Solidaridad mal entendida

Un espabilado le pidió a un vecino amigo que le prestara mil euros. «Lo siento, pero voy muy justo de dinero y sólo tengo quinientos», respondió el vecino. «Es igual –cerró el primero– dame esos quinientos y me debes quinientos». El espabilado no se atrevió a comentar que el amigo era insolidario. Sin embargo, los barones del Partido Popular se han reunido esta semana para decir que Catalunya es insolidaria después de que esas comunidades hayan recibido durante décadas, siglos, parte de lo recaudado en Catalunya.

En su habilidad manipuladora, estos barones han añadido que esas ayudas que Catalunya puede disminuir (cosa que está por ver) actualmente al solicitar un mayor presupuesto, son «dinero que se le quita a España». Y luego les extraña que haya independentistas por estas tierras de aquí... Del País Vasco, ni palabra. Eso sí, si a ellos se les pacta lo mismo que a Catalunya, callarán sin decir de sí mismos que son insolidarios.

Parece que el propio líder de estos políticos ha olvidado que declaró en una reunión multitudinaria en Barcelona, hace solo dos años, que en Catalunya «se necesita más inversión, objetivamente», insistiendo en varias entrevistas en medios escritos en la necesidad, textualmente, de «una financiación singular».

Pero, al margen de esto, ¿alguien puede exigir a su vecino ser solidario? ¿Se exige a la Unión Europea que lo sea, después de haber recibido durante muchos años ayudas de todo tipo? ¿Es aceptable que después de tantas décadas y tantas ayudas aún no hayan levantado cabeza económicamente la mayoría de comunidades españolas? Convertir en un interesado tema tabú el de la financiación autonómica ha producido hasta hoy muy atractivos réditos. Y casi nadie en Catalunya ha conseguido ponerle el cascabel al gato de este tema. Casi nadie se atreve a hablar de federalismo en un Estado que comenzó a hablar del tema hace más de 40 años y ahí se quedó. No interesa. No vaya a ser que tengan razón esos «catalanes incordiantes», parafraseando a los «bonzos incordiantes» que tuvo en su día el franquismo con los curas rebeldes. Señores barones: dejen que los catalanes sean lo que en justicia quieran ser y cómo ser.

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