Mitos sobre la terrible persecución del catalán

Una de las herramientas fundamentales del nacionalismo catalán ha consistido siempre en la construcción de un relato victimista, que con frecuencia es tan falso como eficaz. Se dice, por ejemplo, que el castellano ha sido una lengua que se ha intentado imponer en Cataluña desde Felipe V, cuando en realidad la lengua castellana ya era utilizada como lengua culta al menos desde el Compromiso de Caspe en 1412. En este año el castellano se convierte en la lengua administrativa de la Corona de Aragón y su uso en Cataluña se extendería considerablemente tras el descubrimiento de América, Así pues, desde el siglo XV serían utilizadas con normalidad las dos lenguas. En Cataluña la edición de libros en castellano, entre 1571 y 1600, era superior a la edición de libros en catalán y en latín. El catalán se iba quedando cada vez más relegado a los ámbitos de consumo o utilitarios, donde era mayoritario. Por contraste, las obras de prestigio cultural se editaban en castellano o en latín, así como las literarias de más categoría. En el siglo XVII las cifras que da el investigador Jordi Torra (Bibliotecari de la UB) son elocuentes: de algo más de mil libros impresos en Barcelona: 672 lo son en castellano, 222 en latín y 112 en catalán. En otro terreno y otra época, entre 1886 (origen del Boletín Oficial de la Propiedad Industrial) y 1938 la inmensa mayoría de las marcas registradas de productos comerciales catalanes se editaban en castellano.

Pero el tópico más recurrido y extendido, que contiene una gran carga mítica y suele creerse a pies juntillas, es que durante la ‘horrenda’ dictadura franquista la lengua y la cultura catalanas fueron atrozmente reprimida y perseguidas. Y son muchos los que han hablado de genocidio lingüístico y cultural, como el historiador y exsenador por L’Entesa dels Catalans y el PSUC Josep Benet, galardonado con la Medalla d’Or de la Generalitat, que escribió el libro L’intent franquista de genocidi cultural contra Catalunya (1995, reeditado en 2009 ): Benet fue el primero en utilizar, en los 60, la expresión «som un sol poble». Es cierto que durante el franquismo el catalán dejó de ser una lengua oficial y fue excluida hasta los años 70 del sistema educativo, administrativo y judicial, lo que situó la lengua catalana en un plano de clara inferioridad. Pero eso no significa que fuera, como se repite insistentemente por la propaganda nacionalista, terriblemente perseguido. Pues, como veremos, no fue el ogro tan fiero como lo pintan.

Por un lado, el catalán era utilizado con total normalidad en el ámbito privado y familiar, así como en buena parte de las relaciones sociales. No fue en este ámbito nunca perseguido. Por otro lado, el uso cultural del catalán, salvo los 3 años posteriores a la Guerra Civil en los que estuvo prohibido, se iría poco a poco normalizando a partir de 1942 en que se publicó Rosa mística, de Mossèn Camil Geis, considerado el primer libro editado en catalán durante el franquismo. La edición de libros en catalán aumentaría considerablemente desde finales de los años 40.

En el año 1944 se hizo obligatorio por ley que las universidades con Filología románica incluyeran también la asignatura de Filología catalana (BOE 4/8/1944). Se crearon numerosos y prestigiosos certámenes culturales para premiar obras escritas en catalán. En enero de 1944 se crea el premio ‘Eugenio Nadal’. En 1945, con patrocinio del Gobierno, se celebra el centenario de Mossèn Cinto Verdaguer. En 1947 se otorga el premio ‘Joan Martorell’ de novela en catalán. En 1949 se crea el premio ‘Víctor Català’ de novela corta en catalán y los premios ‘Aedos’ para biografías, el ‘Josep Ysart’ para ensayos y el ‘Ossa Menor’ que luego pasaría a llamarse ‘Carles Riba’. En 1951 se otorga un premio de ámbito nacional a la poesía en catalán con la misma cuantía económica que a la española. Ese mismo año se funda Ediciones Selecta para obras escritas en catalán. Y se concede el ‘Joanot Martorell’ a Josep Pla por su obra El carrer estret. En los años posteriores (50, 60 y 70) nacerían un sinfín de premios como el ‘Lletra d’Or’, ‘Amadeu Oller’ de poesía, el ‘Sant Jordi’ para novela (dotado con 150.000 pesetas), el Premio de Honor de las Letras Catalanas, el ‘Verdaguer’, el Premio Josep Pla, el Premio Mercè Rodoreda. En 1961 es legalizada la entidad Òmnium Cultural para la defensa de la lengua y la cultura catalanas. En esos años se publican revistas como Serra D’Or, Oriflama, Cavall Fort,Tele/Estel, Patufet. En 1964 tiene lugar la emisión del primer programa de televisión en catalán por parte de TVE desde los estudios de Barcelona. Por aquí pasarían, entre otros, buena parte de los interpretes de la Nova Cançó, incluido Lluís Llach.

En abril de 1966 Radio Tarragona, con patrocinio oficial, empezó a emitir un programa dedicado a la enseñanza del catalán conducido por J. Icart. En 1967 la Diputación de Lérida dota una cátedra de Lengua catalana y la Diputación de Barcelona acuerda dar cursos de catalán en todos sus centros culturales y fundar la cátedra de Lengua Catalana en la Facultad de Teología de San Cugat. En 1970 en Tarragona se rinde homenaje, con gran boato, al ilustre poeta catalán Joan Maragall. En dichos actos se inaugura un monolito en su honor con uno de sus poemas en catalán grabado en la piedra; dicho acto contó con la presencia de Joan Antoni Maragall (hijo del poeta ) y con las máximas autoridades incluido el Capitán General de Cataluña, Alfonso Pérez-Viñeta (en la imagen). En 1971 la Diputación Provincial de Tarragona organiza, con el Instituto de Estudios Tarraconenses Ramon Berenguer IV, cursos subvencionados de Lengua y Literatura catalana. Y hacia el final de la dictadura, en mayo de 1975, el propio Franco firmará un decreto (Decreto 1433/1975) para que se introduzcan las lenguas regionales en la Educación Preescolar y en la General Básica. Y así el bilingüismo se fue normalizando en las ciudades catalanas.

Respecto a otras tradiciones de tipo cultural como la música popular, los castells, las sardanas y todo tipo de bailes tradicionales, se celebraron con total normalidad durante todo el régimen franquista.

En 1993, para denunciar las crecientes imposiciones lingüísticas, en una portada de ABC con una gran foto de Pujol se decía «Igual que Franco, pero al revés». Desde hace más de cuarenta años los sucesivos gobiernos de la Generalitat, a menudo con la complicidad de los propios gobiernos de España, en su incansable cruzada contra la lengua española, están empeñados en imponer el catalán a machamartillo en todos los ámbitos (incumpliendo la Constitución y las sentencias judiciales, como hacen ahora negándose tramposamente a impartir el 25% en castellano), cuando el español es la lengua habitual del 56,7% de los ciudadanos de Cataluña (según datos de la Generalitat) y es la preferida por dos terceras partes de los jóvenes. Lamentablemente están convirtiendo el catalán en la antipática lengua del poder.

El 18-S nos vemos en Barcelona para exigir que el español sea también lengua vehicular en la enseñanza.

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