El antes y el después del Raval de Santa Anna de Reus
Culmina la peatonalización y acaban dos años de obras. La prueba piloto del sistema de regulación del tráfico de vehículos en el centro pone el broche a los cambios físicos que se iniciaron en 2021
Arrancaron oficialmente el 4 de octubre de 2021 con un objetivo claro: recuperar para el viandante un espacio que hasta entonces ocupaba el coche. Y este 6 de noviembre, la puesta en marcha de la prueba piloto de regulación de la movilidad en el centro permitió darlas por terminadas. Las obras de peatonalización del Raval de Santa Anna han llegado definitivamente a su desenlace tras cerca de dos años.
El aspecto de la calle es ahora distinto. A un solo nivel, con mobiliario y sin tráfico, el arrabal se adapta a su nueva versión mientras el Ayuntamiento trata de atajar los fallos que dan los lectores de matrículas y los comerciantes avanzan hacia la primera Navidad sin zanjas ni vallas frente a sus establecimientos.
La transformación habrá supuesto una inversión cercana al millón de euros y ha cubierto unos 400 metros. El tramo entre la plaza Prim y la calle de Santa Anna fue el primero en someterse a ella. La reforma como tal fundió aceras y calzada en una plataforma única. Y a eso le sucedió la instalación de los ya célebres parklets –estructuras con asiento y verde–, sillas y mesas, aparcamientos para bicicletas y hasta botones de acero incrustados en el suelo pensados para reflejar la iluminación de los escaparates. Se señalizaron algunos elementos de interés cultural. Y cámaras de videovigilancia tomaron presencia.
Los peatones, protagonistas del cambio, hablaron. «Hay más espacio para los viandantes y está bien que en el centro no circulen tantos coches», «cuando hay mucha gente, se agradece porque se puede pasar andando» o «falta controlar que no se cuelen motos» fueron algunas de las opiniones que recogió entonces este rotativo.
Pero, en la otra cara de la moneda, el cierre al tráfico generó problemas a los vecinos, colapsó Doctor Robert y convivió con puntos de vista diversos entre los negocios de la zona, a la expectativa de cómo repercutiría en el día a día y en la caja.
La segunda fase de la intervención en el Raval se inició el 13 de octubre de 2022. Abarcó la parte que va desde la calle de Santa Anna hasta la plaza de Catalunya, y también la calle de Salvador Espriu –donde, además, se instalaron juegos tradicionales–, y se ejecutó siguiendo las líneas del tramo anterior.
Pese a que la obra de ese segundo y último ámbito estrictamente llevaba ya un tiempo lista, no ha sido hasta principios de mes que el proyecto ha podido considerarse completado, con la entrada en funcionamiento del sistema inteligente de bolardos que blinda toda el área a la circulación durante la mayor parte del día salvo para los vehículos autorizados.
Tiempo y perspectiva
Esta misma semana, el portavoz de los comerciantes del Raval de Santa Anna, Marc Niubó, señalaba que «no se obtendrán resultados inmediatos. Un cambio así requiere, quizás, hasta tres años para dejar el 100%». Y apuntaba que «hay ventajas y desventajas», aunque expresaba «optimismo» ante «la primera Navidad, por fin, sin las obras».
Los negocios piden que los transportistas puedan acceder al núcleo hasta las 12 horas, en lugar de hacerlo solamente hasta las 11, y que el tiempo para realizar las descargas se amplíe, así como establecer franjas adicionales de acceso.
El ambiente ya es otro y «hemos notado un aumento progresivo de peatones», a la espera de la realidad de los próximos tiempos, indicaba Niubó. De entrada, la prioridad es resolver los fallos técnicos en los bolardos. Las obras «se nos han hecho muy largas, pese a que tampoco ha sido una enorme actuación sino que realmente lo grande ha sido pavimentación».