Victoria con mano tendida

El cambio en América Latina está servido: Argentina, con Macri, y ahora Venezuela

Los venezolanos reclaman cambio con sus votos, el Ejército garantiza el resultado electoral y los políticos abogan por la unidad y la calma para afrontar una nueva etapa, aunque van a defender con uñas y dientes cada escaño. Los partidos tradicionales, el Copei y Acción Democrática, abonaron el populismo de Hugo Chávez en los años 80 y su ineficacia durante una crisis económica inaudita en un país llamado Venezuela Saudita permitió la creación del régimen chavista, votado mayoritariamente en sucesivas elecciones. La muerte de Chávez y el esperpento negligente de Nicolás Maduro degradaron la situación política y, sobre todo, la vida diaria de los ciudadanos. Estas elecciones legislativas representan un punto de inflexión en la historia venezolana. La responsabilidad de los políticos en estos momentos alcanza grados trascendentales porque es imperativo evitar enfrentamientos en las calles y, para ello, es imprescindible que el régimen chavista controle y neutralice a sus grupos paramilitares. Y es mucho más relevante que la oposición mantenga su unidad de acción, de proyecto por la mejora de la vida de todo el pueblo venezolano y rechace cualquier tentación de protagonismo particular y partidista que pueda poner más dificultades al camino pendiente para acabar con el chavismo.

El consenso es fundamental y la transición debe ser firme y prudente al mismo tiempo a la hora de recuperar la institucionalidad en los poderes públicos, en la Asamblea Nacional, en el poder judicial, en las regiones y consolidar el papel de neutralidad y garantía de la legalidad de la Constitución al imponer el respeto a la voluntad popular de la mayoría de los venezolanos. La recuperación económica y social no admite retrasos porque las esperanzas en una nueva vida con libertad y democracia exigen al mismo tiempo una mejora del abastecimiento, del empleo, de la lucha contra la corrupción y la violencia. El cambio en América Latina está servido: Argentina, con Macri. Venezuela, con la oposición que debe saber gestionar los 112 escaños que proporcionan un gran poder.

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