Bartrina, el alma de las tertulias

Pasión por la cultura. El intelectual dejó huella en su ciudad natal y en Barcelona, además abordaba infinidad de temas en sus poemas

El escritor Joaquim Maria Bartrina i d’Aixemús (Reus, 1850 – Barcelona, 1880) dejó huella en su ciudad natal. Existen rincones que recuerdan su figura en Reus. Este 2020 se cumplen 170 años del nacimiento del también dramaturgo, y 140 de su muerte.

«Bartrina fue una persona revolucionaria que sentía una gran estima por la poesía. Siendo muy joven destacó por su escritura de denuncia política y de carácter satírico, aunque su obra fue más allá. Coincidió con el egiptólogo Eduard Toda i Güell (Reus, 1855 – Poblet, 1941), en las Escuelas Pías de Reus», resume Enric Aguadé, quién fue bibliotecario en el Servei Municipal de Biblioteques de Reus.

Toda mantuvo una estrecha amistad con Bartrina, prueba de ello fue una conferencia que le dedicó al recibir la desafortunada noticia de su muerte (La joventut d’en Bartrina), en la que describió su relación como la de unos «compañeros inseparables».

Para complementar lo unidos que estuvieron Bartrina y Toda, Aguadé menciona la publicación satírica El Sorbete, que ambos fundaron y que causó polémica. «Fue una revista criticada y fue suspendida por orden gubernativa por los ataques directos que se proferían», dice Aguadé. El año siguiente, aun así, surgió su continuación, El Mosquito, con un humor mordaz. «Provocó la ira de ciertas personas y Bartrina, incluso, llegó a ser atacado por la calle», menciona.

Esto mismo lo explica detalladamente el arqueólogo del Institut Municipal Reus Cultura, Jaume Massó, en su artículo Joaquim Maria Bartrina, agredit (1869), publicado en la Revista del Centre de Lectura de Reus, así como en medios locales. Bartrina se mostró siempre abiertamente antirreligioso, y lo demuestran piezas como ¡Guerra a Dios! (Barcelona: Imp. Popular, 1869), que escribió con tan solo 19 años y El clero: su origen, sus vicios y sus crímenes: historia de los sacerdotes de todas las religiones (Barcelona: Biblioteca de la Revista Blanca, 1932).

La filóloga Fina Masdéu nos cita al historiador Pere Anguera para explicarnos más sobre Bartrina: «En la obra El Centre de Lectura de Reus. Una institució ciutadana (1977), Anguera explica que el padre de Bartrina, Joaquim Bartrina, era «un valenciano establecido en nuestra ciudad, donde hizo una buena carrera comercial [La Industrial Harinera]». Entre 1858 y 1859 es concejal y forma parte de varias comisiones municipales. La madre, Francesca d’Aixemús i Baldrich, provenía de dos de las más distinguidas familias reusenses, que habían obtenido el título de ciudadanos honrados de Barcelona».

Para conocer aun más al escritor y divulgador, podemos iniciar un recorrido por el casco antiguo de Reus. Primera parada: el arrabal de Santa Anna, donde nació Bartrina, en el número 56, justo donde hay una placa que así lo recuerda. A continuación, podemos ir hasta la plaza de Catalunya, donde hay un monumento del arquitecto Pere Caselles i Tarrats (Reus, 1864 – 1936), coronado con un busto del escultor Ramir Rocamora i Bernat (Reus, 1877 – Verges, 1939), que muestra al polifacético reusense. Continuamos el camino rompiendo hacia la calle de les Galanes y hasta la plaza del Mercadal, hasta el Ayuntamiento. En la Galeria de Fills Il·lustres i Adoptius de Reus hay un retrato de Bartrina, que es una copia del original elaborada por Clapés, que está conservado en el Centre de Lectura de Reus.

El ateneo reusense de la calle Major es de parada obligada. Podemos encontrar el retrato mencionado, pero también un poema de su puño y letra en el libro de dedicatorias del Centre de Lectura (1862), Fabulita, que acaba con estas palabras: «Si quieres ser feliz, como me dices, /no analices, chico, no analices». Masdéu nos recuerda que, cuando Bartrina murió, «también se le dedicó un monográfico, alabando su figura en la revista del Centre de Lectura, en El Eco».

