Estimulación a través de la realidad inmersiva

Villablanca ha equipado una sala con un proyector 360 grados para trabajar habilidades

María José y Javier, usuarios de Villablanca –entidad que gestiona servicios y residencias para personas con diversidad funcional–, están sentados en una sala que, de repente, se ilumina y se tiñe de azul, simulando el fondo del mar. Empiezan a aparecer peces por paredes, techo y suelo. Rápido, se ponen las gafas de agua y empiezan a señalar peces, moviendo todo lo que pueden los brazos y la cabeza. Tienen movilidad reducida y, a través de la realidad inmersiva, están haciendo actividad motriz de forma amena. Maria José exterioriza especialmente lo bien que se lo pasa con carcajadas.

La actividad se enmarca en una prueba piloto a nivel de Catalunya que se está desarrollando en Villablanca desde principios de año. Financiado en un 62% por la Fundació ‘la Caixa’, los talleres se han bautizado como ‘El món a dins’, con los que se trabajan varios aspectos: la comunicación, la interacción, la relajación y la socialización a través del juego, dice Mireia Castellà, responsable del programa ‘Som-hi’, donde se incluyen los talleres de ‘El món a dins’. El proyecto nace a raíz de la necesidad de interacción que surge con la Covid. «Trabajamos por el empoderamiento de la persona, con proyectos cada vez más inclusivos, pero la pandemia supuso un retroceso en todo este camino y, de repente, nos vimos aislados, lo que ha comportado secuelas», recuerda la directora asistencial de Villablanca, Àngels Ortega. Es aquí donde surge la necesidad de buscar alternativas y se apuesta por dar un paso más en el uso de la tecnología como herramienta al servicio de las personas y se da inicio a ‘El món a dins’.

Los talleres se desarrollan en una sala equipada con un proyector de 360 grados que permite generar imágenes virtuales y sonidos que trasladan a los usuarios a espacios con los que se trabajan varios aspectos, adaptándose a las necesidades de cada uno. Como explica Miseria Castellà, se crean grupos de entre cuatro y seis personas con necesidades parecidas y realizan ocho sesiones para ir alcanzando cada objetivo.

En el caso de María José y Javier, al tener problemas de movilidad, están realizando un taller motriz, con la ayuda de monitor y fisioterapeuta. Una vez pasado el fondo marino, la habitación se convierte en una montaña rusa. Javier coge un palo y Maria José, que solo puede usar una mano, un pañuelo. Monitor y fisioterapeuta los guían para que hagan los movimientos que harían si estuviesen montados en la atracción y empiezan los gritos y las carcajadas.

María José durante el simulacro de montaña rusa. FOTO: Alfredo González

La previsión es que durante este año participen en la prueba piloto al menos 300 usuarios del total de 600 que hay en Villablanca. De momento, los resultados están siendo muy positivos por las reacciones e interacciones a través de esta metodología. Con todos estos resultados se está realizando un estudio cualitativo y también con datos biomédicos, en el que se comparan datos anteriores y de meses después de iniciar el uso de la realidad inmersiva para comprobar los cambios producidos a nivel emocional, funcional cognitivo, en el lenguaje y la comunicación, y a nivel conductual.