Baldosas guía, semáforos acústicos y aceras rebajadas mejoran la accesibilidad en Reus
Las barreras arquitectónicas han sido eliminadas en el eje entre la estación de trenes, paseos, Mercat Central y plaza Llibertat y Sant Jordi, pero todavía quedan puntos negros
«Las calles más céntricas de Reus son bastante accesibles para las personas que tenemos movilidad reducida. Pero a la que sales del centro, todavía hay muchas barreras arquitectónicas, con aceras muy estrechas», relata Pilar. Va en silla de ruedas, por lo que conoce todas las facilidades y dificultades a la hora de moverse por la ciudad. Reconoce que se ha avanzado bastante, a pesar de que aún quedan muchos deberes por hacer. Como añade la directora de la ONCE en la agencia de Reus, Arantxa Vallespi: «Ya tenemos los primeros pasos y ahora toca ir avanzando».
En los últimos meses, la transformación ha sido más evidente. Y es que el Ayuntamiento ha materializado la primera fase del proyecto ‘Reus ciutat inclusiva’ por 129.225,51 euros. Los trabajos han abarcado los entornos de la estación de trenes, el CAP Sant Pere, el Mercat Central, plaza de la Llibertat y avenida Sant Jordi hasta La Fira Centre Comercial. En estas zonas se han instalado baldosas guía y de botones para personas con dificultades visuales (estas últimas, para indicar la presencia de un cruce o de un paso de cebra). Por otro lado, todos los semáforos ya son acústicos, se han eliminado barreras arquitectónicas y las aceras han sido rebajadas.
Según fuentes municipales consultadas, las actuaciones se han concentrado en una docena de puntos de la avenida Prat de la Riba, plaza Pintor Fortuny, plaza Llibertat, avenida Sant Jordi, calle Riudoms y Passeig Sunyer. «Es el eje que conecta la Llibertat con los paseos. Era prioritario», recuerda Vallespi. La sede de la ONCE en Reus está ubicada en la misma plaza Llibertat, por lo que veían esencial facilitar la movilidad entre los usuarios. «Y llegar hasta el CAP es también muy importante», destaca.
Con todas estas actuaciones, las personas con movilidad reducida o deficiencia visual han visto mejorada su accesibilidad. Y no solamente a través de los trabajos realizados en el marco de ‘Reus, ciutat inclusiva’, sino también en las últimas obras urbanísticas, como la peatonalización del arrabal de Santa Anna. En este sentido, «lo que más valoramos es el cambio de talante», dice Arantxa Vallespi.
Según detalla, «ahora, ante cualquier intervención urbanística, se aprovecha para mejorar la accesibilidad y los técnicos nos consultan. Antes, ni pensaban en ello». Pone, como ejemplo, la colocación de mobiliario en el arrabal de Santa Anna durante la peatonalización de esta calle. «Indicamos la importancia de la alineación de los bancos, o que éstos no tengan aristas», ejemplifica.
En los presupuestos participativos de 2019, hubo dos propuestas encaminadas hacia la mejora de la accesibilidad de la ciudad: ‘poner baldosas guía en las aceras y pasos de cebra’; y ‘Reus, ciutat inclusiva’. El Ayuntamiento decidió fusionar las dos propuestas en una sola actuación, con una inversión de 198.000 euros para desarrollar un plan director y un proyecto básico ejecutivo de medidas prioritarias.
«Este fue el punto de inflexión», reflexiona la directora de la ONCE en la agencia de Reus. En dicho plan, se establece cómo actuar y qué tener en cuenta para garantizar una buena accesibilidad, algo que ya se aplica en todas las obras que se realizan en la vía pública. «Pero siempre hay excepciones porque las ciudades tampoco son perfectas», recuerda Vallespi. Es en estos casos en los que los técnicos consultan a la ONCE cómo proceder. «Para próximas intervenciones urbanísticas, nos han consultado, por ejemplo, sobre la plaza del Víctor o el entorno del Centre Cívic Gregal», relata.
A pesar de que la ciudad avanza, hay todavía muchísimas dificultades «de las que ni te das cuenta hasta que no vas al lado de alguien con movilidad reducida», relata la acompañante de Pilar. Están cruzando la plaza del Pintor Fortuny y Pilar va en silla de ruedas. Denuncia, especialmente, las dificultades que tiene para entrar a establecimientos comerciales y de restauración. «Hay muy pocos que estén adaptados. Ni que haya un pequeño peldaño de un par de centímetros, ya nos impide acceder», lamenta. Coincide otro usuario que, a pesar de ver Reus como «de las ciudades más accesibles», a la vez opina que el comercio «para nada está adaptado». «Si el desnivel es poco, lo puedes superar, pero si es algo alto, ya es imposible», señala.
En el web del Departament de Drets Socials, la Generalitat recuerda que los edificios y establecimientos ya existentes «deben alcanzar progresivamente las condiciones de accesibilidad». En la misma web, hay disponible una guía con recomendaciones para el comercio, impulsada por el Área Metropolitana de Barcelona, de la mano de Cocemfe (Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica). Por un lado, el documento recuerda algunas de las barreras a la accesibilidad, como las físicas, de actitud, de acceso a la información (para personas con discapacidad intelectual, cognitivas, auditivas y visuales) y falta de accesibilidad digital.
Y ¿cómo mejorar? La guía recomienda realizar campañas de formación y sensibilización para trabajadores, comerciantes y población general, cumplir con la legislación e informar de las medidas de accesibilidad que dispone el espacio en cuestión. En esta línea, Arantxa Vallespi recuerda la jornada de sensibilización que hizo la ONCE con técnicos del Ayuntamiento de Reus. «Tras una sesión teórica, salimos a la calle. Cogieron un bastón y se pusieron gafas que simulan distintas deficiencias visuales. Lo disfrutamos mucho pero, sobre todo, sirvió para ser conscientes de cuál es la situación de una persona con dificultades», recuerda Vallespi.