Deutsche Telekom recoloca en Reus a cien empleados de San Petersburgo
La compañía alemana abandona Rusia por la guerra y traslada a parte de su plantilla a su filial T-Systems en Tecnoparc
Artur (prefiere guardar su apellido en el anonimato) nació en una gélida ciudad de Siberia donde te quedas petrificado de frío si sales a la calle. Es ingeniero informático y trabajaba en la oficina de San Petersburgo de Deutsche Telekom hasta que la multinacional alemana, la mayor teleoperadora de Europa, cesó, el pasado 24 de marzo, todas sus operaciones en Rusia debido a la guerra en Ucrania.
El futuro de Artur y de sus 2.400 compañeros rusos se tambaleó, pero la empresa no les dejó en la estacada y les ofreció un plan de recolocación en distintas sedes europeas. 1.200 lo aceptaron –otros tantos prefirieron no salir de su país–. Su destino, Hungría, Eslovaquia, Grecia y España. Trescientos se decantaron por integrarse en la filial T-Systems en España: doscientos en Granada y cien en Reus.
«Deutsche Telekom decidió cerrar sus oficinas en Rusia y acabar con sus operaciones allí, pero por un tema de responsabilidad social, ofreció a sus trabajadores la oportunidad de continuar en otros lugares.
La mayoría lleva muchos años en la compañía y tenía su vida hecha en el entorno laboral: familia, amigos...», explica David Oliva, vicepresidente de Soluciones Digitales y miembro del consejo de T-Systems Iberia, desde la oficina ubicada en Tecnoparc de Reus.
Artur, de 34 años, es uno de los que aceptó la propuesta de trasladarse a la capital del Baix Camp. Llegó a mediados de agosto con su esposa. «Las dos primeras semanas fueron complicadas.
Cultura diferente
Es una cultura diferente a la que, al principio, llegas como invitado, y tienes que aceptarla y, sobre todo, entenderla y formar parte de ella», afirma. Ahora está perfectamente integrado. Vive en un piso de alquiler y le gustar salir a «pasear y a tomar cañas en un bar» en cuanto termina su jornada laboral.
«La gente en España disfruta de la vida, vive más tranquila y feliz y se preocupa realmente de lo importante, sin tantos nervios ni estrés», dice. La buena temperatura le tiene encandilado: «El calor es como el paraíso, me gusta mucho». Ya sabe lo que es bañarse en la playa, en Cambrils.
De momento, unos setenta empleados rusos ya se han incorporado a T-Systems; el resto llegará de manera paulatina. Básicamente, son arquitectos de software e ingenieros muy experimentados en el desarrollo de aplicaciones.
Expansión
«Para nosotros supone una gran oportunidad para seguir expandiéndonos. Con ellos hemos incorporado también proyectos relevantes a nivel europeo, sobre todo de Alemania, relacionados con la industria automovilística y del transporte público. Mantenemos y desarrollamos sistemas de emisión crítica en otros países», explica Oliva.
En el caso de Artur, trabaja en una aplicación para ahorrar tiempo en la gestión de documentos. La mayor parte del equipo del que forma parte está en Alemania.
Talento de la URV
La oficina de T-Systems en Reus se dedica, desde hace quince años, al desarrollo de soluciones digitales y en el mundo cloud. En un año ha pasado de 200 a 350 empleados, gracias a la llegada de estos nuevos compañeros de San Petersburgo, pero también a través de la contratación del talento joven procedente de la Universitat Rovira i Virgili (URV) o perfiles senior de la India. «Estamos experimentando un crecimiento muy grande, enfocados en la multiculturalidad», señala Oliva.
El centenar de trabajadores rusos llega de forma indefinida. Tienen una media de 32 años y han venido con sus familias. La compañía les ayudó con los permisos de trabajo y la búsqueda de vivienda o colegio para los hijos.
La mayoría, hombres
El grueso son hombres, por una cuestión estadística. «En nuestro sector hay más hombres que mujeres. Es un punto de diversidad en el que estamos trabajando, incluso con la universidad para ver cómo podemos fomentar la incorporación de mujeres», subraya Oliva.
La intención de estos expatriados es asentarse en Reus o en las otras ciudades de la provincia de Tarragona donde han fijado su residencia. «Mi idea es quedarme aquí a largo plazo. La gente nos ha aceptado muy bien desde el principio y nos sentimos como en casa. El trato con mis compañeros, tanto los nuevos como los de San Petersburgo, es muy bueno y estoy muy a gusto en la empresa», asegura Artur, que declina pronunciarse sobre el conflicto en Ucrania.