Las lecciones del año 2022
2022 no ha sido un buen año para la democracia. Para 2023, debemos aprender la lección: la democracia necesita de nuestro esfuerzo y nuestra presencia. No hemos avanzado demasiado en cuestiones de importancia como la protección del clima, la consolidación de la paz o en el desarrollo de la democracia. Diversas crisis, conflictos y guerras han hecho del 2022 un año del que, definitivamente, debemos sacar lecciones. Sin embargo, tras casi tres años de pandemia, está claro que muchos países han aprendido a hacer frente al coronavirus, sin sacrificar completamente la libertad de los ciudadanos. Incluso en China, el país más poblado del mundo, los dirigentes políticos han tenido que admitir, en las últimas semanas, que su estrategia de «covid cero» ha fracasado. Esto ocurrió gracias a las primeras protestas públicas contra la estrategia del régimen totalitario de Xi Jinping.
En otros Estados autoritarios, como Irán, Turquía o Hungría, pudimos observar como grandes movimientos ciudadanos lucharon por valores tan fundamentales como la libertad y la democracia. Sin embargo, en Rusia, donde el régimen de Putin lleva desde febrero violando el derecho internacional, librando una brutal guerra contra Ucrania, las personas que se oponen a la guerra tienen únicamente dos opciones: huir del país o permanecer en silencio. Llegados a estas alturas del repaso de este año 2022, nos encontramos con un panorama ambivalente: por un lado, tenemos a los autócratas, que mientras dirigieron sus respectivos Estados causaron grandes daños en cuestión de los derechos humanos. Sin embargo, he aquí la ambivalencia, muchos demócratas han tomado conciencia de que es necesario un mayor esfuerzo, y una mayor presencia pública, para garantizar la libertad en nuestras sociedades democráticas y para garantizar esta misma libertad a las generaciones que están por venir.
Este esfuerzo debe aplicarse en todos los frentes, comenzando por unos medios de comunicación libres e independientes, pasando por una sólida defensa de los derechos democráticos y finalizando con la creación de formas más innovadoras e integradoras de participación ciudadana. En Venezuela, por ejemplo, uno de los países más progresistas de Hispanoamérica, ahora no hay lugar para las opiniones que difieran de las del gobierno. Sin embargo, hoy en día, las voces independientes están siendo perseguidas por el régimen del presidente Nicolás Maduro y expulsadas del país.
Según los últimos datos de la ONU, actualmente hay 7,1 millones de venezolanos en el extranjero. Una cifra que sitúa al país sudamericano a la cabeza del listado mundial de la diáspora, ya que una cuarta parte de toda su población ha emigrado. En Cuba, por ejemplo, establecer y trabajar con una organización de medios de comunicación independientes implica muchos desafíos. En lo que a libertades básicas y a los derechos humanos se refiere, Cuba es un país con muy malos resultados. El Estado comunista de partido único, sigue negando la libertad de prensa y de expresión. También hay una represión de ciudadanos y periodistas profesionales que cubren asuntos públicos y proponen un cambio político.
La libertad de expresión es un derecho humano, aunque es todo menos algo natural. En todo el mundo cantidad de personas comprometidas siguen luchando por este derecho día tras día. Esperemos que en el recién estrenado 2023, mejore la situación del derecho a la libertad de expresión.