Tarragona ante el espejo: el POUM y el dinamismo de otros municipios
La ciudad de Tarragona está inmersa en la negociación para un nuevo Plan de Ordenación Urbanística Municipal (POUM) que debería ver la luz a principios de 2025 y suponer además un planteamiento de crecimiento sólido y de futuro. Lo reclaman entidades, vecinos y agentes socioeconómicos de la capital. Sobre todo, visto el dinamismo urbanístico e inmobiliario que han experimentado poblaciones cercanas, como Salou, Cambrils o Vila-Seca, que se han erigido como una opción emergente para muchos vecinos de Tarragona en busca de más oferta en vivienda o equipamientos.
El dinamismo de estas poblaciones contrasta con la atonía que ha experimentado la capital tarraconense que, si bien en base a datos del INE, se anotó un crecimiento en población en 2023, este se produjo después de años de sangría en habitantes, mientras las citadas poblaciones de su área de influencia vieron como su padrón de vecinos ha ido aumentando a buen ritmo, con un crecimiento acumulado de casi el 13% de Salou o el 8% de Cambrils entre 2013 y 2023.
El caso de Salou nos sirve de ejemplo. La localidad vive un momento importante para su transformación urbanística y está buscando el mayor consenso para construir el Salou de dentro de unos años. Esta localidad, exponente del turismo, se ha transformado para acoger un turismo familiar y deportivo –fue la primera de Catalunya en conseguir esta certificación– y está potenciándose como foco innovador para fomentar la desestacionalización. O el caso de Cambrils, que se ha apoyado en un modelo de crecimiento que ha combinado su atractivo turístico con un respeto por la tradición, y un equilibrio entre el desarrollo urbano y la sostenibilidad ambiental.
Tanto estas localidades como Tarragona capital, si tomamos como referencias estadísticas sobre compraventa de viviendas nueva, usada o de alquiler, se comprueba una evolución dispar que muestra el diferente grado de dinamismo urbanístico vivido en estos municipios en la última década. A ello se suma la distinta apuesta por el desarrollo en equipamientos municipales u otras actividades económicas y culturales.
En vivienda nueva, por ejemplo, Salou es el municipio que ha registrado un mayor dinamismo en este periodo, incluso en los ejercicios de pandemia, con una media de 87 viviendas nuevas vendidas por cada 10.000 habitantes. Le siguen, a más distancia, Vila-Seca (19), Tarragona (15) o Cambrils (13), según los indicadores recogidos por el Idescat sobre la evolución del mercado inmobiliario.
En vivienda usada, la ciudad de Tarragona se sitúa a la cola en el periodo que va de 2013 a 2022. Salou vuelve a liderar el ranking analizado, con 223 viviendas de promedio, seguido de Cambrils (188), Vila-Seca (144) y Tarragona (87).
En el segmento del alquiler, que tampoco está exento de la carestía que se arrastra a nivel general en muchas ciudades y municipios españoles, Tarragona encabeza el listado por número de contratos de alquiler de promedio, seguido a corta distancia de Salou, si bien los precios en la capital tarraconense son los que más han aumentado de media en el periodo analizado, un 50% acumulado, frente el 38% de Salou. Sobre la vivienda protegida, la promoción de este tipo de viviendas en Tarragona ha sido residual ante la falta de un planteamiento que hiciera viable este tipo de construcciones por parte de la Administración o de la iniciativa privada.
En este sentido, Tarragona tiene ahora por delante unos meses decisivos para encarar un pacto del nuevo POUM. El planteamiento consta de grandes proyectos e infraestructuras, sin concretar su financiación, y lo mismo sucede en la previsión de viviendas en los distintos sectores dibujados, con un reparto entre vivienda nueva y protegida que despierta serias dudas por su viabilidad económica en el sector promotor y agentes económicos. Cabe esperar que este estudio de viabilidad económica del POUM, encargado por el consistorio arroje más luz sobre el planteamiento realizado, ya que se corre el riesgo de que parte de lo proyectado quede en papel mojado y se desaproveche una oportunidad de oro para planificar una ciudad dinámica y viva y que dé respuesta a las necesidades de sus vecinos.