El chaval de Reus que expandió BeReal por todo el mundo
El jovencísimo David Aliagas, artífice del crecimiento internacional de la red social antipostureo, es hiperactivo, impuntual, no lee la prensa y juega al Rummikub con su abuela. Ayer impartió la lección inaugural del curso en la Facultat d’Economia i Empresa de la URV
Le gusta salir a correr, escribir, las puestas de sol y jugar al Rummikub con su abuela. Ni lee la prensa ni tiene Twitter (X). Suele «romantizar» su vida y recomienda «permitirse dar cringe si es lo que a uno le hace feliz». Convive con la ansiedad, es hiperactivo. Y es, también, el cerebro tras la expansión de BeReal, la red social que caló entre los más jóvenes con su apuesta por el antipostureo y que se vendió este verano por 500 millones de euros.
David Aliagas (Reus, 2000) acaba de cumplir 24 años, pero acumula mucha más vida. Ayer, apenas dos horas después de aterrizar procedente de Hawai, impartió la lección inaugural del curso académico en la Facultat d’Economia i Empresa de la URV. Saludó a su madre –«la mejor del mundo»– sentada entre el público, mandó un beso a su padre, deslumbró a todos.
«Estoy un poquito nervioso», dijo, al presentarse ante el auditorio, el international growth manager de BeReal. Justo antes, la decana, Victoria Sánchez –usuaria confesa de la app–, había empleado cinco minutos de reloj en exponer su extenso currículum. Aliagas prometió revelar «cosas de mí que no he contado nunca». Y lo hizo. Vive entre Madrid, París y Nueva York, aunque en la Gran Manzana apenas pasa «dos o tres meses al año, en realidad». Manuel Medrano y Malmö facturan su música favorita. Pero lo que de verdad le atrae es «aprender».
Empezó «vendiendo entradas de Pacha, Flash Back o la Fàbrica». Y, en la universidad, contrató a «diez personas para que, cada vez que salían las de una discoteca, las comprasen todas y las vendiésemos después por Facebook a un precio más alto; así me pagaba el alquiler, la comida y mis cosas».
Aliagas lanzó ayer un consejo singular: «Aprended Excel, en serio. Yo casi no lo sé usar». Uno humano: «No finjáis ser alguien que no sois». Y otro: «Trabajad siempre bien con quien lo hagáis. No sabéis si el que ahora es vuestro compañero será quien deba elegiros para una plaza un día».
«Me dejaron en visto»
¿Y a él, cómo le contrataron? Al crack del crecimiento internacional de BeReal, aquella empresa no le abrió las puertas a la primera. Ni a la segunda. Aliagas se dedicaba a la banca, que no era su pasión pese a que «llevaba un traje muy bonito». Se enamoró del proyecto de la red social –una foto al día, espontánea, sin retocar– y contactó con sus impulsores por Instagram. «No contestaron», recuerda.
Subió a TikTok un vídeo hablando sobre la red, alcanzó un millón de visitas en 24 horas y escribió de nuevo a BeReal. Pero «volvieron a dejarme en visto». Al final, logró un puesto y eso «es un ejemplo de que no todos los trabajos se consiguen en LinkedIn» y «es importante ser pesado. Yo siempre contesto a los pesados».
Tras una primera etapa, finalizó su contrato. Le preguntaron qué quería hacer a partir de entonces. «Les dije, mientras me estaban despidiendo, que volvería a trabajar con ellos. Así fue», recuerda el joven reusense. Se rodeó de amigos –«no contrato a nadie que no crea que puede ser mi amigo»– y los envió a «Corea, México, Argentina, Singapur... a todas partes».
Aliagas habló ayer de TikTok Now, «una copia de BeReal peor hecha», y de la estrategia para torpedearla, del «falso hype» como herramienta, de cómo hizo que «la gente pensase en mí en lugar de en una empresa, porque se empatiza más» y de la «presión mediática y la de la viralidad». Ofreció sus claves de manager: «La justicia, la disciplina y la confianza son valores fundamentales».
Tras la venta de BeReal, su madre le dijo que descansara, pero empezó a «trabajar en cuatro empresas a la vez». Se le cayó el pelo y vio que «era insostenible». Creó una consultoría. «Al tener una idea de negocio, mirad que genere dinero mientras dormís», recomendó a los alumnos. Hoy, Aliagas está «trabajando en una nueva aplicación» que verá la luz pronto.
Pero la lección inaugural de ayer llevaba por título Cómo ser viral y feliz: la expansión de la red social que ha cambiado el mundo. El reusense lo tiene claro. «Cuando miro la tele siempre tomo la mano de mi madre, desayuno con mi abuela mientras sus amigas hablan de los cotilleos y sigo valorando el zumo de naranja como un lujo. Cosas así son las que me han hecho feliz desde siempre. Estoy muy orgulloso de que muchas de ellas no cambien».
«No os comparéis. Nadie comparte los problemas en las redes, pero todos tenemos nuestras batallas. No estamos preparados para toda esa presión. La atención psicológica es vital. Cuidad vuestra salud física y mental», concluyó.