Y, hablando de revistas, la Revista del Centre de Lectura dedicó otro monográfico en el que se publicó, en una lámina, una reproducción de un dibujo a carbón de Bartrina, hecho por Tomàs Bergadà. No podemos olvidar el teatro que lleva su nombre y que está conectado con el Centre de Lectura. Este se reinauguró como tal en 1920. Este 2020 también se conmemora el centenario de la inauguración oficial del Teatre Bartrina. Aguadé nos nombra otro retrato de Bartrina, que fue colocado en la Galeria de Catalans Il·lustres del Ayuntamiento de Barcelona.

Este emplazamiento prueba la huella que dejó en la ciudad condal. Por otro lado, y en la Galeria de Catalans Il·lustres del Museu d’Història de Barcelona, también descansa otro retrato suyo, el del pintor José Cuchy. «El padre de Bartrina tuvo que marcharse por trabajo a Barcelona y Bartrina se adentró hábilmente en su cultura. Perteneció al Ateneu Barcelonès, aunque pronto estuvo en desacuerdo con la junta conservadora de la época y, junto con otros librepensadores, se estableció en el Ateneu Lliure. Lo fundó con Valentí Almirall», menciona Aguadé.

«En este contexto, Bartrina rescató y dignificó la figura literaria de Jacint Verdaguer con la lectura pública de L’Atlàntida», aporta Masdéu. Bartrina se interesó por la literatura, la física, la química. «Todos sus aprendizajes eran susceptibles de salir en sus poemas. Tradujo a Charles Darwin, práctica que da lugar a la primera obra traducida al castellano del evolucionista en el Estado», expresa Aguadé.

La lengua catalana

Muchos de los libros de Bartrina fueron publicados en castellano (a pesar de que no fue hasta 1866, según Pere Anguera, que empezó a escribir poemas en catalán y en castellano en el Diario de Reus, señala Masdéu).

De hecho, la obra escrita «íntegramente en catalán es un trabajo sobre el matrimonio civil en Reus, escrito en verso», distingue Masdéu yañade: «La mayoría de gente escribía en castellano, el catalán entonces no tenía ni un modelo ni una normativa de referencia. Bartrina, aun así, defendió el catalán». Es un ejemplo su poema Epístola, ganador en los Jocs Florals, que «escribió en castellano al principio y después tradujo al catalán, adaptándolo», dice Masdéu. Volviendo al tema del matrimonio civil, la filóloga señala que «Reus fue el primer lugar en todo el Estado en que se celebró».

Tal como dice Jaume Massó en artículos publicados en el Diari, Bartrina es uno de los «personajes más prolíficos e interesantes del siglo XIX catalán». Lo describe como una persona polifacética, que le recuerda al ya mencionado Eduard Toda i Güell. Fina Masdéu, por su parte, y situándose en una época más alejada, subraya otro personaje reusense poliédrico, cuanto menos ‘comparable’ por su talante polémico: Gabriel Ferrater i Soler (Reus, 1922 - Sant Cugat del Vallés, 1972). «A pesar de que no ser coetáneos por fechas, eran de carisma amplio.

Al igual que hizo Bartrina con Darwin, Ferrater tradujo a Noam Chomsky», subraya la filóloga. Masdéu también describe a Bartrina como una persona crítica e involucrada. «Mantenía una lucha interna entre el sentimiento y la razón. Era capaz de discutir de cualquier tema y era el alma de las tertulias, los libros que leía los acababa regalando a la biblioteca del Centre de Lectura», aclara.

‘Any Bartrina’

Este 2020 es el Any Bartrina, aunque a raíz de la llegada de la pandemia, muchas de las actividades han tenido que aplazarse o han sido virtuales. Uno de los actos iba a ser la conferencia de la profesora titular del Departamento de Filología Catalana de la Universitat de Barcelona, Rosa Cabré, quien editó Cor infinit i altres poemes (Lleida, Punctum: Grup d’Estudi de la Literatura del Vuit-Cents, 2012).

«Cabré realiza una tarea clave en cuanto a la producción poética en catalán de Bartrina, agrupa material inédito y publicado en prensa donde Bartrina, además, utilizó diferentes pseudónimos», indica Masdéu. Con motivo de la conmemoración, el Ayuntamiento de Reus, las bibliotecas municipales y la biblioteca del Centre de Lectura editaron la bibliografía de la obra publicada de Bartrina y las obras sobre dicho autor en formato digital. Ésta puede visitarse en las webs del Centre de Lectura y las de las bibliotecas municipales.

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