimos vías nuevas, practicamos y las ponemos en marcha.

¿Es posible hoy hacer muchas más cosas que cuando empezó?

Ahora se hacen cosas espectaculares. Tenemos sistemas 3D, de realidad virtual, que nos permiten ver cómo acceder al tumor. Es algo completamente nuevo. La neurocirugía está ligada a la tecnología.

¿Operar tumores que antes no?

Sí. Antes, operábamos y no se sabía qué pasaría con el enfermo. Hoy sabemos qué secuelas puede haber o si no las habrá. Se hacían grandes incisiones y ahora sacamos un tumor cerebral y el paciente va a casa en 24 o 48 horas.

¿Cuál es el futuro de la neurocirugía?

Nos gustaría, en tumores cerebrales malignos, ser capaces de atacar esas células tumorales con terapia génica. En unos años, llegaremos a estos procedimientos. Y lo mismo con el Alzheimer: ya se están empezando a plantear tratamientos que se inyectan en el cerebro y tal vez podrían ayudar.

Usted ha estado en África ayudando a jóvenes.

Ir a África y ser neurocirujano es difícil porque allí no puedes ofrecer lo que damos aquí a nuestros pacientes. Ofreces esfuerzo y humanidad. Te cambia el pensamiento y recuerdas por qué te hiciste médico. Allí, los enfermos nunca se quedan solos y todos agradecen lo que haces. El Hospital Clínic está intentando ahora poner una misión en marcha en Mozambique. La idea es enseñar a cirujanos de allí a operar. Quisiera que ese fuese mi proyecto de final de vida: dejar allí un sistema que funcione.

¿En su día a día, cuál es el mayor momento de satisfacción ?

Que cuando un enfermo ha ido mal y ha muerto, la familia te dé las gracias. Cuando todo va bien, es fácil y todos somos los mejores.

¿Un sueño por cumplir?

Trabajar como hasta ahora y por muchos años más. Y que, cuando yo muera, los tumores cerebrales malignos ya se puedan curar con la terapia genética o los enfermos parapléjicos ya puedan caminar.

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